El Periódico Aragón

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El entorno del juvenil Lucas Terrer, debutante el domingo con el primer equipo, rememora un día inolvidabl­e «Su madre llorando y él dice que no estaba nervioso», afirma su padre

- J. OTO S. VALERO

Desde el pasado domingo, Lucas Terrer pertenece ya a esa selecta nómina de elegidos que debutan con el primer equipo del Real Zaragoza todavía en edad juvenil. A Terrer, de 18 años y en su último año en este nivel, la oportunida­d le llegó, segurament­e, cuando menos lo esperaba, si bien llevaba toda la semana entrenando a las órdenes de Julio Velázquez. Pero pese al delicado contexto del partido ante el colista, con el puesto del entrenador en entredicho, la grada de uñas y empate a cero en el marcador, el canterano fue uno de los elegidos por el cuerpo técnico para intentar, sin éxito, encontrar el camino a la victoria.

En las gradas de La Romareda, los padres de Terrer acompañaba­n a su hijo, como vienen haciendo desde que tenía 5 años. «Ya había sido una sorpresa que fuera convocado en el partido anterior en Villarreal pero sabíamos que era complicado que saliera al campo», admite César, su padre. Pero lo mejor estaba por venir. «Había entrenado toda la semana con el primer equipo y podíamos suponer que estuviera en la lista, pero no que jugara. Cuando lo vimos calentar, el corazón casi se salió del pecho, pero nunca creímos que fuera a salir. De hecho, nos dimos cuenta de que los suplentes se iban rotando en el calentamie­nto, así

que nos dijimos que al menos ya había calentado y que eso ya no se lo quitaba nadie. Pero es que cuando le llamaron para salir fue increíble. A su madre se le saltaron incluso un par de lágrimas y fue un momento muy emocionant­e y especial», asegura.

En cambio, Lucas afrontó el reto como suele hacerlo. Nada de

nervios ni euforia. «Nos dijo que había estado tranquilo, sin nervios ni agarrotado. Decía que lo había afrontado con muchas ganas y concentrac­ión. Él es así. Fue entonces cuando me dije que igual este chico sirve para esto», confirma César, al que el debut no alteró los planes de pasar el puente en El Burgo de Osma junto a su

mujer. El jugador se incorporar­ía en su coche al día siguiente después de pasar la noche solo en casa. Cuando se reunieron de nuevo, Lucas, estudiante universita­rio de primer curso de Arquitectu­ra, «estaba muy contento, pero consciente de que esto es una carrera de fondo y hay que seguir. Está agradecido al míster por haber

confiado en él», añade el padre de Terrer, un eje que también puede ejercer como interior y al que siguen de cerca los más grandes del fútbol nacional. «Pero él es zaragocist­a cien por cien y ya lleva nueve años en la Ciudad Deportiva», subraya su padre.

Allí llegó en alevines después de pasar por el San José y el Stadium Casablanca. Diestro, con un gran despliegue físico y gol, capaz de llegar a las dos áreas y buen disparo desde fuera con las dos piernas, en su primer año de juvenil ya era titular en el División de Honor. «Tiene claro desde pequeño que quiere ser futbolista y a ello dedica su vida. No sale, no bebe, se cuida mucho y, como dice su tía, está programado para ser futbolista», asegura César, que recuerda perfectame­nte cuándo su hijo sintió el gran flechazo. «Fue en 2010, cuando vio a España ganar el Mundial. Fue entonces cuando quiso dedicarse a esto porque no hay precedente­s familiares y yo jugaba a muchas cosas pero no destacaba en nada. Es todo mérito suyo, nada de genética. Su gran sueño es ser futbolista», dice.

Los que mejor le conocen, destacan algo por encima de las cualidades futbolísti­cas de Terrer: un carácter edificado sobre el respeto y la humildad. «Es muy responsabl­e sí. Lucas es un chico que sorprende, muy buena persona y muy querido por entrenador­es y compañeros, como los del alevín que le siguen llamando capi y le han dado la enhorabuen­a por su debut», afirma su padre, orgulloso de la evolución de su hijo. «Dicen sus entrenador­es, eso sí, que le falta algo de carácter en el campo, mala leche».

Entre los que han contribuid­o decisivame­nte a que Lucas Terrer se haya convertido en una de las joyas más valiosas de la cantera zaragocist­a figura Álex Cordellat,

que, cuando Terrer apenas tenía siete años, ya fue consciente de lo que tenía entre manos. «Era una locura lo bueno que era. Con siete años ya le pegaba con las dos piernas», destaca su técnico en Prebenjami­nes.

Todo humildad

Pero lo mejor de Lucas no estaba en sus botas, sino en la cabeza. «Siempre era el que más trabajaba y el que más animaba a sus compañeros cuando fallaban. Ni un mal gesto y siempre con la misma humildad que tiene ahora», ensalza Álex, que reconoce que tuvo que ver «dos veces» la entrada al campo de su exjugador en el debut con el primer equipo «porque no me lo creía».

Y es que Terrer siempre ha tenido «algo especial». Cordellat

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REAL ZARAGOZA El sueño Lucas Terrer conduce el balón en el partido de su debut ante el Amorebieta.
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El aragonés, con el Stadium Casablanca.
SERVICIO ESPECIAL SERVICIO ESPECIAL Desarrollo El aragonés, con el Stadium Casablanca.
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El futbolista, en su etapa alevín con el Real Zaragoza.
SERVICIO ESPECIAL Galones El futbolista, en su etapa alevín con el Real Zaragoza.
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Lucas Terrer, en sus inicios en el San José.
Origen Lucas Terrer, en sus inicios en el San José.

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