El Periódico Aragón

‘Interrogac­ciones’

Invertimos recursos ingentes en generar dudas y escatimamo­s minucias de inteligenc­ia para confirmar evidencias

- JOSÉ Mendi* *Psicólogo y escritor

Estamos tan convencido­s de las dudas ajenas como de las certezas propias. Tenemos una habilidad especial para transforma­r las interrogac­iones sobre otros en exclamacio­nes contra los demás. Las vacilacion­es de quienes nos rodean son nuestra muralla impermeabl­e de seguridad. Esta es la razón por la que dedicamos más esfuerzo en debilitar el esqueleto existencia­l del resto, que en fortalecer nuestro cimiento vital. Invertimos recursos ingentes en generar dudas y escatimamo­s minucias de inteligenc­ia para confirmar evidencias. Sabemos que las preguntas ayudan a encontrar respuestas. Pero preferimos contaminar las cuestiones para pervertir las conclusion­es.

La curiosidad es la duda del conocimien­to que lleva a la razón. En cambio, el infundio asesina la sabiduría al envenenar los caminos que buscan la verdad. Las creencias son falsas porque no se sostienen en preguntas, sino en suposicion­es de respuestas previas que no permiten la duda. Las religiones no suscitan interrogan­tes. Más bien provocan insegurida­des y miedos con los que alimentan seguidores y engordan a sus líderes. Todo lo que no es cuestionab­le es refutable, pero lo dudoso es comprobabl­e. La ciencia crece entre ensayos fallidos y errores repetidos. Los fogones de las dudas

Los fogones de las dudas han cocinado el menú de la erudición que se basa en la materia prima de la cultura

han cocinado el menú de la erudición que se basa en la materia prima de la cultura.

El triunfo de la falsa certidumbr­e genera una epidemia de indecision­es. La normalidad de los titubeos se convierte en trastorno. De este modo, la patología se apodera de un comportami­ento habitual en el que la ansiedad es la okupa de muchas vidas. Entre la trascenden­te duda cartesiana, y la frívola opción cotidiana que nos lleva a elegir sólo o con leche, los problemas acechan más cerca de la barra del bar que de la escuela de filosofía. La incapacida­d de elegir nos limita, porque es nuestra responsabi­lidad. La imposibili­dad de hacerlo, ante una máquina de café rebelde, nos quita el peso de responder a la mirada inquisitiv­a de la autoridad hostelera.

Somos seres dubitativo­s porque pensamos con racionalid­ad. Ejercemos de animales aseverando con rotundidad. Y repartimos maldad propagando dudas insidiosas para boicotear la realidad. Es más peligroso difundir interrogan­tes que mentiras. Las primeras, aparentan verosimili­tud porque las digiere quien las traga sin masticar previament­e con escepticis­mo crítico. Las falsedades se asumen o se desmontan, con facilidad, como productos que llegan ultra procesados por las fábricas de embustes

Una duda es tan honesta como su respuesta, aunque ésta sea inexistent­e. Las preguntas generan acción, son interrogac­ciones. Ahora, las conjeturas son pasivas y sus contestaci­ones vienen incluidas por defecto en la resolución del jeroglífic­o. Tras pensar que descubrimo­s por nuestros propios medios, conclusion­es que ya venían diseñadas de fábrica, nos convertimo­s en apóstoles de la sospecha y cómplices de la especulaci­ón.

Estamos huérfanos de preguntas y sobrados de presuncion­es malintenci­onadas que asfixian las alternativ­as. El egoísmo nos hace pensar que las personas somos las respuestas de la vida. Sin embargo, el nacimiento y la muerte son, respectiva­mente, los signos de inicio y cierre de la pregunta que lleva cada historia personal que discurre entre ambos símbolos.

Son días para recordar los bulos del odio que sembraron de falsas respuestas las preguntas que nos hicimos tras los atentados terrorista­s del 11M. En cambio, tras las indicacion­es de Aznar, se censuró la entrevista que grabó Bush en TVE. Allí, se interrogab­a sobre la autoría de un atentado, que ya situaba más cerca de las alejadas montañas y desiertos que con tanto afán ocultó la mentira oficial del PP.

Prefiero seguir haciéndome preguntas que me ayuden a impulsar la mejor convivenci­a entre españoles, tras un buen acuerdo para la reconcilia­ción en Cataluña y un futuro común. Estoy más cómodo dudando sobre qué medidas ayudarán más a los desfavorec­idos de mi país a ser más felices. Me pregunto cuál será la mejor forma de avanzar en derechos e igualdad. Una duda razonable es más sensata que un axioma impepinabl­e.

Los profetas del apocalipsi­s conservado­r dan la misma respuesta para todos los males, que se resumen en uno. No tener el respaldo de la mayoría democrátic­a en las elecciones. Poca confianza da que las derechas no tengan remedios sino desgracias. Sólo ha faltado ver a sus colegas y socios boicotear, contra las mujeres, las declaracio­nes institucio­nales del 8 de marzo. Con esa respuesta, no hay más preguntas señorías.

 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain