Víctor Fernández y la guerra con un ejército de jugadores de Playmobil
El técnico se ha encontrado un grupo de futbolistas rígidos y con pistolas de agua en las cartucheras
Zaragoza, sin embargo, no es cualquier equipo, es uno flojo, aunque Víctor siempre intenta cosas, en este caso situar a Pau Sans en el carril zurdo y colocar a Manu Vallejo en punta con Azón, dos cambios que tampoco trajeron el gol, aunque el gaditano tuvo un remate tras una falta de Toni Moya que ejecutó de forma impropia.
El encuentro demandaba más profundidad en las alas para el Zaragoza, pese a que Mouriño mostró la energía en el tramo final y el balón solo tenía el color blanquillo, aunque sin inquietar de verdad a Ramón Juan para que en el epílogo no se moviera el marcador en otro encuentro para la galería de los horrores de esta temporada. El Zaragoza es un horror en ataque, donde las carencias son demoledoras, y con ese hándicap puntos como el Anduva solo saben a dolor, aunque también tengan su valor.
En su segunda rueda de prensa tras el regreso al club de su vida, días después de aquella que quedará en el recuerdo por la angustia del entrenador, Víctor Fernández dejó ya algunas perlas muy suyas. Llamaron la atención varias, todas con la intención de romper con los modos y maneras del pasado más reciente. Hoy nos detendremos especialmente en una. Esto explicó el técnico que les había dicho a sus jugadores para referirse a las 30 primeras jornadas de Liga. «No me jodas, os he estado viendo partidos porque soy zaragocista y tengo que verlos, pero si no hubiese sido zaragocista no hubiera puesto la tele».
Algo así, o no muy distinto, es lo que seguramente el propio Víctor habrá pensado en Miranda después del partido, saldado con un 0-0. La primera parte fue para verla. O, mejor dicho, para no verla. En la segunda, el Zaragoza mejoró, pisó más el área rival, dominó la escena y, como consecuencia de ello, produjo alguna cosa. Por ejemplo, Maikel Mesa tuvo algunas opciones con dos disparos en buena disposición para hacer gol. No lo logró.
En su presentación, el entrenador prometió un fútbol reconocible con su estilo: posesión, control, dominio, de ataque, valiente y con llegadas. Nada de eso se ha visto en las dos primeras jornadas que ha dirigido, acaso ligeramente en la segunda mitad contra el Espanyol favorecido por el plan de partido de los catalanes, replegados en su área tras el 0-1 inicial y tímidamente en Miranda en el segundo acto. De momento, sigue sin ganar y ha sumado un punto de seis y su Zaragoza no ha marcado. Igual de preocupante que lo anterior, aunque en el contexto en el que está el equipo este 0-0 es un punto más, no dos menos.
Escribá no consiguió hacer funcionar al Zaragoza. Velázquez
fracasó en su intento de enmienda después de un aterrizaje correcto. Víctor Fernández lleva dos jornadas sin conseguir frutos. El problema, por lo tanto, trasciende al banquillo. Con el aragonés, el equipo tampoco ha generado fútbol, ni ha producido grandes ocasiones y las pseudo oportunidades de las que ha disfrutado no las ha transformado.
En Anduva, el aragonés le dio la alternativa a Liso como titular por la ausencia de Mollejo y el canterano fue de lo mejor, lo que dice lo que dice del resto. Adrián estuvo siempre intuitivo y vertical. Además, mantuvo a Mouriño de lateral derecho castigando de nuevo a Gámez, introdujo a Marc Aguado por Francho y conservó a Bakis y a Maikel Mesa arriba. El turco se volvió a ir sin anotar. Azón, Vallejo y Pau Sans fueron las armas para buscar la reacción. El resultado global fue parecido. Víctor Fernández ha vuelto para ir a la guerra con un ejército de jugadores de Playmobil, rígidos, con poco alma, la confianza absolutamente perdida y muy impersonales. Para colmo llevan pistolas de agua en las cartucheras.