Biden ataca a Trump en el discurso sobre el estado de la Unión
El presidente de ➲ EEUU enciende la campaña con un alegato combativo El demócrata buscó ➲ el intercambio directo con los republicanos que le increpaban
El discurso sobre el estado de la Unión llegó el jueves para el presidente de Estados Unidos, Joe Biden como una prueba de fuego. A menos de ocho meses de volver a medirse el 5 de noviembre en las urnas con Donald Trump por la presidencia, los interrogantes sobre su forma física y mental a los 81 años se han vuelto uno de los mayores puntos débiles de su candidatura y muchos de los focos estaban puestos no en su mensaje sino en cómo lo daba.
Debía navegar además las complicadas aguas de hacer un discurso establecido para informar al Congreso y al pueblo estadounidense de la situación del país, un tradicional repaso de logros y promesas, con la necesidad de aprovechar la que será la mayor audiencia para su campaña en meses.
Biden no citó directamente a Trump pero mencionó 13 veces a su «predecesor». Se refirió a él tanto para abrir un discurso donde aseguró que «la libertad y la democracia están amenazadas» como para cerrarlo, poniendo en contraste sus ideas de defensa de «honestidad, decencia, dignidad
e igualdad» frente a las de «odio, rabia, venganza y represalias».
En todo momento su denuncia del republicano fue feroz. En la primera ocasión recordó las palabras de Trump a Vladímir Putin animándole a «hacer lo que quiera» en Europa y dijo que un líder de EEUU inclinándose ante un ruso es «escandaloso, peligroso e inaceptable». Hilvanó ese mensaje con el asalto al Capitolio, acusando tanto al expresidente como a republicanos de «intentar enterrar la verdad» de lo que sucedió en aquella insurrección, alimentada por bulos sobre los resultados electorales.
Biden también habló de su «predecesor» para denunciar como «imperdonable» su actuación durante la pandemia del covid, para criticarle por inacción ante China o en la lucha por la regulación de las armas de fuego, en
cuestiones económicas o en su empeño persistente contra la reforma sanitaria de Barack Obama. Pero le señaló especialmente en inmigración, por presionar para bloquear la bipartidista propuesta ley de reformas, como en aborto y derechos reproductivos, cuestiones que van a ser centrales en la campaña.
TONO ENÉRGICO A lo largo de más de una hora de discurso (68 minutos) buscó mostrarse enérgico, elevando a menudo el tono, aunque le pasara factura a su garganta y elevara el carraspeo que ya le dispara el reflujo gastroesofágico que padece. Y buscó el intercambio directo con los republicanos que le increpaban, algo que en el discurso del año pasado hizo con soltura y obteniendo buenos resultados.
Nada más arrancar la intervención
el demócrata bromeó diciendo: «Si fuera listo me iría a casa ahora». Y también cuando la cerraba comentó: «Sé que no lo parece pero llevo un tiempo dando vueltas». Pero fue en esa recta final cuando directamente abordó la cuestión de su edad, tratando de volverla en su favor.
«Cuando llegas a mi edad ciertas cosas se vuelven más claras que nunca. La cuestión que enfrenta nuestra nación no es lo viejos que somos sino lo viejas que son nuestras ideas», afirmó, lanzando dardos tácitos a Trump. «No puedes liderar EEUU con ideas viejas que solo nos hacen retroceder». Definiéndose como «optimista» declaró: «Veo un futuro donde defendemos la democracia, no la minamos; en el que restauramos el derecho a elegir y protegemos otras libertades, no las restringimos».