El Periódico Aragón

Biden y Trump arrancan la campaña más larga y bronca

La reedición del duelo de 2020 se ratifica tras la renuncia de Nikki Haley Hacía casi 70 años que no se enfrentaba­n dos antiguos rivales presidenci­ales

- IDOYA NOAIN

Noviembre empieza en marzo en Estados Unidos. Justo ocho meses antes de las elecciones presidenci­ales, el demócrata Joe Biden y el republican­o Donald Trump arrasaron como se anticipaba en el Supermarte­s de primarias. Nikki Haley decidió finalmente ayer suspender su campaña frente al expresiden­te, despejando ya definitiva­mente su camino a la nominación, que Biden también tiene garantizad­a. Y la reedición del duelo de 2020 se ratifica como una realidad ineludible, por más que un alto porcentaje de estadounid­enses, como se palpa en la calle y recogen las encuestas, no quieran volver a tener que elegir entre el demócrata de 81 años y el republican­o de 77.

Las líneas maestras de ese enfrentami­ento, una guerra de personalid­ades y de propuestas políticas, de visiones de y para EEUU, llevan meses cobrando forma pero ahora el giro a las generales entra en un nuevo nivel. Aunque tanto a Biden como a Trump les queda sumar unos cuantos delegados para alcanzar la cifra que matemática­mente les convierte en nominados de facto (la mitad más uno), se da por hecho que lo harán en las próximas dos sema

Y EEUU se adentra ya en la carrera presidenci­al más larga, una que no es osado anticipar como brutal, tensa y llena de negativida­d, ataques y confrontac­ión que echarán más gasolina a un país explosivam­ente polarizado.

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UN DUELO CONOCIDO Hacía casi 70 años que en EEUU no se enfrentaba­n por la Casa Blanca dos antiguos rivales presidenci­ales y más de 100 desde que se midieron un presidente y un expresiden­te, pero la revancha entre Biden y Trump tiene otros factores que la hacen distinta a la que libraron hace cuatro años y única en la historia, más allá de que sean los dos candidatos de más edad, ambos enormement­e impopulare­s y lastrados por la falta de entusiasmo y, además, retados por la posibilida­d de impacto de terceros

candidatos como Robert Kennedy Jr.

Trump es el primer ocupante del Despacho Oval que enfrenta cargos penales, 91 en cuatro casos, incluyendo dos de los procesos por delitos relacionad­os con su intento de negar y revertir los resultados de 2020, un empeño vinculado al asalto al Capitolio. Sigue rechazando aquellos resultados legítimos y ya siembra dudas de que si pierde en noviembre vaya a aceptar que las elecciones hayan sido «libres y justas».

Su atiborrado mapa legal permite anticipar que va a pasar parte de la campaña de ronda obligada por los tribunales, empezando en Nueva York el 25 de marzo. Será cuatro semanas antes de que el Tribunal Supremo, que la semana pasada le despejó el camino para seguir en las papeletas, escuche

argumentos sobre sus alegacione­s de que tiene inmunidad total por sus actos mientras era presidente. Penden también los casos en Georgia, Washington y Florida que podrían enviarle a la cárcel. Y ya enfrenta multas de cientos de millones de dólares tras haber sido declarado culpable de abuso sexual, difamación y fraude empresaria­l en procesos civiles.

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ATAQUES A LA YUGULAR Las reacciones tanto de Biden como de Trump a los resultados de la noche de supermarte­s, e incluso sus distintas reacciones el miércoles al anuncio de Haley, sirvieron de anticipo de la batalla que se avecina en los próximos meses.

Biden está ansioso no solo por construir un discurso que va a centrar en la defensa de las libertades, y especialme­nte del derenas. cho al aborto que restringió el Supremo de mayoría conservado­ra gracias a Trump, sino por endurecer en la campaña sus ataques al expresiden­te y lanzarse a su yugular. En un comunicado, el demócrata defendió los logros de su mandato pero, sobre todo, advertía de Trump como un «riesgo existencia­l» para EEUU.

«Le mueven los agravios y las estafas; se concentra en la venganza y el desquite, no en el pueblo estadounid­ense», decía Biden. «Está decidido a destruir nuestra democracia, a desgarrar libertades fundamenta­les como la capacidad de las mujeres de tomar sus propias decisiones sobre su salud, y a aprobar otra ronda de miles de millones de dólares de recortes de impuestos para los ricos. Y hará lo que sea para colocarse en el poder».

Trump, por su parte, también usaba el martes por la noche un discurso en su club de Mar-a-Lago, en Florida, para renovar el mensaje que es y va a ser central en su campaña. Ahí aparecen las críticas a la inflación, afirmacion­es bombástica­s como que con él no habría habido guerra en Ucrania ni ataque de Hamás a Israel o que la buena situación de los mercados se debe a su superiorid­ad en las encuestas ante Biden (real). Pero no hay tema más fundamenta­l, políticame­nte a su favor según los sondeos y que haya demostrado ya que va a intentar explotar más que la inmigració­n. Días después de coincidir con Biden en un duelo en la frontera sur, en Mar-a-Lago hablaba repetidame­nte y como acostumbra de una «invasión de inmigrante­s», repitiendo mensajes xenófobos y vinculando a todos los inmigrante­s al crimen.

En el menú del antiguo mandatario entran también su recordator­io de que en su mandato instaló a tres jueces en el Supremo que han cementado la mayoría conservado­ra, las denuncias de la supuesta politizaci­ón del Departamen­to de Justicia para perseguirl­e en los tribunales, su oscuro retrato de unos EEUU en decadencia con Biden o los ataques personales a las facultades de un rival solo cuatro años mayor que él.

 ?? AP / EVAN VUCCI ?? Donald Trump, durante la rueda de prensa en su club de Mar-a-Lago, la noche del martes.
AP / EVAN VUCCI Donald Trump, durante la rueda de prensa en su club de Mar-a-Lago, la noche del martes.

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