El Periódico Aragón

Amath rubrica el epitafio

Dos goles del extremo tumban a un Zaragoza fantasmal, sin fútbol y sin alma, y a Velázquez

- S. VALERO ZARAGOZA

Lleva ya semanas el Zaragoza presentand­o un aspecto mortecino, cadavérico, y en Zorrilla se escribió un nuevo capítulo con Amath Ndiaye como ejecutor de un espectro, un equipo sin alma ni fundamento­s, una banda de jugadores que están lejísimos de su nivel y que actúan además mal dirigidos por un Julio Velázquez al que ya no le quedan más vidas en el banquillo. Su Zaragoza se ha caído por completo, con esta dolorosa racha de un punto de 15, nunca tuvo fútbol, pero al principio levantó el vuelo de un equipo que se había hundido con Escribá. Ahora, tiene menos juego si cabe y es una verdadera lástima andante, sin recursos ni capacidad. En Pucela la diferencia la puso Amath, pero lo cierto es que todos los rivales son mejores que este Zaragoza derruido y derrumbado.

El guion de esta temporada decepciona­nte ya apunta a mirar al peligro, a señalar la zona de descenso

a falta de 12 jornadas, ahora a siete puntos, un colchón que puede menguar hoy y que ahora mismo es lo único que mantiene con esperanza a este Zaragoza desnortado y sin un hilo, que perdió la agresivida­d que le dio la llegada de Velázquez y que se ha quedado desnudo, lo mismo que los argumentos de un entrenador que en poco más de tres meses va a cerrar su etapa en el Zaragoza.

Velázquez dispuso un once con la novedad de Lucas Terrer, al que acostó en banda derecha, de falso interior, y con defensa de cuatro en la que Jair era la pareja de Lluís López y Francés se situaba a la izquierda con Valera por delante y dejando la sala de máquinas a Grau y Toni Moya para que Azón y Maiel Mesa estuvieran arriba. Por decir algo, visto el juego ofensivo. El Valladolid, afilado por Buik en el costado derecho y por Amath en el izquierdo, dio claros síntomas de tener más capacidad de desequilib­rio desde el principio del pleito.

Nada más arrancar, una mala salida de Jair acabó en una ocasión en la que se entretuvo Monchu, que después falló de cabeza un centro de Luis Pérez. El Valladolid volcaba más su juego por el

costado de Valera y Francés, que sufría ante Buyk, y obtenía réditos, porque el Zaragoza, cuando lograba la posesión, era un dolor, sin apenas movilidad, sin un desmarque ni una acción interesant­e, sin talento ni fútbol asociativo. Maikel Mesa lanzó desde la frontal y el balón se fue fuera y Valera se encontró con otro a pase de Mesa tras una de las pocas peleas con fruto de Azón, pero lo estrelló en el cuerpo de un rival.

Ahí se acabó en ataque el cuadro zaragocist­a en el primer acto y se incrementó el dominio del Pucela, que generaba peligro por los dos costados, ya que Amath Ndiaye se empezó a relamer ante Fran Gámez, haciéndole un caño que interceptó Terrer. Fue el aviso de lo que vendría después. Antes llegó otro centro de Luis Pérez tras despiste en el carril zurdo de Valera y, cuando la primera parte agonizaba, Amath, un fichaje de verdad de enero, de los que son diferencia­les, se marchó fácil de Fran Gámez, Lluís López tapó poco y el derechazo del extremo acabó en la red de Edgar Badía (m.43).

La segunda parte arrancó con un Zaragoza de faz algo mejorada, aunque era difícil hacerlo peor. El Valladolid, sabedor de la incapacida­d del rival, le dio el balón y una llegada de Fran Gámez y Toni Moya acabó en una mala decisión de Valera, que insistió en dos jugadas más en acabar mal las acciones. Azón, tras una buena jugada de Toni Moya, el mejor zaragocist­a en esos minutos, volvió a errar en un equipo que había mejorado con el balón, pero que era incapaz de ejecutar con algo de calidad en su parcela ofensiva.

Velázquez apostó por Lecoeuche y Enrich, retirando a Terrer, que apenas pudo ofrecer cosas en tan difícil escenario, y Jair y situando a Francés en el eje y a Valera en el cotado derecho para que Azón cayera en el izquierdo, aunque con la idea de atacar con tres. Sin embargo, el efecto se notó poco o nada. Negredo, recién salido, mandó al limbo una mala cobertura de Valera ante Escudero y un error de Badía no lo aprovechó el Tiburón tras dejada de Meseguer. Volvió a agitar la ruleta Velázquez con Sans y Aguado, pero el Zaragoza ya se había diluido en lo poco que creció. Maikel Mesa, lento, no aprovechó una dejada de Enrich, que protestó un penalti que no existió antes de que Amath sentara a Francés y ejecutara al Zaragoza con el 2-0. Y a Velázquez.

 ?? CARLOS GIL-ROIG ?? Sergi Enrich y Maikel Mesa se lamentan tras el segundo gol del Valladolid.
CARLOS GIL-ROIG Sergi Enrich y Maikel Mesa se lamentan tras el segundo gol del Valladolid.

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