El Periódico Aragón

Un dolor de punto

El Zaragoza, enfermo de fútbol y moribundo de gol, suma un triste empate en Anduva que alarga su sensación de agonía Víctor apenas logra que el equipo exhiba otra faz en ataque, con una carencia absoluta

- S. VALERO Zaragoza

Sumó un punto el Real Zaragoza en Anduva, un pasito en esta temporada terrible y llena de sufrimient­o, el enésimo partido sin pegada y con casi nulos argumentos ofensivos, algo que la llegada de Víctor, en su segundo partido en el banquillo, no ha logrado enmendar. En Miranda, ante un enemigo de los más flojos de la categoría en defensa, el Zaragoza volvió a exhibir su nula capacidad, que se refleja en las cinco citas seguidas sin marcar, igualando su récord histórico, y en las 14 jornadas en que no ha visto puerta en esta Liga. Así es imposible. Así, lo único que resta es apretar los dientes y cerrar lo antes posible la salvación, ahora con 7 de renta sobre el Albacete.

El Zaragoza no ha vivido en estos dos partidos con Víctor una gran mejoría. En Anduva, como ante el Espanyol, fue a más tras el descanso, pero de una manera insuficien­te, en un equipo sin pegada ni capacidad ofensiva en el que solo algún robo en una contra, donde Maikel Mesa no estuvo fino en un par de remates, y el desparpajo de Adrián Liso fueron el tenue argumento de un equipo que cada vez tiene más aspecto de no dar para más, con la sensación de que no hay jugadores capaces de cambiar el devenir de los duelos. Una sensación más que real, por cierto.

Sorprendió poco Víctor en la apuesta, con el mismo dibujo que en su estreno, un 4-2-3-1 en faceta ofensiva y juntando a Maikel Mesa con Bakis para iniciar una presión demasiado baja y con Lluís como novedad en el eje y Marc Aguado en el medio para que Liso

buscara profundida­d en la banda izquierda ante un Mirandés en el que Lisci mantuvo la defensa de tres centrales que tanto se le atraganta al Zaragoza y con Gabri y Carlos Martín como amenazas.

El partido comenzó con un ritmo escaso por los dos equipos, sin querer ninguno demasiado protagonis­mo. Chaira empezaba a desarbolar a Lecoeuche y Jair tuvo un buen remate, mal ejecutado, en un córner de Toni Moya. El Zaragoza tenía algo más el balón que su rival, pero era una desesperac­ión en su

capacidad asociativa, sin desequilib­rio y con una velocidad de balón a años luz de generar dudas en el rival, si acaso en los centros aislados de Liso. Así, el partido parecía tener más amenazas por el lado local, en el que Chaira aprovechó una mala salida de Moya para mandar desviado por poco el balón de la portería de Badía.

El Zaragoza apenas inquietaba a Ramón Juan, salvo en un disparo de Bakis al lateral de la red, y el Mirandés sí creaba más peligro. Badía despejó el rechace del centro de Chaira que dio en Jair y entre Mouriño y Lluís López sacaron el enésimo intento del extremo marroquí. Con todo, la gran ocasión fue de Gabri, tras un fallo de Lluís López, superado en la carrera posterior y salvado por el buen oficio de Jair, que tapó la jugada para que se quedara en un remate flojo.

No cambió piezas tras el descanso Víctor y la segunda parte arrancó con un mal control de Carlos Martín tras un error de Lluís López para que el encuentro se nivelara con el paso de los minutos, con un Zaragoza en el que Bakis deambulaba en ataque, sin peso ni amenaza, aunque al menos Toni Moya entraba más en juego.

Una salida a la contra de Liso con dejada a Maikel Mesa y remate del canario fue el aviso que precedió a otro disparo, este tras un robo de balón de Mouriño. Víctor se cansó de darle minutos a Bakis y apostó por Azón, que al menos sí puso más corazón en las disputas y en la brega, con el mismo nulo acierto. Todavía generó otra el Zaragoza en un centro de Valera que Álvaro Sanz dejó en el corazón del área para que Maikel Mesa disparara fatal.

El partido estaba para que cualquier visitante lo ganara, con el Mirandés agotado y siendo un flan. El

El descenso está aún con siete puntos de renta, pero es más grave la sensación de no poder marcar ni ganar a nadie

 ?? Carlos Gil-Roig ?? Iván Azón, con la mirada perdida junto a Barbu en el tramo final del partido en Anduva.
Carlos Gil-Roig Iván Azón, con la mirada perdida junto a Barbu en el tramo final del partido en Anduva.

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