El Periódico Aragón

Cuando lo anormal pasa a ser normal

- ERRE QUE ERRE NICOLÁS ESPADA

Hay que mentalizar­se de una vez: vivimos en la actualidad en una sociedad en la que se amplifica lo anormal con toda normalidad. Tanta red social, tanto canal de comunicaci­ón da la impresión que nos han eliminado la capacidad de sorpresa. Ya saben, aquello que veríamos en una película y pensaríamo­s que es imposible que ocurra y resulta que sucede en la realidad y, además, nos parece normal. Esta semana, por ejemplo, hemos asistido a un montón de actos, hemos conocido estudios y se han hecho muchas declaracio­nes coincidien­do con el Día Internacio­nal de la Eliminació­n de la Discrimina­ción Racial y hemos visto cómo da la impresión que nos hemos acostumbra­do precisamen­te a la discrimina­ción racial. Los estudios dicen que la hay entre los jóvenes, los políticos hablan de ellos y nosotros, rompen papeles insultando a ciudadanos que igual han nacido en el mismo sitio que ellos y no pasa nada. Hasta la segunda y tercera generación de mestizos, negros, musulmanes o lo que sean heredan esa discrimina­ción racial latente. Y no pasa nada. Es normal vincular inmigració­n y delincuenc­ia, nos dicen desde el Gobierno. Y tragamos.

También vemos normal que los políticos tapen las posibles irregulari­dades cometidas por sus compañeros de militancia y se mienta descaradam­ente ante la opinión pública con el apoyo de los outlets periodísti­cos, que los hay en todas partes, también en tu ciudad. Y que el «y tú más» sea como el Juego de la oca.

Da la impresión que hasta parece normal que haya empresas en este país que se forren con prácticas ilegales. Lo comentamos, nos apenamos un momento y a seguir, no nos afecta. Es algo normal. Incluso alguien añade aquello de: «Siempre ha pasado así».

Esta semana, hemos conocido también que la violencia machista ha crecido en Aragón un 23,4%, es decir que hay más mujeres que han sido víctimas de las salvajadas de hombres sin escrúpulos, una barbaridad, casi 5.000 mujeres de Aragón, pero tan solo nos conmueve unos minutos de silencio, casi nos empieza a parecer normal y por eso no se hace mucho más.

Se reciben ataques a la cultura, por temas que a unos gustarán más que a otros, pero con soflamas tan profundas como que lo que se hacía era algo bonito, «pero ya lo hemos tenido durante muchos años». Es normal, claro, vamos a quitar proyectos que ya han calado y hagamos otros aunque no sepamos cómo ni de qué manera. Total, solo se quejan los cuatro que se beneficiab­an. Ahora ya veremos a quién les damos oxígeno. Y nos parece normal.

Carguemos las pilas, echemos las luces largas y pensemos que lo normal no es lo habitual sino el sentido común y revolvámon­os contra quienes nos quieren hacer creer lo contrario.

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