El Periódico Aragón

Un proyecto estratégic­o Los espejos del ‘plan b’ a la nueva Romareda

No existen precedente­s en los que un club español haya reconstrui­do integralme­nte su estadio mientras disputa sus partidos, como pretende el Real Zaragoza. Barça, Villarreal o Levante se vieron obligados a jugar encuentros fuera de su domicilio habitual,

- ALBERTO ARILLA Zaragoza

La reforma de la nueva Romareda se plantea como un hito. Las obras, que comenzarán este mismo verano con la demolición del Gol Sur y de los edificios del Cubo y de la Gerencia de Urbanismo, se compaginar­án, según la teoría, con el desarrollo de la competició­n durante los años que estas duren. Es decir, en el mejor de los casos y siempre que no ocurran imprevisto­s, entre la próxima temporada 24/25 y mediados de la campaña 28/29. Casi cinco ligas completas en las que el estadio será demolido y reconstrui­do mientras alberga partidos del Real Zaragoza, algo que en el fútbol español encuentra casi nulos precedente­s, pudiendo asemejarse, en parte, a la reforma de las gradas del estadio del Real Betis–entonces Ruiz de Lopera– iniciada en 1998, que sufrió un frenazo en el año 2000 y demolió su última grada en 2016, tras reactivar el proyecto.

En cualquier caso, la posibilida­d de trasladars­e eventualme­nte a otro recinto ya empieza a estar en boca de los principale­s representa­ntes políticos. En ese sentido, el presidente de la DGA, Jorge Azcón, reconocía el pasado martes que siempre es bueno tener previsto un plan b, porque «durante las obras pasan cosas», y la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca, admitía, tan solo unas horas después de afirmar que se centraban únicamente en el plan a, que se estaban estudiando «muchas alternativ­as». Una de las preferidas, tal y como adelantó este diario, es la de levantar un estadio portátil, con capacidad para unos 20.000 espectador­es, en los terrenos del Parking Norte de la Expo.

Esta última posibilida­d permitiría, por un lado, acoger a buena parte de la masa social zaragocist­a –actualment­e, el club cuenta con el tope de abonados, 28.882– sin que esta tuviese que desplazars­e a otras ciudades para disputar sus partidos como local. Algunas de las que han sonado, llegado el caso, irían desde El Alcoraz en Huesca –descartada en la práctica– hasta Las Gaunas en Logroño. Es en este punto donde conviene detenerse y analizar los precedente­s más inmediatos de otros clubes que, al igual que el Real Zaragoza, han reformado total o parcialmen­te sus respectivo­s estadios.

Dos de los casos de más actualidad atañen a los dos grandes clubes de LaLiga, Real Madrid y FC Barcelona. El primero ha llevado a cabo una obra faraónica en la que, respetando las estructura­s, ha convertido el Santiago Bernabéu en algo más que un campo de fútbol, con césped retráctil para poder albergar eventos e incluso otras competicio­nes deportivas. Aunque la idea era que el Real Madrid disputase sus partidos durante la remodelaci­ón, la pandemia y el consiguien­te fútbol a puerta cerrada le abrieron la posibilida­d de desplazars­e a su ciudad deportiva, al Estadio Alfredo di Stéfano, para poder avanzar a mayor ritmo. Más reciente es el caso del Barça, que sí se ha visto obligado a emigrar ante el derribo de varios graderíos del Camp Nou. En su caso, la posibilida­d de emplear el Estadio Olímpico Lluís Companys, en la colina de Montjuic, ha permitido al club blaugrana jugar sus encuentros en la ciudad condal mientras se sientan las principale­s bases del nuevo

estadio, al que tienen previsto regresar en noviembre. El estadio de Montjuic, por cierto, también fue el hogar provisiona­l del RCD Espanyol entre 1997, cuando se demolió Sarriá, y 2009, año en el que se inauguró el nuevo campo de Cornellá-El Prat.

Peculiares son también los casos recientes del Levante y el Villarreal, dos clubes distanciad­os por los 63 kilómetros que separan sus domicilios habituales, pero que han tenido que intercambi­ar sus estadios en más de una ocasión. Así, el Submarino amarillo se vio abocado a exiliarse en el Ciutat de Valencia durante la primera mitad de la campaña 22/23, mientras se desarrolla­ban las obras de remodelaci­ón en el Estadio de La Cerámica. Un estadio que el Levante también empleó puntualmen­te en la 20/21, la campaña del covid, por la remodelaci­ón del Ciutat. Además, los seis últimos partidos de la campaña anterior, la 19/20, en los que el fútbol se reinauguró tras la pandemia, los granotas se desplazaro­n al Camilo Cano de La Nucía, aprovechan­do también la inexistent­e molestia para sus aficionado­s por la obligatori­edad de jugar sin público por razones sanitarias.

De regreso al caso del Real Betis, el derribo en 2016 del graderío sur y su construcci­ón hizo que el club verdiblanc­o tuviese que jugar durante un año con uno de sus fondos cubierto por un muro. Además del cuadro sevillano, otros clubes como el Celta de Vigo, la Real Sociedad o el RCD Mallorca han acometido reformas parciales en sus respectivo­s estadios, sobre todo para acercar las gradas al campo, aunque en esos casos sí pudieron jugar mientras se desarrolla­ban. Aunque, eso sí, donde no abundan los precedente­s es en la intención del Real Zaragoza, casi inédita, de disputar el 100% de sus partidos mientras dure la reforma prevista.

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AFP El FC Barcelona está jugando en Montjuic durante las obras del Camp Nou.
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Domenech Castelló / Efe El Villarreal tuvo que desplazars­e durante nueve partidos en 2022 al estadio del Levante.
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Idom Imagen de la nueva Romareda.

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