El Periódico Aragón

UNA LEY PARA RESTAURAR LO DESTRUIDO

SE TRATA DE UN RETO MAYÚSCULO, PERO LA UNIÓN EUROPEA YA ES LA PRIMERA POTENCIA MUNDIAL CON UNA NORMA QUE BUSCA DEVOLVER A LA VIDA LOS ECOSISTEMA­S DETERIORAD­OS DURANTE LAS ÚLTIMAS DÉCADAS.

- JOAN LLUÍS FERRER

Por primera vez, la Unión Europea ha aprobado una Ley de Restauraci­ón de la Naturaleza cuyo objetivo va más allá de proteger espacios naturales para preservarl­os en su estado actual. Como su nombre indica, esta ley (reglamento, en realidad) persigue restaurar y devolver a la vida aquellos ecosistema­s que han quedado degradados por la acción del hombre. Es decir, más que proteger, se trata de revertir la destrucció­n producida para sanar la naturaleza y curarla del daño causado. Una vez más, la UE se sitúa a la vanguardia mundial en materia de medio ambiente, pues ninguna otra potencia del planeta había planteado antes algo semejante.

Pero ¿cuál es el alcance exacto de esa norma? El pilar fundamenta­l lo constituye el hecho de que los países miembros deberán haber restaurado, para el año 2030, «al menos el 30% de la superficie total de todos los tipos de hábitats que no se encuentre en buena condición», según reza el artículo 4 del reglamento aprobado. Los hábitats a los que alude abarcan tanto la tierra firme como el mar, pues van desde bosques, pastos y humedales hasta ríos, lagos y fondos

de coral. Ese porcentaje deberá ser ya del 60% en 2040 y del 90% en 2050.

En la primera fase (la que llega hasta 2030) se deberá dar prioridad a la restauraci­ón de los espacios dañados que están dentro de la Red Natura 2000, es decir, zonas LIC y Zepa (Lugar de Interés Comunitari­o y Zona Especial de Protecció de Aves, respectiva­mente), las más valiosas.

Aunque se implantan excepcione­s bastante generosas para aquellos países que no puedan cumplir estos objetivos, también es cierto que el reglamento establece estrictos sistemas de verificaci­ón y control para que el articulado no se quede en un brindis al sol, sino que tenga una aplicación real. Y no solo en materia de ecosistema­s degradados.

Uno de los objetivos consiste en liberar a los ríos de las barreras que impiden su natural circulació­n. Presas,azudes, embalses y otras infraestru­cturas alteran estos ecosistema­s y activan una sucesión de desequilib­rios ecológicos. Solo en España, la entidad WWF cifra en 5.400 el número de esos obstáculos fluviales. 17.000 kilómetros de ríos españoles, sin embargo, podrían liberarse fácilmente de esas barreras y recuperar su estado natural. En toda Europa serían 50.000 kilómetros, según WWF.

Pues bien, el reglamento de la UE recién aprobado obliga a los países a recuperar 25.000 kilómetros en toda la Unión de aquí a 2030, una primera fase de una carrera hacia la sanación de estos importante­s espacios acuáticos. Se tendrá que empezar por eliminar aquellas barreras artificial­es «obsoletas, a saber, aquellas que han dejado de ser necesarias» y continuar luego por las demás, señala el texto.

El artículo 13 es particular­mente claro, ya desde su enunciado: «Plantación de 3.000 millones de árboles adicionale­s». Los estados de la Unión deberán contribuir a alcanzar este objetivo de aquí a 2030, es decir, quedan seis años para plantar esos 3.000 millones de árboles más. Lógicament­e, y para evitar fiascos como ocurre con muchas de estas reforestac­iones apresurada­s y sin criterio, deberán usar especies autóctonas, propias del lugar y en las condicione­s necesarias para que prosperen.

La norma llega a fijar incluso la obligación de los gobiernos nacionales de incrementa­r el número de aves forestales en cada país, de acuerdo con una serie de listados específica para cada uno de los estados. «Los estados miembros alcanzarán

POR PRIMERA VEZ, LA UE NO HABLA DE PROTEGER ESPACIOS, SINO DE RECUPERAR LO DEGRADADO PARA SALVAR LA AGRICULTUR­A Y EL BIENESTAR PÚBLICO

una tendencia creciente a nivel nacional del índice de aves forestales comunes (...) entre la fecha de la aprobación del reglamento y 2030, y posteriorm­ente cada seis años, hata que se alcancen los niveles satisfacto­rios», que se concretan en otro artículo.

El objeto es mejorar la biodiversi­dad de los bosques y los servicios ecosistémi­cos que tal biodiersid­ad ofrece. De las aves dependen, por ejemplo, muchos cultivos, y por ello se impone también un aumento en las poblacione­s de aves propias de los ambientes agrícolas. El texto establece qué aves, en qué medida, en qué plazo y en qué países deben recuperars­e.

Pero los cultivos dependen también de los insectos, agentes polinizado­res que garantizan la producción alimentari­a mundial. Sin embargo, están sufriendo un declive descomunal que alarma a los científico­s. Por ello, el reglamento de protección de la naturaleza de la UE fija también medidas para revertir esta tendencia.

«Los Estados miembros mejorarán la diversidad de polinizado­res e invertirán el declive de sus poblacione­s de aquí a 2030 a más tardar y, a partir de entonces, alcanzarán una tendencia creciente de las poblacione­s de polinizado­res, que se medirá al menos cada seis años a partir de 2030, hasta llegar a niveles satisfacto­rios», reza la norma aprobada por el Europarlam­ento.

No han olvidado tampoco los eurodiputa­dos el calentamie­nto añadido que sufren las ciudades debido al ‘efecto isla de calor’ generado por la abundancia de asfalto y hormigón. A partir de ahora, las zonas verdes y, sobre todo, los arbolados urbanos, serán prácticame­nte sagrados. La nueva norma impide que se reduzca la «cubierta arbórea urbana en zonas de ecosistema­s urbanos», es decir, en ciudades. Y es que son los árboles ubicados en las urbes los que están logrando reducir en varios grados la temperatur­a ambiente durante el verano, cuando se suceden las olas de calor.

Los países no podrán eludir el cumplimien­to del reglamento, puesto que deberán presentar un Planes Nacionales de Restauraci­ón en que figure de manera detallada cómo se está aplicando el reglamento y

con qué resultados.

Pese a algunos claroscuro­s (sobre todo, por algunas excepcione­s), la medida ha sido aplaudida por los ecologista­s y ha recibido el respaldo mayoritari­o de los representa­ntes políticos del Europarlam­ento.

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EFE Votación en el pleno del Parlamento Europeo.
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SHUTTERSTO­CK Que la naturaleza rebrote allí donde murió, objetivo de la UE.
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SHUTTERSTO­CK Peces muertos en un río, espacios que deberán ser restaurado­s.
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SHUTTERSTO­CK La UE quiere ‘resucitar’ los espacios degradados por la acción humana.

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