Restaurada la escultura del Cristo de las Siete Palabras de Calatayud
La talla, que data del siglo XVII, ha recuperado su color original y se mostró ayer al público La bilbilitana María Lasa ha sido la encargada de la restauración
En un rincón, resguardada bajo el órgano de la Colegiata de Santa María en Calatayud, se encuentra una talla escultórica datada en el siglo XVII. Esta figura, que cumple 400 años de historia, representa el paso titular de la Sección Hermanos de Cristo del Club Consolación, conocido como el Cristo de las Siete Palabras. El tiempo y los estragos del humo, la suciedad y los repintes ocultaban su belleza original, pero la talla ha sido ahora restaurada y esta Semana Santa recorrerá las calles de Calatayud con una cara totalmente nueva. Ayer fue presentada al público en la propia colegiata.
La idea inicial era restaurar el Cristo en 2020, pero la pandemia paralizó el proyecto. María Lasa, bilbilitana licenciada en Bellas Artes y especializada en Restauración y Conservación del Patrimonio, ha sido la encargada de restaurar la pieza. El presidente de la cofradía, José Carlos Giménez Serrano, explica que la elección de esta profesional no fue «tomada a la ligera». «Tras solicitar presupuestos y analizar detenidamente las propuestas, quedamos impresionados por la precisión y el detalle del informe que presentó», confiesa.
La imagen pertenece a la Diócesis de Tarazona y a la Colegiata de Santa María, por lo que la cofradía tuvo que pedir permiso a ambas
entidades para poder llevar a cabo la restauración. Los 260 cofrades de la Sección Hermanos de Cristo apoyaron la decisión.
«Teníamos que contar con su apoyo, para asumir un gasto como este necesitábamos ayuda», señala Giménez. Además, contó con la ayuda económica del Ayuntamiento de Calatayud y de la propia colegiata.
El tiempo empleado para la restauración ha sido de tres meses, durante los cuales cada paso ha sido ejecutado «con la precisión de un cirujano», señala Lasa, «con el objetivo primordial de devolver a la imagen su estado original y eliminar todo material ajeno que pudiera distorsionarla».
«El estado inicial de la talla era regular», comenta recordando sus primeras impresiones. «El color estaba muy oscurecido y llevaba repintes posteriores para igualar el color o si se había hecho algún daño, para que no se viera», añade. Para llevar a cabo la restauración, se realizó «un test para evaluar la solubilidad de la suciedad y los estratos superficiales de la pintura», explica Lasa. «Con base en estos resultados, optamos por un sistema de limpieza que fuera lo menos abrasivo posible para la pintura. Finalmente, llevé a cabo la limpieza mediante una combinación de métodos mecánicos y acuosos, asegurándome de eliminar la suciedad de manera efectiva, pero sin dañar la integridad de la obra», detalla.