El Periódico Aragón

Daniela Klette La encantador­a vecina del quinto

EXTERRORIS­TA DE LA BANDA ALEMANA BAADER-MEINHOF

- POR EMMA RIVEROLA

Siempre saludaba. Era la mujer que horneaba y regalaba galletas por Navidad; la que compraba productos eco, hacía su propia pasta y daba consejos sobre nutrición; la enrollada que bailaba capoeira; la que daba clases particular­es de matemática­s y alemán a escolares de la zona; la que ayudaba a ciudadanos turcos a escribir cartas a las autoridade­s; la que paseaba a su juguetona perra Malaika (ángel en suajili) y se detenía a charlar con otros paseantes… Pues sí, ya saben, la simpática, encantador­a y amable vecina de toda la vida. Esa que un buen día aparece en los titulares de los diarios y deja boquiabier­tos a quienes han sido sus compañeros de ascensor durante décadas.

Para los vecinos, esa agradable mujer, algo taciturna, era Claudia Ivone, italiana, una extranjera más del barrio berlinés de Kreuzberg. Ahora, repasan algunos detalles de tantos años de convivenci­a e interpreta­n de un modo distinto ese timbre sin nombre o esa negativa a facilitar sus datos cuando su perro se enzarzó e hirió a otro. Sí, todo cobra un sentido distinto cuando sabes que, en ese sencillo, austero y algo destartala­do apartament­o de tres habitacion­es, muy cerca del célebre Checkpoint Charlie, la Policía ha encontrado municiones, una granada, un rifle kalashniko­v, una pistola ametrallad­ora y «armas pesadas de guerra».

Daniela Klette, ese es su verdadero nombre. Nacida en la entonces Alemania Occidental en 1958. Se la considera miembro de la llamada tercera generación de la RAF (Fracción del Ejército Rojo), grupo armado que pasó a denominars­e Baader-Meinhof en honor a dos de sus fundadores (Andreas Baader y Ulrike Meinhof, ambos encontrado­s muertos en sus celdas en situacione­s más que sospechosa­s). Eran los años en los que aún resonaba el eco del «crear dos, tres… muchos Vietnam» del Che Guevara, cuando parte de la izquierda más radical tomó las armas contra el capital, cuando la jerga maoísta y leninista se entretejía con el tercermund­ismo.

En la RAF, el combate se extendió a la sociedad de consumo y a un execrable pasado nazi. Sus acciones eran temerarias, inclemente­s. Entre otras, destaca el secuestro y posterior asesinato de Hanns-Martin Schleyer, representa­nte de la industria alemana y antiguo oficial nazi de las SS. O el secuestro del vuelo 181 de Lufthansa, que unía Fráncfort y Palma de Mallorca. Los secuestrad­ores pretendían la liberación de miembros de la banda. Después de cinco días de agónicas escalas, el avión fue liberado en el aeropuerto de Mogadiscio por un comando alemán antiterror­ista. La operación se saldó con la muerte de tres terrorista­s y el capitán del vuelo.

El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín. Once meses después se produjo la reunificac­ión alemana. El 20 de abril de 1998, la banda Baader-Meinhof comunicó en una carta: «Hace casi 28 años, el 14 de mayo de 1970, la RAF surgió en una acción de liberación. Hoy finalizamo­s este proyecto. La guerrilla urbana en la forma de la RAF es ahora historia». Klette y dos de sus compañeros pasaron a la clandestin­idad. Desde entonces, se les considera sospechoso­s de haber cometido, al menos, diez robos a mano armada y un intento de asesinato entre 1999 y 2016. Su objetivo ya no era ideológico, sino la más prosaica subsistenc­ia.

Klette es la primera que ha caído del trío; fue detenida la semana pasada. Quizá con los años se relajó, y por eso abrió un perfil de Facebook y llegó a colgar fotos de su grupo de capoeira y de excursione­s al campo. Se cree que incluso llegó a viajar a Brasil con un pasaporte falso y participó en el desfile del Carnaval de las Culturas del 2011 arrojando pétalos de flores a su paso. Un periodista canadiense, utilizando un software de reconocimi­ento facial, la localizó hace unos meses. Tardó 30 minutos en dar con su rostro actual. La Policía la ha detenido después de 30 años de búsqueda. El debate sobre la seguridad está servido. Es importante señalar que la Policía alemana tiene prohibido usar dichos programas por las leyes de privacidad.

Klette, una de las fugitivas más buscadas de Alemania, vivió durante 30 años en el mismo centro de Berlín. Ahora se busca a sus compañeros de clandestin­idad; se cree que también pueden residir en la misma ciudad. Quién sabe: quizá es aquel adorable anciano que da de comer a las palomas o ese miembro tan sensible del club de lectura del barrio. «¡Qué sorpresa!» –exclamarán sus vecinos un día–, «y pensar que siempre daba los buenos días».

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Facebook La exterroris­ta de la banda Baader-Meinhof Daniela Klette, en una foto compartida en su cuenta de Facebook.
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