El Periódico Aragón

H. P. Lovecraft

- SALA DE MÁQUINAS JUAN BOLEA

Que el nombre de Howard Phillips Lovecraft sea «sólo» sinónimo de relato de terror no deja de suponer una injusticia. Como autor literario, su nivel está muy por encima de un determinad­o género.

La capacidad del autor norteameri­cano (nacido en Providence en 1890) para generar atmósferas nunca imaginadas –y mucho menos descritas, o así, como nos las dejó él, escritas–, para cultivar la literatura fantástica y destacar en el relato alucinado y visionario sigue asombrándo­nos cien años después de que en la década de los años veinte del pasado siglo firmase obras maestras como

Los mitos de Cthulhu, En las montañas de la locura, El caso de Charles Dexter Ward o El horror de Dunwich.

Precisamen­te este último título acaba de ser reeditado por el sello Minotauro en forma de novela gráfica. El texto original de Lovecraft, que sigue siendo maravillos­o, viene ilustrado por una serie de láminas, ciertament­e inspiradas, del dibujante Beranguer, resultando por ello el libro un alarde de edición. El horror de Dunwich narra un episodio de terror sobrenatur­al –manifestac­iones carentes de explicació­n alguna–. Una serie de terrorífic­os fenómenos asolarán una población rural de la

Norte América profunda. Súbitament­e muchos animales y también sus dueños, lugareños residentes en granjas aisladas, comenzarán a experiment­ar inquietant­es sensacione­s y síntomas. Las montañas próximas emitirán rugidos subterráne­os, como volcanes dormidos; un nauseabund­o hedor a fieras se extenderá por el aire; aparecerán rebaños enteros de vacas y cabras, piaras de cerdos y manadas de caballos salvajemen­te mutilados como por un monstruo que dispusiera de gigantesca­s bocas y garras capaces de partir en dos una res de media tonelada; los más altos árboles de los bosques caerán derribados como por el invisible paso de una manada de elefantes y, lo que era más inquietant­e aún, los propios seres humanos se veían afectados por horrendas anomalías, cambios en su ritmo de crecimient­o, en su cabello y en su piel. Un niño pasará casi sin transición a la edad adolescent­e. Un hombre hecho y derecho perderá el habla como consecuenc­ia de una fortísima impresión que no podrá explicar, ni tan siquiera expresar…

Y es que el mal primigenio había regresado a la tierra. Especialme­nte, para que H. P. Lovecraft nos lo contara.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain