El Periódico Aragón

REAL ZARAGOZA Víctor y el gen ganador del Real Zaragoza de Mas

El proyecto de la actual propiedad tiene potencia financiera. Solo le falta acierto

- SERGIO PÉREZ Redactor jefe de Deportes de El Periódico de Aragón

A día de hoy, que luego todo cambiará, como todo cambia en el fútbol, es difícil ver alguna luz que alumbre cierta esperanza para el futuro, más allá del enorme resplandor que Víctor Fernández produce por sí solo. El panorama que está viviendo el Real Zaragoza en este último mes ha sido angustioso con otra crisis de profundida­d después de cinco jornadas sin ganar, un punto sumado de quince posibles, otro entrenador consumido y aparenteme­nte una temporada más tirada al traste sin cumplir los objetivos, la undécima consecutiv­a en Segunda con el equipo metido en otro socavón tremendo en marzo.

El fútbol es así por muchas razones y también porque produce emociones extremas. De extrema felicidad, de extrema euforia, de extrema preocupaci­ón o de extrema indignació­n, como la que ha generado la actual coyuntura con Julio Velázquez al mando. Más todavía en un Real Zaragoza como el contemporá­neo, un club desubicado, fuera de su espacio natural y que en más de diez años ha acumulado todo tipo de frustracio­nes y desengaños, algunos por la inercia de varias temporadas sin nada que llevarse a la boca y otros importante­s después de llevar el pico de la ilusión hasta sus máximos con razones deportivas fundadas.

En estos días pasados, nada ha valido. Todo era tierra quemada y resultaba realmente complicado ver algo más que terreno abrasado.

La temporada que empezó con la euforia desbordada y al son del Moverse, maños, moverse se enredó de la peor manera posible y ha acabado bailando sobre la tumba de dos entrenador­es. Con argumentos y buen criterio, el pueblo ha exigido decisiones y reclamado cabezas. La de Julio Velázquez es la última que se le ha servido.

Cuando todo pase, que lo primero que hay que hacer es poner la temporada a resguardo, que aún no está conseguido, empezará a escampar de nuevo, más todavía con una figura tan expansiva como la de Víctor Fernández al frente. Desde el punto de vista deportivo, el Real Zaragoza de Jorge Mas ha fallado en sus dos primeros años y, más allá de la sensible mejoría del estado financiero de la SAD, no ha cumplido con su objetivo: el ascenso.

Sin embargo, y aunque ahora pueda parecer extemporán­eo decirlo, estamos ante un proyecto con un gen claramente ganador por una razón fundamenta­l: tiene potencia financiera y dinero, que es lo necesario e imprescind­ible para construir proyectos aspirantes a subir. El dinero mal invertido es una losa, una carga que oprime, como ha ocurrido este año con los entrenador­es, especialme­nte el segundo, de muy bajo nivel para la plaza, con porteros que arruinan temporadas o con goleadores que se olvidan de marcar goles de un día para otro. Pero bien utilizado es una catapulta.

Cerrado el penoso capítulo de Julio Velázquez, el Real Zaragoza se ha echado en brazos de Víctor Fernández, mitad por convencimi­ento, mitad por necesidad. El club estaba entre la espada y la pared de demasiadas decisiones erróneas. Con Fernández volverá la ilusión y el viento empujará de cola. Con un límite salarial todavía mayor para la próxima temporada (en este mercado invernal ha alcanzado ya los 10,7 millones de euros aunque no hayan cundido), este proyecto que ha parecido perdedor en este año y medio debería volver a coger enseguida un color claramente ganador.

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