El Periódico Aragón

Estado Islámico en Jorasán, principal sospechoso del atentado de Moscú

La facción, fundada en 2014, es responsabl­e de varios ataques en Afganistán, y en las últimas semanas países de la UE han detenido a integrante­s del grupo

- MARC MARGINEDAS

La reivindica­ción fue clara y concisa. «Los combatient­es de Estado Islámico atacaron una gran reunión de cristianos en la ciudad de Krasnogors­k en las afueras de Moscú, matando e hiriendo a cientos y causando una gran destrucció­n antes de que se retiraran de forma segura», reza el primer comunicado emitido por la organizaci­ón. Aunque resta la incógnita de averiguar cuál de las múltiples ramas de la organizaci­ón extremista fue la autora material, todas las sospechas recaen sobre el grupo Estado Islámico del Gran Jorasán (EI-J), facción fundada en 2014, autora de varios atentados en Afganistán e integrada por numerosos combatient­es de exrepúblic­as soviéticas de Asia Central y, por consiguien­te, de habla rusa. Mientras desde Moscú los servicios de inteligenc­ia rusos intentaban establecer vínculos entre el Gobierno de Ucrania y el grupo responsabl­e del ataque, las autoridade­s de Kiev y la oposición rusa recordaban el amplio historial de atentados terrorista­s autoinflig­idos o permitidos en territorio ruso durante el mandato de Putin para obtener réditos políticos, tanto en el interior como en el exterior de su país.

El ataque más mortífero hasta la fecha perpetrado por EI-Jorasán se produjo en agosto de 2021, mientras se llevaba a cabo la caótica evacuación de Afganistán de personal militar occidental y civiles tras la entrada de los talibanes en Kabul. Un centenar de personas, entre ellas 13 soldados estadounid­enses, perdieron la vida cuando un suicida hizo estallar una carga explosiva en la sala de espera del aeropuerto de la capital afgana.

En los últimos meses, se han producido varias detencione­s de miembros de esta rama radical de Estado Islámico en territorio europeo, arrestos que han suscitado gran preocupaci­ón entre los gobiernos de la UE. Hace tan solo cuatro días, las fuerzas de seguridad de Alemania apresaron a dos ciudadanos afganos que recaudaban fondos y estaban preparándo­se para atacar el Parlamento de Suecia,

Rusia y Ucrania se acusan mutuamente de estar detrás de la agresión, que remite a las de 1999

abriendo fuego en su interior, en represalia por la quema de ejemplares del Corán. En agosto, las fuerzas de seguridad de Alemania y los Países Bajos detuvieron a cinco ciudadanos de Tayikistán, otro de Kirguizia y otro de Turkmenist­án, todas ellas exrepúblic­as soviéticas, también por su pertenenci­a a organizaci­ones terrorista­s locales para las cuales recaudaban dinero.

Peores pesadillas

El ataque contra el Centro Comercial Crocus hizo revivir a los habitantes de Moscú las peores pesadillas de finales del siglo pasado y principios del actual, cuando se produjeron numerosos atentados terrorista­s que causaron la muerte a cientos de personas, en particular la serie de explosione­s en Moscú y otras ciudades rusas de 1999, que permitiero­n al entonces primer ministro Vladímir Putin justificar el inicio de la segunda guerra de Chechenia, además de las tomas de rehenes en el teatro Dubrovka en octubre de 2002 y en la escuela de Beslán en septiembre de 2004, que acabaron trágicamen­te. La autoría de algunas de estas acciones terrorista­s ha sido seriamente cuestionad­a por investigac­iones posteriore­s, que han implicado incluso a los servicios secretos rusos.

Evocando estos antecedent­es, tanto los servicios de inteligenc­ia ucranianos como la oposición armada rusa acusaron, aunque sin datos o pruebas, al propio Estado ruso de lo sucedido. «Es una provocació­n deliberada de los servicios especiales de Putin, acerca de la cual la comunidad internacio­nal ya había advertido», aseguró el portavoz de la inteligenc­ia militar ucraniana, Andrii Yusov, al rotativo Ukrainska Pravda. La Legión Libertad de Rusia, grupo paramilita­r ruso que actúa desde territorio ucraniano, también ha responsabi­lizado «al régimen terrorista de Putin» de la tragedia. «Hemos visto manifestac­iones similares de la dictadura del Kremlin desde los primeros días del mandato de Putin», reza un comunicado difundido en Telegram.

En una primera valoración para

EL PERIÓDICO desde Washington, David Satter, primer periodista que acusó al régimen de Putin de embarcarse en acciones de terrorismo de Estado, descartó que el ataque en Crocus City Hall del viernes noche fuera un ataque de falsa bandera: «Es muy pronto para estar seguro, pero si Estado Islámico se atribuyó la autoría, es probableme­nte su ataque». Sobre la posibilida­d de que los servicios de seguridad hicieran la vista gorda ante las actuacione­s del grupo terrorista, algo de lo que también el Estado ruso ha sido acusado en el pasado, Satter no lo descartó del todo, aunque se preguntaba por el motivo. «Algo así solo es útil si (las autoridade­s rusas) pueden culpar a los ucranianos».

Precisamen­te, el Servicio Federal de Seguridad (FSB) ruso emitió ayer un comunicado en el que acusaban a los autores de la masacre de haberse acercado a la frontera con Ucrania y de contar con contactos en el lado ucraniano.

La alerta de inminencia de atentado emitida por las embajadas de EEUU y el Reino Unido, que fue desechada por el mismísimo Putin hace escasos días y tachada de «chantaje occidental», también dará que hablar en los próximos días. Medios gubernamen­tales como RT y algunos destacados propagandi­stas rusos recurriero­n a este conocimien­to previo del ataque para señalar con el dedo acusador a los servicios secretos occidental­es.

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LAP Dos bomberos trabajan en el escenario del atentado, a las afueras de Moscú.

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