«Le estaba leyendo un poema hasta que le vi acuchillándome»
Un hombre pide 12 años de cárcel para otro que le asestó 30 puñaladas
La Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Zaragoza juzgó ayer a Juan Carlos P. E. (Nicaragua) como presunto autor de un delito de asesinato en grado de tentativa por, supuestamente, asestar más de treinta cuchilladas a un profesor de peluquería con el que compartió cama la noche del 22 de agosto de 2022 en el número 60 de la calle San Antonio Abad. Ambos guardan recuerdos difusos de aquella madrugada y, mientras que la víctima se limitó a reiterar que desconocía cómo se desencadenaron los hechos –«le estaba leyendo un poema de amor desde el móvil hasta que desperté ya en mi cama y le vi acuchillándome», declaró–, el acusado aventuró que le envenenaron, le violaron y lamentó que quedó retenido en el citado domicilio en contra de su voluntad.
El procesado no tuvo ningún reparo en asegurar ante el tribunal provincial, presidido por el magistrado Francisco Picazo, que esgrimió un cuchillo de cocina al temer por su vida porque no podía abandonar el piso. «Cuando me desperté, estaba totalmente desnudo y me dolía el ano. Honestamente, le increpé lo que me había hecho porque recordé que me metió mano», explicó el acusado. «Me metió un viaje que me caí al suelo y fue ahí cuando me dijo que de allí no iba a salir nunca. Cogí cervezas de la cocina y un cuchillo porque lo próximo era que me matara. Ya me violó, ya me envenenó...», añadió.
El acusado dio el paso definitivo cuando el peluquero se dirigió hacia él en términos que le alteraron –«me dijo que estaba equivocado, que hasta ahí habíamos llegado y ahí se me cruzó», reconoció–, por lo que no dudó en atacarle con un cuchillo de 12 centímetros de hoja hasta asestarle más de treinta cuchilladas. De todas ellas, la más peligrosa fue una que estuvo a punto de alcanzar la yugular, ya que quedó a solo cuatro milímetros.
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DESNUDO A LA CALLE Así consiguió escapar de la casa hasta que poco después fue detenido en el barrio de Miralbueno al llamar él mismo a la Policía. Dentro de la vivienda se quedó la víctima que salió a la calle a pedir auxilio pese a ir desnudo. Fue un vecino quien le auxilió al coger una sábana y taponar la herida del cuello tras haber da
do aviso de ello a la sala de emergencias del 091. Ayer, ambos coincidieron en que se conocieron la tarde de antes en un bar, si bien el herido recalcó que fue el acusado quien iba «detrás» de él y de su familia cuando se dirigían a otros establecimientos.
Mientras que el ministerio fiscal solicita una pena de ocho años de cárcel, la acusación particular a cargo de Carlos Rubio Mazas eleva
la pena privativa de libertad hasta los doce años. La defensa ejercida por Alejandro Sarasa, por su parte, interesa que su representado sea condenado como autor de un delito de lesiones con la concurrencia de las atenuantes de reparación de daño, drogadicción y confesión. La vista continúa hoy con la declaración de varios testigos de los bares en los que coincidieron acusado y víctima.