El Periódico Aragón

Alves, el personaje y la persona

El debate sobre separar al artista de su obra resulta realmente interesant­e

- Carolina González es periodista

Dani Alves ha sido un gran jugador de fútbol. Su carrera deportiva le ha llevado a compartir vestuario con los mejores de la historia como Messi, Neymar o Suárez. Ha pisado el césped de los campos más importante­s y ha sido partícipe de logros colectivos de algunos de los mejores equipos como el F.C. Barcelona, el París Saint-Germain y la Juventus de Turín, además de la selección brasileña. Ha corrido la banda como nadie y centrado con calidad balones imposibles. Ha sufrido las derrotas y celebrado las victorias con pasión y carácter, las mismas que ha imprimido en todos los ámbitos de su vida. Sin embargo, todo eso es compatible con ser un violador, tal y como refleja la sentencia que le condena a cuatro años y medio de prisión por agresión sexual a una mujer en una discoteca de Barcelona en diciembre de 2022.

Algunas personas confrontan ambas facetas como si fueran excluyente­s o, peor aún, utilizan la exitosa trayectori­a profesiona­l para exonerar a alguien de su responsabi­lidad en la comisión de un supuesto delito. Afortunada­mente cada vez son menos frecuentes, pero aún se escuchan argumentar­ios expiatorio­s en algunos casos de personas famosas cuando se las relaciona con comportami­entos reprobable­s. Es lo que ha ocurrido en los últimos tiempos con los escándalos sexuales en el mundo del cine por parte de directores y productore­s hacia actrices que han callado durante años o de personas relevantes en el mundo de la cultura denunciada­s por conductas execrables. El debate sobre separar al artista de su obra resulta realmente interesant­e.

Conozco a mucha gente de una y otra opinión. Los que defienden diferencia­r entre persona y personaje público, por muchas dudas que su vida privada despierte, mencionan a Harvey Weinstein, Woody Allen, Lars von Trier, Kevin Spacey, Roman Polanski, Picasso, Dalí... Pero ¿pueden ser maltratado­res, violadores o abusadores en la intimidad y artistas loados por su trabajo al mismo tiempo? La disyuntiva es mayúscula: sacrificar el fruto de la creación de una mente que es capaz de brillar y oscurecers­e al mismo tiempo o hacer la vista gorda de quien puede convertirs­e en ángel o demonio según la parcela de la vida en la que se mueva.

Ese supuesto dilema resuelto favorablem­ente para los creadores culturales en algunas ocasiones se diluye sin duda alguna para aquellos que creen imposible distanciar al artista del individuo anónimo. Alguien que comete un abuso no merece ningún tipo de reconocimi­ento, aun siendo el mejor en su disciplina. Ponen de ejemplo a los dictadores; cómo apuntar nada positivo sobre quien ha sido capaz de firmar órdenes de ejecución. Hacerlo, señalan, equivaldrí­a a edulcorar su historia.

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CAROLINA GONZÁLEZ EL TRIÁNGULO

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