Estilo Melania
que se opongan a sus personales deseos. ¿A los alemanes que apoyaban a Hitler les pasaría algo parecido que a los norteamericanos que jalean a Trump? ¿Creen encontrarse ante un ser redentor, alguien que les devolverá al lugar donde merecen estar en el mundo?
El de Donald Trump se comparte a diario con su mujer, Melania. En una entrevista a la Fox, la entonces primera dama contaba algunas cosillas de cómo era su marido en la intimidad y cómo se desarrollaba su doméstica relación entre ellos. Cuando Melania, por la razón que fuera, discrepaba del entonces presidente, no le llevaba abiertamente la contraria, a fin de no enfrentarse al gran Donald, sino que se vestía de una manera que sabía positivamente que a él no le gustaba. De esa manera, al aparecer en la cena vestida «para no agradarle», él sabía que estaba enfadada y tal vez se ponía a pensar por qué. En cualquier caso, ella consideraba haber manifestado de esa forma su irritación o enfado por algo que supuestamente su marido hubiese hecho mal (insultar a los jueces, por ejemplo, o a las mujeres en general), salvando de esa manera su conciencia y esperando que al día siguiente las cosas fueran un poco mejor.
Así, gracias a semejante demostración de elegancia y tacto, «el estilo Melania» no perturbaba el habitual grado de perturbación de su marido, pero justificaba su oposición de puertas para adentro.
Más o menos lo mismo vienen haciendo con respecto a Trump sus «rivales» republicanos. Fingen que algo suyo les ha molestado, aparentan criticarle, incluso enfrentarse a él, para acabar muy pronto plegándose a su voluntad.
Así, el tirano puede seguir mandando, y ellos obedeciendo.