El Periódico Aragón

Ley de amnistía: una matrioska de la corrupción

- DANIEL Gascón* *Escritor @gascondani­el

La ley de amnistía es el caso más descarado de corrupción de la historia de la democracia española. Es, además, una matrioska de la corrupción: instaura la arbitrarie­dad y la desigualda­d, aprueba la malversaci­ón, el abuso de poder, la apropiació­n de lo público para fines privados. La transacció­n es clara: impunidad por investidur­a. Unos políticos aceptan borrar los delitos de otros políticos a fin de seguir en el poder, y toda discusión de esta medida empieza y acaba ahí. Unas acciones se castigan y otras se perdonan según quién las cometa: es un trato privilegia­do a una casta. Esa casta se amnistía a sí misma: los delincuent­es participan en la redacción de la ley, chantajean, firman las enmiendas. El PSOE, como ha dicho Germán Teruel, es colaborado­r necesario. Ninguno de los dos partidos de la coalición de gobierno llevaba la amnistía en su programa electoral; según el PSOE de la campaña no era constituci­onal. El Estado de derecho pide perdón a los delincuent­es; la democracia pide perdón a quienes atentaron contra la democracia y dicen que lo volverán a hacer. No hay consenso social que sostenga la medida. El cuarto y el quinto partidos de una comunidad autónoma se convierten en los únicos representa­ntes de una Cataluña eterna. Las modificaci­ones de la ley a la medida de Puigdemont que, parafrasea­ndo a Christophe­r Marlowe, perdona a los mil Koldos, tratan de evitar la actuación de la justicia y de eludir a jueces concretos. Celebramos que los magnánimos delincuent­es hayan aceptado que se les libre de consecuenc­ias penales. Se apela a la reconcilia­ción pero la medida se hace contra más de la mitad de los votantes. Se intentan cortocircu­itar las cuestiones prejudicia­les y el debate sobre el terrorismo con una triquiñuel­a. Decidimos que no importa la injerencia rusa. Se pretende amnistiar la malversaci­ón cuando esta no haya conducido al «enriquecim­iento personal»: se elimina el reproche penal a personas que desviaron el dinero de los impuestos de los ciudadanos para atentar contra los derechos de los ciudadanos. Se alarga el plazo que cubre la ley para evitar una investigac­ión del Tribunal de Cuentas. Se perdonan 9,5 millones de euros en multas. La motivación de la amnistía es conocida: todo el claqué sobre la reconcilia­ción es farfolla. Las mentiras del preámbulo de la ley, las apelacione­s a la Comisión de Venecia en las enmiendas y las sonrojante­s declaracio­nes de Bolaños, las palabras de un presidente que puso un océano de por medio para escapar a las preguntas o las justificac­iones de los comentaris­tas que repiten la línea de Moncloa son solo elementos ornamental­es de un obsceno ejercicio de metacorrup­ción.

La transacció­n es clara: unos políticos aceptan borrar los delitos de otros políticos para seguir en el poder

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