Menores de edad y conducta suicida, un problema creciente
En los últimos años y, sobre todo a raíz de la pandemia, venimos observando un incremento en los problemas de salud mental en la población general, más aún si hablamos de poblaciones más vulnerables, como son la infancia y la adolescencia
En los últimos años y, sobre todo a raíz de la pandemia, venimos observando un incremento en los problemas de salud mental en la población general, más aún si hablamos de poblaciones más vulnerables, como son la infancia y la adolescencia.
En las Líneas de Ayuda de Fundación ANAR, donde recibimos las consultas de menores de edad que están sufriendo por diversos motivos, hemos pasado de atender 131 casos por conducta suicida en el año 2012 a 4.554 casos en 2022, lo que supone un incremento del 3.376,3% en 10 años, una curva ascendente que se vio agudizada especialmente desde los años posteriores a la pandemia y que conserva la tendencia al alza en 2023.
Destaca, además, que las llamadas de niños, niñas y adolescentes relacionadas con problemas de salud mental han escalado hasta situarse por primera vez en 2022 como el principal motivo de consulta, por encima de los problemas relacionados con violencia. La ideación o el intento de suicidio es el primero de los motivos de llamada dentro de este bloque.
Hablamos de menores de edad, en su mayoría mujeres entre los 13 y 17 años, pero también en edades más tempranas, que han pensado que el suicidio era una solución para dejar de sufrir, sin saber que había otras maneras de afrontar sus problemas hasta que llamaron a ANAR. En 2022, 1.275 de ellos y ellas ya habían iniciado el intento de suicidio cuando decidieron llamar al teléfono o chat de la fundación y gracias a la intervención de las líneas de ayuda pudieron salir de esa situación de alto riesgo.
Identificamos una serie de colectivos especialmente vulnerables como son: niños y niñas migrantes, colectivos LGTBI+ y menores de edad con discapacidad.
Ante estas cifras, cabe preguntarse cuáles son los factores que están afectando a la salud mental de los menores de edad. Y no existe una respuesta única, ya que se trata de un problema multifactorial y multicausal, cuya complejidad ha aumentado en los últimos años. Pero sí podemos establecer cuáles son las situaciones que más se repiten detrás de estas llamadas, identificando situaciones de violencia, por un lado, y problemas de salud mental, por otro.
Violencia y salud mental
Dentro de las situaciones de violencia, vemos que las que más se relacionan son la violencia intrafamiliar, seguida del acoso escolar y el ciberbullying, la violencia de género y las agresiones sexuales.
En el ámbito de la salud men
tal, encontramos problemas asociados como autolesiones, que se convierten en la antesala del intento de suicidio en muchos casos; problemas de conducta, donde el o la menor de edad presenta actitudes violentas hacia los demás y también hacia sí mismo, y otros problemas psicológicos, como trastornos de conducta alimentaria, ansiedad o síntomas depresivos.
En la mayoría de las ocasiones, las causas y factores que preceden a una ideación o intento de suicidio no van solas, sino que coinciden varias de ellas, y no tienen por qué ser problemas reiterados, puede ser un problema ocasional en el que el niño o niña, o adolescente, no desarrolla o identifica convenientemente las herramientas para abordar esa situación. Pero hay que recordar que siempre hay una salida posible.
A estos problemas que padece directamente el o la menor de edad, se suman otros riesgos externos como la tecnología, que estaba presente en el 51,5% de las llamadas que recibimos. Muchos de ellos y ellas recurren a internet buscando ayuda o la solución a sus problemas y lo que encuentran son contenidos que vienen a reforzar su ideación suicida, referentes en personas que no son profesionales e incluso claves y herramientas sobre cómo llevar a cabo el suicidio o las autolesiones con gran facilidad.
Actuar en prevención es clave, para ello hay que estar atento a las señales de riesgo, como un cambio muy señalado en el estado de ánimo y el comportamiento, bajada de rendimiento escolar, aislamiento social prolongado o autolesiones, entre otros.
Escuchar y acompañar
Ante estas señales de alerta, las recomendaciones más inmediatas son desarrollar ese espacio de escucha y diálogo, donde el menor o adolescente se sienta acompañado ante un problema o dificultad y que se potencie su sentimiento de pertenencia a la familia y su autoestima. Esto va a ayudar mucho a abordar la compleja situación que está atravesando y a que vea que siempre hay una solución, quizás no inmediata, pero sí en el corto o medio plazo; los problemas no duran para siempre y la situación va a mejorar.
Además de esto, es fundamental recurrir a ayuda psicológica profesional, que hará mucho bien tanto al menor de edad, como a la propia familia, para saber gestionar la situación y manejar las emociones desagradables. Llama la atención que, de todas las llamadas recibidas, únicamente un 44% de los menores de edad estaban recibiendo atención psicológica especializada, lo cual constituye un factor de riesgo significativo. Las Líneas de Ayuda ANAR, atendidas por profesionales (psicólogos, abogados y trabajadores sociales) son gratuitas y están disponibles las 24 horas, todos los días del año.
Igual que existen factores de riesgo, también tenemos factores de protección como son el desarrollo de habilidades para afrontar una situación de malestar y estrés continuo o frecuente; potenciar el autoconcepto positivo; trabajar el autocontrol emocional; aportar seguridad, protección y sentido de pertenencia; participar en aficiones e intereses y reforzando lazos afectivos, entre otros que, unidos a un acompañamiento psicológico profesional serán de gran ayuda para superar la situación y salvar a personas que tienen toda la vida por delante.
Las atenciones por conducta suicida han subido un 3.376% en la última década