El Periódico Aragón

Cuando Aragón intentó separar Castilla y León

- SERGIO MARTÍNEZ GIL Sergio Martínez Gil es historiado­r y co-director de Historia de Aragón

Las décadas finales del siglo XIII y también del comienzo del XIV fueron convulsas en toda Europa, y por supuesto también lo fueron en los reinos cristianos de la península Ibérica. Una historia que comienza con la muerte de un heredero al trono, prosigue con guerras civiles y acaba con un monarca de la Casa de Aragón conquistan­do Murcia e intentando separar a Castilla y León en dos reinos enfrentado­s y más débiles. Y es que esos dos reinos no siempre estuvieron unidos, pero una vez que así lo estuvieron se convirtier­on en el gran poder de la cristianda­d peninsular, superando en recursos a la propia Corona de Aragón o a los reinos de Navarra, Portugal y al emirato granadino.

Todo comenzó en el año 1275, cuando falleció el primogénit­o y heredero de Alfonso X el Sabio de Castilla, el infante Fernando de la Cerda. Hasta entonces, la tradición del Derecho consuetudi­nario castellano hacía que fuerao el siguiente hermano el que se convirtier­a en el nuevo heredero, que en este caso era el infante Sancho. Sin embargo, el rey Alfonso X introdujo las famosas «Siete partidas», un cuerpo normativo basado en buena medida en el Derecho Romano para tratar de dar cierta uniformida­d jurídica en todos sus dominios y solucionar el batiburril­lo de fueros y tradicione­s que existían hasta entonces. Según esas nuevas leyes, el infante Sancho no debía ser el heredero, como marcaba hasta entonces la tradición, sino los hijos que había tenido su hermano mayor Fernando de la Cerda antes de fallecer. De modo que el lío ya estaba montado, y los grandes nobles, así como las ciudades más importante­s empezaron a posicionar­se apoyando a uno u otro bando, llegando a estallar una guerra civil en Castilla en la que el infante Sancho destronó a su propio padre. En un principio al rey Alfonso X apenas le apoyaron las ciudades de Sevilla y Murcia, pero con el paso del tiempo fue ganando terreno a su hijo Sancho y, cuando parecía que ya estaba empezando a controlar la situación, el anciano monarca falleció en el año 1284.

Ante su muerte, y que sus sobrinos eran todavía muy jóvenes, finalmente el infante Sancho se convirtió en el rey Sancho IV de Castilla y León, quien reinó hasta el año 1295. Sin embargo, el matrimonio de este con María de Molina nunca fue aceptado por la Iglesia, que nunca dio la tradiciona­l bula para solucionar las habituales situacione­s de consanguin­eidad ya que eran parientes. Por ello, a la muerte del

El rey Jaime II de Aragón trató de separar a los reinos de Castilla y León para debilitarl­os

rey Sancho volvieron a desatarse las luchas internas entre los Infantes de la Cerda, el hijo y sucesor del rey Sancho, es decir, Fernando IV el Emplazado, y el infante Juan el de Tarifa, que no reconocía como rey a su sobrino Fernando pues le considerab­a un hijo ilegítimo. Todos ellos reclamaban el trono, y es ahí donde entra el rey Jaime II de Aragón, uno de los monarcas más importante­s de la historia de la Corona aragonesa y de gran inteligenc­ia política. Como se suele decir, a río revuelto ganancia de pescadores, y eso trató de hacer un Jaime II que urdió una alianza con Portugal, Francia y en ciertos momentos también con Granada para apoyar a los diferentes candidatos y conseguir así dividir en dos al gigante peninsular. Y es que si Castilla y León volvían a ir de nuevo por separado como había ocurrido en el primer tercio de ese mismo siglo XIII, su poder sería mucho menor. La Corona de Aragón envió incluso un ejército hasta tierras vallisolet­anas para apoyar militarmen­te a uno de los candidatos, aunque esa campaña acabó en desastre ante una epidemia que se desató en el campamento obligando al ejército a retirarse.

Pero este no era el único interés que tenía Jaime II, y es que envió también un ejército que entre los años 1296 y 1300 consiguió conquistar prácticame­nte todo el reino de Murcia, que según los tratados que habían ido firmando desde hacía tiempo las Coronas de Aragón y de Castilla pertenecía a esta última. Un reino que no sólo estaba conformado por lo que hoy en día es la región murciana, sino también parte de tierras manchegas, así como de la actual provincia de Alicante. Esa invasión fue todo un éxito, y aunque finalmente ese intento de separar a Castilla y León no cuajó y Fernando IV consiguió mantenerse en el trono gracias a la habilidad política de su madre María de Molina, sí que la Corona de Aragón logró una importante expansión territoria­l.

En el año 1304 comenzaron las negociacio­nes, y aunque Jaime II no logró apoderarse de todo el reino murciano, sí que consiguió apoderarse gracias a los tratados de Torrellas y de Elche, este firmado en 1305, con lo que hoy en día forma la provincia alicantina, que fue anexionada al reino de Valencia. Esta fue, de hecho, la última gran expansión territoria­l de la Corona de Aragón en la península Ibérica, germen de futuros conflictos, y en parte responsabl­e de la actual división provincial en la zona levantina.

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Consejo de nobles presidido por Jaime II de Aragón.

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