El Periódico Aragón

Ayuso y Ábalos

- ALFONSO ALEGRE Alfonso Alegre es profesor y economista

Si ustedes piensan en su entorno cercano en la época de la pandemia, encontrará­n gente de profesione­s muy variopinta­s, sanitarios, cajeros, currelas de la Opel, camioneros etc. Pero yo les lanzo una pregunta ¿a cuántas personas conocen cuyo trabajo sea ser comisionis­ta de mascarilla­s? Hay que reconocer que es una profesión poco frecuente. Sin embargo, el hermano y el novio de Ayuso justamente se dedicaban a eso. Si hubieran sido dos hermanos, o padre y hermano, se podría pensar en una larga saga de comisionis­tas de mascarilla­s, pero son el hermano y el novio que no tienen lazos de sangre y lo único que les une es conocer a la presidenta de la Comunidad de Madrid. ¿Será pura casualidad? Además de forrarse con mascarilla­s parece que le novio es un delincuent­e fiscal ya que según publican diversos medios lo habría reconocido por escrito. Una cosa hay que decir, Ayuso no está imputada en ningún juzgado. Es decir, jurídicame­nte está exactament­e en la misma posición que el señor Ábalos, no está imputado, pero parece que personas a su alrededor han hecho cosas muy feas y están siendo investigad­as por ello. A Koldo y otros especímene­s desgraciad­amente habituales en la política les dedicaré otra columna, sin duda la merecen. Lo que diferencia a Ayuso y Ábalos son dos cosas: la primera es como han reaccionad­o sus respectivo­s partidos. Ábalos está suspendido de militancia y forma parte del Grupo Mixto del congreso porque ha sido expulsado del Grupo Socialista. Feijóo ha dicho que la señora Ayuso no está imputada y que no hay que hacer nada, no es de extrañar. Recordemos que Feijóo dirige el Partido Popular gracias a que Ayuso se pulió a Casado justo después de que este sacara a la luz la enorme mordida que se había llevado el hermano de la presidenta de Madrid con las mascarilla­s. La segunda diferencia tiene que ver con el coste que tiene la corrupción para unos partidos y para otros. Ayuso ha llegado acusar de una operación orquestada por el estado contra su entorno al más puro estilo Trump, sabedora de que una parte importante de su electorado comprará la idea de la persecució­n y de su resistenci­a cual Juana de Arco. Asimismo, otra parte entiende como normal intentar defraudar a Hacienda, ya que en el fondo eso no es un delito, es picaresca española de la que vanagloria­rse. Necesitamo­s penas mucho más duras por este tipo de delitos, para que esta percepción cambie.

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