Fervor y emoción contenida
Representantes de las 25 cofradías zaragozanas recorrieron las calles del centro de Zaragoza hasta llegar a la plaza del Pilar, donde el historiador Armando Serrano leyó el pregón inaugural.
Había ganas. Muchas ganas de que las cofradías volvieran a salir a la calle y de escuchar los redobles de tambores y las cornetas. Las calles del centro de Zaragoza han congregado a casi tantos cofrades como espectadores para ver el inicio de la Semana Santa. El año pasado la lluvia interrumpió el desfile, pero este no pudo; solo un poco de viento quiso acompañar pero sin molestar al fervor religioso y cultural del pregón, celebrado ayer. Se trata de una oportunidad única y una de las fechas más esperadas del año, en la que cristianos y devotos recuerdan la Pasión de Cristo.
Justo al sonar las seis de la tarde, representantes de las 25 cofradías (todavía sin imágenes) dieron los primeros pasos en la plaza del Justicia, a la salida de San Cayetano. Representan a los alrededor de 16.000 cofrades, que mantuvieron los nervios a flor de piel y el silencio sepulcral para demostrar el respeto que se merece el desfile. En los balcones, los estandartes de todas las cofradías; porque todos los sentidos tienen cabida en esta procesión (y en todas). El silencio solo se rompió por el sonido de los tambores, las cornetas y las carracas, que se unieron en un diálogo perfecto. También se mezcló tradición y modernidad, la devoción y los móviles grabando para inmortalizar el momento.
A flor de piel
«Es emocionante, encoge el corazón», aseguraba un matrimonio zaragozano, que cada año (salvo en pandemia) acude a ver salir la primera procesión de Semana Santa. «Vamos a todas las que podemos, las que el cuerpo nos permite», reconocían con algo de sorna. Junto a ellos, una familia francesa que reconocía estar «asombrada», ya que en París, su ciudad natal no hay nada semejante. «Sabíamos que existía porque tenemos unos amigos aquí, pero no nos podíamos imaginar esto», decía con sorpresa el patriarca; tanto que tenía claro que si
no todas, alguna otra iban a ver. «Si no las encontráis vosotros, ellas os encontrarán», le respondían. Se preguntaban además cómo podían aguantar los cofrades «con este calor» y es que pese al ligero viento, los termómetros rozaban los 20 grados.
Con los estandartes colocados unos enfrente de otros, desde la Junta de Cofradías invitaban a celebrar esta cita cristiana en la que además de conmemorar la muerte y resurrección de Jesús es «tiempo de reflexión». Una época en la que las imágenes salen de las iglesias, los sonidos resuenan en las calles (este año han sonado dos toques nuevos, ya que el año pasado no se pudo estrenar uno debido a la lluvia) y el olor a incienso invade el ambiente.
El desfile lo abrieron los hermanos de La Dolorosa con un centro de flores que poco después depositaron ante los pies de la Virgen. Tras ellos, los hermanos mayores de todas las cofradías; el piquete de honor de la Junta y los estandartes. Esta es una de las procesiones más coloridas, ya que en pocas ocasiones pueden verse mezclados a todos. Capirotes verdes, negros, rojos y azules. Al final de la comitiva, los representantes religiosos, como el arzobispo Carlos Escribano; y políticos, con la alcaldesa Natalia Chueca, la consejera de Presidencia del Gobier
no de Aragón, Tomasa Hernández o el delegado del Gobierno Fernando Beltrán.
El primer recorrido fue acompañado por miles de personas que siguieron con devoción el desfile hasta la plaza del Pilar. Allí, el primer golpe de tambor dio paso, justo a las 20.00 horas, a las palabras de Armando Serrano, encargado de dar el pregón. Serrano, secretario general de la Real Academia de Bellas Artes de San Luis, fue nombrado por la Hermandad de San Joaquín y la Virgen de los Dolores (La Dolorosa) para este discurso inaugural, donde hizo referencia a la historia de la Semana Santa y al fervor religioso que impregna las calles estos días.
Serrano también se refirió al origen de las palabras cofradía, como asociación devota; y a cofrade, hermano. «El sentimiento cofrade es antiguo», ya que las primeras surgen en el siglo XIII, recordó. También habló del hábito, símbolo de la «hermandad y de la igualdad, porque convierte a los cofrades en iguales, de la misma escuela de fe».
Tras las palabras de Serrano, en una abarrotada plaza del Pilar, los cofrades comenzaron la procesión de vuelta a la iglesia de San Cayetano para esperar a la siguiente cita. La de ayer fue la primera de las más de 50 procesiones que se sucederán hasta el domingo de Resurrección. Hoy, otra de las más llamativas, la de las palmas por el Domingo de Ramos.