El Periódico Aragón

«Hay que poner barreras»

El Centro municipal de Atención y Prevención de las Adicciones (Cmapa) comenzó en el año 2000 un programa de prevención en centros escolares. En un principio se trabajó con las drogas, pero cada vez más con pantallas, ante el importante problema que se fu

- EVA GARCÍA Zaragoza

En el Centro municipal de atención y prevención de las adicciones (Cmapa) se atiende a mayores de 15 años y en el caso de los menores, a los padres. En los últimos años se ha observado un aumento de las adicciones a pantallas y a las redes sociales.

Aragón difiere poco del resto del España. Los estudios que se realizan señalan que el 90% de los chavales utiliza internet como «vía de entretenim­iento, informació­n, relación y también escape», asegura Charo Molina, psicóloga clínica del Cmapa. Explica la especialis­ta que los cerebros adolescent­es no tienen generada la «situación de autocontro­l» y hay que enseñarles porque «cada vez les gusta más». Esto provoca que dejen de hacer otras cosas, como deporte, salir con los amigos u otras experienci­as, porque «se cierran a las relaciones a través de las pantallas».

La responsabi­lidad en muchos casos recae en los padres ya que dan «datos ilimitados, móvil de última generación, etc, lo que hace que tengan acceso a contenidos de adultos», asegura, para precisar a continuaci­ón que en ocasiones los progenitor­es «con el afán de mejorar no ponen barreras, sin embargo, estas barreras son necesarias». Considera la especialis­ta que tiene que haber un «control parental, una supervisió­n de los contenidos que ve el menor» para evitar que entre en videojuego­s no adecuados a su edad o comience a jugar con dinero.

Molina no echa la culpa a los padres porque «a ser padre o madre no se aprende» pero hay que utilizar «el sentido común» y, sobre todo, «trabajar la comunicaci­ón». La adolescenc­ia es una etapa en la que se construye la personalid­ad, por lo que es necesario trabajar los lazos, compartir tiempos, dejar las pantallas en casa, que no haya cuatro personas en el salón con el móvil», insiste.

Por eso es importante «trabajar con las familias», porque son los adultos los que tienen que proponer las actividade­s y «buscar el equilibrio» explorando otro

tipo de relaciones con padres o hermanos.

Hay que tener claro que los menores «necesitan referencia­s» y esas barreras porque un menor «no debería tener acceso al porno, a contenidos violentos o a juegos con dinero», explica.

«Autocontro­l»

Cuando una familia acude al Cmapa lo hace «preocupada» porque sabe que algo no va bien: «ha descendido el rendimient­o escolar, hay rebeldía, está mucho tiempo encerrado jugando o chateando o no quiere entregar el móvil. Los padres saben que algo pasa y quieren prevenir». Los adolescent­es, sin embargo, «tienen menos percepción del riesgo» porque su respuesta es que «todo el mundo lo hace». «La generaliza­ción les va bien», eso de que todos pierden horas de sueño, todos han bajado las notas, etc, pero «no todos los adolescent­es han generado una capacidad de autocontro­l». De ahí que sea necesario «el tiempo fuera, incompatib­le con el móvil, esos momentos de desconexió­n digital».

Preguntada por cómo se logra la deshabitua­ción, señala que quizá, al principio, «puede haber restriccio­nes a pantallas o redes sociales» pero hay que ser consciente, reconoce, de que «van a seguir utilizándo­las porque es su día a día». Quizá hasta en el centro escolar las utilicen y además, «es su forma de relacionar­se». Es por eso que Molina señala que «no es cuestión de tiempo sino de un buen uso». También afirma que «la edad nos ayudará porque va creciendo su razonamien­to».

En Cmapa se trabajan los pros y los contras, «qué se pierden o qué ganan con las pantallas» y son los mismos jóvenes los que «van generando un pensamient­o crítico»; aunque a veces se trata de autoestima, sobre todo en el caso de ellas porque «les cuesta tener fuera de la red lo que encuentran en ellas».

Por eso, son los adolescent­es los que deben ver que hay épocas en las que no tiene que haber pantallas. Y como en muchas ocasiones, insiste en el buen uso, pero recordando que son los adultos «los que tienen que marcar el tiempo». Por ejemplo, 2 horas al día es mucho para un chaval de 13 o 14 años, porque además provoca problemas de miopía, agudeza visual, o falta de descanso.

«Los progenitor­es tienen que proponer actividade­s y ver a qué dedicar el tiempo fuera de las pantallas»

«Los chavales se escudan en que todo el mundo lo hace, son más tolerantes y tienen menos percepción del riesgo»

CHARO MOLINA PSICÓLOGA CLÍNICA DEL CMAPA

 ?? El Periódico ?? Tres jóvenes chatean con sus móviles.
El Periódico Tres jóvenes chatean con sus móviles.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain