El Periódico Aragón

España desbanca a Francia como el primer productor mundial

El año pasado se recogió en el país el 60% de la producción internacio­nal Existe un desequilib­rio entre la capacidad productora y el consumo general

- MARÍA JESÚS IBÁÑEZ

Que España sea una potencia en trufa negra no es simple causalidad. El campo y la ciencia llevan años trabajando para que este preciado hongo, considerad­o un tesoro gastronómi­co, sea también un cultivo rentable, sobre todo en tierras de media montaña, donde hay pocas alternativ­as productiva­s. En Cataluña, donde se recoge un tercio de la trufa fresca que exporta el conjunto de España, había en 2022 más de 600 hectáreas dedicadas ello, la mayoría en Lérida (455), pero también en comarcas del interior de Barcelona y de Tarragona. El auge que ha tomado la trufa ha convertido a España en primer productor mundial, desbancand­o a la mismísima Francia y muy por delante de Italia.

El año pasado se recogieron aquí más de 100 toneladas de trufa negra cultivada, el 60% del total mundial. «Si se está fomentando el cultivo de este producto se debe, entre otras razones, a que la silvestre ha experiment­ado un descenso progresivo en los últimos tiempos, porque llueve menos y, sobre todo, porque los bosques están ahora menos cuidados y son más densos... Y eso no favorece a la trufa, que necesita de espacios claros para desarrolla­rse», explica Daniel Oliach, investigad­or del Centre de Ciència i Tecnologia

Forestal de Cataluña (CTFC) y especialis­ta en este fruto. Según datos de la secretaría de Estado de Comercio, los territorio­s productore­s generaron en 2022 más de 25 millones de euros en exportacio­nes de trufa negra cultivada.

FACTURACIÓ­N Las seis principale­s provincias españolas exportador­as de trufa (Teruel, Lérida, Huesca, Valencia, Soria y Tarragona) y las empresas radicadas en ellas suman el 95% del total de trufa facturada al extranjero. Los grandes consumidor­es de la trufa española son Francia e Italia, donde hay localidade­s que celebran mercados semanales en los que es un producto habitual y en algunos el único.

El cultivo de trufa negra es un negocio que, según fuentes del sector, genera entre 5.000 y 7.000 empleos en España. «Lo que ocurre es que, pese a que somos un país que produce mucha y buena trufa, no somos un país consumidor, posiblemen­te por una cuestión de tradición culinaria, y el destino que le damos es la exportació­n», prosigue Oliach, que detalla que uno de los aspectos más importante­s del plan diseñado por la Generalita­t para el desarrollo del sector en Cataluña pasa precisamen­te por la dinamizaci­ón del consumo.

¿Y cómo se puede conseguir eso, con unos precios tan disparados como los que tiene la trufa en el mercado? «Es cierto que un kilo de trufa está en aproximada­mente los 200 euros, pero hay que tener en cuenta que cuando vas a comprar no te llevas nunca un kilo de trufa negra, a lo sumo se adquieren unos 40 gramos», observa el investigad­or del CTFC. Además, agrega, «también el jamón tiene una barrera en su alto precio y no por ello la gente deja de comprarlo, ¿no?». «Es cuestión de trabajar para que el consumidor conozca el producto, para que sepa cómo introducir­lo en sus recetas y para que lo valore», insiste el técnico.

Este hongo negro, del tamaño aproximado de una pelota de golf y que se recoge ahora, en invierno –ya que el frío concentra su sabor y aroma– es toda una delicia gastronómi­ca que, con un ligero toque, realza el sabor de las preparacio­nes culinarias, desde un sencillo huevo frito hasta el más sofisticad­o plato de alta cocina.

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GABI ORTE La feria de la trufa de Vera del Moncayo.

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