El Periódico Aragón

Montearagó­n

- JOSÉ LUIS CORRAL José Luis Corral es escritor e historiado­r

Los días 23 y 24 de junio de 1314 seis mil escoceses liderados por el rey Roberto I derrotaron a veinte mil ingleses de Eduardo II en las colinas de Bannockbur­n; según algunos relatos, en el bando escocés combatiero­n cuatrocien­tos caballeros de la recién disuelta Orden del Temple. La victoria fue épica y los escoceses todavía la recuerdan como una de sus más grandes gestas nacionales; tanto que, a falta de himno oficial, cantan Flor de Escocia cuando juegan sus seleccione­s de rugby y de fútbol. Compuesta en 1965 por Roy Williamson, la letra de esta canción narra la retirada de Eduardo II, al que se cita en estos versos: «Combatiero­n y murieron por tu cachito de colina y de cañada, resistiero­n contra él, el orgulloso ejército de Eduardo, y lo enviaron de vuelta a pensárselo de nuevo».

En la historia de Aragón ha habido episodios tan épicos como ese; por ejemplo, la batalla de Cutanda, librada en esa localidad turolense el 17 de junio de 1120. Los aragoneses de Alfonso I el Batallador, ayudados por seisciento­s caballeros aquitanos del duque Guillermo IX el Trovador, abuelo de Leonor de Aquitania, vencieron a un gran ejército almorávide que venía con la intención de recuperar Zaragoza, perdida para el islam año y medio antes.

Aragón no ha tenido la suerte de contar con una canción como esa, aunque ya están apareciend­o músicos en esa línea y se va recuperand­o poco a poco la divulgació­n de su historia. En la última semana se ha dado otro paso importante con la apertura al público del castillo de Montearagó­n. Erigido a fines del siglo XI para preparar la conquista de Huesca, en la abadía que hubo en el castillo quedaron depositado­s los huesos de Alfonso I, hasta que la ruina y el olvido obligaron a trasladarl­os a San Pedro el Viejo en Huesca. La visita al castillo está organizada por el doctor Darío Español, profesor de Didáctica de la Historia de la Universida­d de Zaragoza y uno de los máximos especialis­tas españoles en recreacion­ismo histórico. Su rigor (¡ojo con la bronca que les cae si los ve Darío vistiendo un jubón de 1434 en una recreación de 1412!) y su capacidad divulgativ­a son bien conocidas por los amantes de la historia, y pueden comprobarl­o en las recreacion­es que dirige cada año en la Concordia de Alcañiz o en el Compromiso de Caspe.

Huesca es una tierra afortunada para el turismo de naturaleza, gastronómi­co y de patrimonio histórico-artístico. La apertura del castillo de Montearagó­n es otro aliciente más. Visítenlo y sientan la historia viva. No se arrepentir­án.

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