Martín Aisa baila sobre el hielo
El zaragozano ha aprovechado su aventura en el Erasmus para participar en el 10K de la Maratón del Hielo en Suecia, en la que consiguió un meritorio bronce. Lo celebró en el podio con una bandera del Real Zaragoza
Cambiar la ribera del Ebro por correr sobre un mar helado. Pasar del cierzo de Zaragoza a las gélidas temperaturas del norte de Europa. Intercambiar durante unos meses la capital aragonesa por la localidad sueca de Lulea, al norte de la costa de Suecia. Esta es la historia de Martín Aisa, un zaragozano que se encuentra de Erasmus en este país escandinavo y que ha aprovechado una de sus pasiones, el atletismo, para realizar una carrera única en el mundo en la que ha conseguido subirse al tercer escalón del podio.
La Maratón del Hielo es una de las pruebas más duras y sacrificadas de todo el planeta. Aparte de correr por encima de unas aguas congeladas, los atletas tienen que
competir contra unas temperaturas que pueden llegar a rozar los 30 grados bajo cero. Desde la clásica maratón hasta carreras de 21, 10 y 5 kilómetros, Martín no dudó ni un minuto en adentrarse en esta aventura y aprovechar su experiencia en el extranjero para vivir algo diferente.
«Estos últimos años me he aficionado a salir a correr con mis hermanos. Estaba ante una gran oportunidad y decidí apuntarme a una prueba única en el mundo. El Erasmus me ha brindado la posibilidad de correr esta 10K. Era algo que solo podría vivir una vez en la vida. Dos semanas antes de la carrera me apunté», comenta Aisa.
No es lo mismo correr sobre el asfalto del
Parque Grande que hacerlo sobre una inmensa placa de hielo. Para poder participar en esta carrera, una de las condiciones es el uso de unos clavos en la suela de las zapatillas. La presencia de estas puntas de hierro permite al corredor una mayor adhesión a la superficie. «Tuve la suerte de que unos amigos me dejaron unas suelas con clavos para poder correr sobre el hielo. Las probé unos minutos antes de la carrera y las sensaciones fueron muy positivas. Por suerte, apenas me resbalé», expresa.
Conforme iba dando zancadas y combatiendo contra el deshielo, a Martín se le vino a la memoria su tierra. Esa a la que tanto echa de menos, pero que, gracias a esta aventura llamada Erasmus, es la protagonista de esta historia: «Mientras iba corriendo, me vinieron algunos recuerdos de Aragón. El viento soplaba muy fuerte durante la carrera y me vino la sensación de estar corriendo a las orillas del Ebro». Saber lidiar con el frío sueco fue otro de los desafíos a los que se tuvo que enfrentar este zaragozano. «Hace un mes la temperatura media en Suecia era de unos diez grados bajo cero, pero el día de la carrera tuve suerte con el clima. Las temperaturas subieron hasta situarse en un grado por debajo de cero», relata.
Martín seguía sumando kilómetros a sus piernas mientras un mar de dudas merodeaba su cabeza, ¿se abrirá alguna grieta en el hielo? Por suerte, se encontró «bastante seguro» y ninguno de los corredores sufrió imprevistos: «No tuve ninguna sensación de que el hielo se pudiese romper», dice. La carrera se fue desarrollando con «sensaciones positivas» y Martín logró una gesta en la Maratón del Hielo. El zaragozano consiguió subir al podio para colocarse en el tercer escalón. La hazaña de colgarse la medalla de bronce dejó boquiabierto a todo el público sueco desplazado hasta el golfo de Botnia. El aragonés no tenía pensada ninguna celebración, pero, por si acaso, no dudó en llevarse la bandera de su equipo, la del Real Zaragoza. «La gente de Suecia se quedó un poco flipando cuando subí con este símbolo del club», comenta.