Permitidles enfermar
La vida tiene sus enfermedades y su fin, pero dura cada día. Los monarcas lo son de por vida –infantes o príncipes cuando nacen y reyes cuando heredan– pero en cuanto tienen un cáncer, la opinión pública se altera. Más que preocuparles la salud de rey, les preocupa la de la monarquía Incluso en Reino Unido, la monarquía por excelencia, valga la contradicción. Los monarcas engendran, paren y crían para asegurar la sucesión, pero los monárquicos ven un grave suceso para la institución cambiar rey muerto por repuesto. No se entiende: acaba de morir una reina y de enfermar su rey, pero hay un príncipe esperando y tiene sucesor ¿cuál es el problema para una institución consolidada por los siglos y por el más estricto sistema de clases de Occidente? Ni siquiera es la primera vez que pasa. Eduardo VII, hijo de la reina Victoria, aguardó el trono 59 años, 2 meses y 13 días; Carlos III, hijo de Isabel II, 73 años, 9 meses y 25 días. Al cambio, por ahí andará la expectativa de vida (de reyes) del siglo XX al XXI. Eduardo gobernó 9 años y 3 meses y Carlos lleva año y medio.
Los ancianos candidatos a la Casa Blanca despiertan la pregunta de si el vencedor llegará vivo al fin de la presidencia. El joven John F. Kennedy, que tuvo pésima salud, llegó a la presidencia con 44 años y no gobernó dos porque le volaron la cabeza. La nación ha sobrevivido a este magnicidio y a modélicas teorías de la conspiración porque incluso en el país del individualismo endémico las instituciones están por encima y por debajo del presidente. Sería más pertinente estimar qué es más peligroso para la salud, si la edad de Biden y las declaraciones malotanistas de Trump.
No aprendemos. Un estornudo de Francisco inquieta a la comunidad católica que tuvo en Juan Pablo II un papa gagá durante el siglo XXI. No hay institución más duradera que la Iglesia de Roma. En 21 siglos reúne 10 papas asesinados y 11 más presuntamente asesinados (descontados los mártires) y a la silla de Pedro se llega a edad de cardenal (la media es de 78 años) y de por vida. Aprendamos.