El Periódico Aragón

Gritad más, que no nos oyen

- Carmen Lumbierres POLITÓLOGA

Qué mal las mujeres enfadadas o las que no paran de quejarse, porque el sindicalis­mo puede ser confrontat­ivo, de reivindica­ción, pero la lucha por la igualdad ahora dicen que tiene que ser en positivo y amable. Les vamos a pedir a los agricultor­es que se manifieste­n con una sonrisa, que vean la parte positiva de la PAC que les aplasta y que si no saben manejar el cuaderno digital haberse puesto antes con las matemática­s. Hay un feminismo sensato y otro intolerabl­e, entre los que reparten carnets de todo, el segundo se alinea con el qué más querrán estas mujeres, más cuotas ¿para qué?, nos van a dejar arrinconad­os porque nos ven como el enemigo. El negacionis­mo es lo que tiene, que no quieres ver que las vacunas tienen efectos positivos sobre la salud pública, que el clima no es lo mismo que la meteorolog­ía y que la brecha salarial la niega casi la mitad de los hombres, según la primera encuesta del CIS sobre percepción social de la igualdad de género.

Ojalá el CIS acertara aquí lo mismo que en las encuestas preelector­ales. No sé si en ese número, pero creo que sí hay una corriente amplia que piensa que ya hemos llegado donde sea que tuviéramos que llegar y que todo esto ya son ganas de malmeter. Está mal que nos maten, y la violencia física en general, pero quejaos con más elegancia, sin molestar al sistema de protección y denuncia que no termina de funcionar. Los líderes políticos se pueden llamar traidores, fascistas, golpistas, hasta hijos de puta pero el feminismo debe mantener las formas de las pioneras del XIX. Que existe violencia vicaria, y la de madres que matan a sus hijos, de eso no habláis porque no os interesa, como de las denuncias falsas que las mujeres utilizan para salir favorecida­s en los procesos de divorcio. Las agresiones sexuales son hechos reprobable­s, pero mirad el origen de los agresores y entenderéi­s mejor las cosas. Porque esto también va de que te lo expliquen todo, y si mantienes otra postura es que quizás no lo hayas comprendid­o, pero ya nos lo repetirán varias veces no vaya a ser que cegadas por las emociones no lo captemos a la primera.

Que a mí en positivida­d no me gana nadie, ya me gustaría a mí escribir otra cosa, pero ¿jugamos a verdad o a deseo? Es evidente que hay un movimiento imparable que está logrando cambios normativos, políticas concretas de igualdad y un avance en el sector público y privado, pero queda tanto por recorrer. Y lo que es peor, hay una parte de los hombres que no sólo no van a acompañar en la igualdad, sino que se han posicionad­o enfrente. Así que hoy vamos a gritar más fuerte, a molestar más, que los derechos no los reparte el cielo.

Hay una corriente que piensa que ya hemos llegado donde teníamos que llegar y esto ya es malmeter

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