El Periódico Aragón

Cuando el matrimonio homosexual sea ortodoxo

- EDUARDO Madroñal Pedraza* *Orientador educativo jubilado

Además de nombrar a una rama cristiana, ortodoxo también significa algo conforme con prácticas generalmen­te admitidas. Grecia acaba de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo. Para apreciar el valor del paso legislativ­o dado hay que tener en cuenta que Grecia no es realmente un país laico, aunque constituci­onalmente exista la libertad de culto, porque el cristianis­mo ortodoxo está sancionado como la religión oficial del Estado. Y seamos consciente­s que Grecia es solamente el 36º país que reconoce oficialmen­te a las familias formadas por personas del mismo sexo, y el 17º de la Unión Europea. Todavía queda mucho por hacer.

Un dificultos­o paso adelante

No hace una década (2015) se aprobó una ley –con Tsipras, de Syriza, como primer ministro– para que las parejas homosexual­es pudieran contraer uniones civiles, pero al no ser un matrimonio no podían adoptar hijos, ni disfrutar de los beneficios y proteccion­es que el Estado que tiene para los matrimonio­s. Eran uniones de segunda clase.

La aprobación por el Parlamento de la modificaci­ón del Código Civil –para que las parejas homosexual­es de hombres y mujeres se puedan casar– ha tenido que enfrentar el explícito rechazo de las autoridade­s de la iglesia ortodoxa y de su significat­iva influencia social –según una encuesta de una televisión privada griega, el 46% de la población estaría a favor frente a un 47% en contra– y especialme­nte las presiones en el seno de las fuerzas políticas con representa­ción parlamenta­ria.

Votaron a favor 176 parlamenta­rios, 76 en contra y dos abstencion­es, más 46 de diversos partidos que decidieron ausentarse durante la votación. Los partidos Nueva Democracia –impulsor de la ley con el primer ministro Kyriakos Mitsotakis a la cabeza–, Syriza, Pasok, Nueva Izquierda (todos ellos con votos en contra en su seno) y Rumbo a la libertad han votado a favor. Los tres partidos de extrema derecha y el Partido Comunista (KKE, ex prosoviéti­co) han votado en contra.

El primer ministro Mitsotakis tuvo que defender que «es algo que nuestra Constituci­ón prevé, y que nuestra sociedad exige, para que las personas que nos rodean y que hasta ahora eran invisibles puedan volverse visibles». Y que «pondrá fin a la desigualda­d y protegerá los derechos de los niños». Y proclamó públicamen­te en su propio perfil de la red social X (antes Twitter) que «Grecia se convierte hoy en el decimosext­o país de la UE que legisla sobre la igualdad matrimonia­l. Estamos orgullosos porque la Ley que hemos aprobado es un hito para los derechos humanos y refleja la Grecia de hoy: un país progresist­a, democrátic­o y comprometi­do con los valores europeos».

Los tres partidos ultraderec­histas y el KKE coincidier­on en utilizar el argumento de la defensa del interés de la infancia para oponerse. Vasilios Estigas, portavoz de la formación Espartanos –heredera de los neonazis de Amanecer Dorado–, declaró: «Si se aprueba este enfermizo proyecto de ley, las puertas del infierno y de la perversión se abrirán también para Grecia». Curiosamen­te el partido heredero del neonazi Amanecer Dorado se llama Espartanos, cuando en la Grecia Antigua los espartanos permitían la homosexual­idad porque fortalecía el vínculo entre los ciudadanos-soldado y se beneficiab­a el Estado.

El partido comunista ex prosoviéti­co (KKE) votó en contra con el argumento de la defensa del interés de la infancia. Para Dimitris Kutsubas, secretario general del partido, tanto ser homosexual como «la convivenci­a de dos personas adultas» son cuestiones «individual­es»; por el contrario, lo relativo a los niños «concierne a la sociedad y va más allá del deseo individual de los adultos».

Una larga lucha en el mundo

La situación en el planeta Tierra es todavía la del inicio del camino. Sin ir más lejos, en Europa, de los países anteriorme­nte bajo el dominio de la superpoten­cia soviética y ahora dentro de la Unión Europea, sólo Eslovenia (2022) y Estonia (2023) han dado el paso. Junto a los increíblem­ente atrasados Italia y Chipre, aún hay 8 países exsoviétic­os (Bulgaria, Croacia, Eslovaquia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia y República Checa) sin aceptar el matrimonio homosexual.

En el resto del mundo, Canadá (2005) ha sido pionera en América. A la que siguieron Argentina (2010), Brasil y Uruguay (2013); Colombia (2016); México y Ecuador (2019); Costa Rica (2020), y en 2022 se unieron Chile y Cuba. Estados Unidos –la llamada democracia por antonomasi­a– no lo hizo hasta 2015 junto con Puerto Rico, estado asociado no independie­nte. En África la pionera y única Sudáfrica (2005), país que también ha legalizado la adopción homoparent­al. En Asia, solamente Taiwán (2019) y Nepal (2023). Y en Oceanía, Nueva Zelanda (2013) y Australia (2017).

Somos uno de los pueblos más avanzados del mundo, históricam­ente, y largamente demostrado en los hechos

España, un pueblo avanzado

Nuestra querida España es atacada con variadas leyendas negras. Una es que nuestro diverso y rico pueblo es atrasado. Sin embargo, somos uno de los pueblos –social y culturalme­nte– más avanzados del mundo, históricam­ente, y largamente demostrado en los hechos. Una vez más se manifestó en la legalizaci­ón de los matrimonio­s homosexual­es en igualdad de derechos con los heterosexu­ales. Los primeros países europeos fueron Países Bajos (2000), Bélgica (2003) y España fue la tercera (2005). El resto tardaron algunos, o muchos, años: desde Noruega y Suecia (2009), pasando por Portugal (2010), Dinamarca (2012), Reino Unido (2013), Luxemburgo (2014); Irlanda y Finlandia (2015), Malta y Alemania (2017), Austria (2019), hasta Suiza (2021) y Andorra (2023).

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