El Periódico Aragón

Aragón mejorará la fertilidad de niñas con cáncer guardando su tejido ovárico

El 30% de las menores supervivie­ntes tiene problemas para ser madre El proyecto del I3A busca reducir la manipulaci­ón del material, que provoca que el 50% de las unidades reproducti­vas se pierda

- EVA GARCÍA

Cuando a una niña de 3, 7 o 13 años se le diagnostic­a un cáncer, lo que más preocupa a sus padres es que «se salve»; pero una vez superado el trance, cuando tiene ya 23 o 24 años, en muchas ocasiones esas mujeres se enfrentan a «otro muro», que es el de la infertilid­ad. Este problema sale a la luz cuando las féminas tienen el «recuerdo de que algo ocurrió pero nada más». Incluso pueden aparecer las críticas hacia los padres por no haber pensado en ese futuro. Así lo explicó ayer Iñaki Ochoa quien, junto a Clara Malo, ambos investigad­ores TME Lab del Instituto de Investigac­ión en Ingeniería de Aragón (I3A) lideran un proyecto con el que se quiere mejorar la técnica de preservaci­ón del tejido ovárico extraído antes de comenzar el tratamient­o y su automatiza­ción para que en un futuro, esas mujeres que han superado un cáncer infantil tengan menos problemas para ser madres.

Alrededor del 30% de las pequeñas supervivie­ntes tiene dificultad­es para quedarse embarazada­s debido a los agresivos tratamient­os que reciben para curarse, especialme­nte la quimiotera­pia y la radioterap­ia. Las investigac­iones actuales van a curar ese cáncer pero también a «mejorar la calidad de vida futura de las pacientes y de sus familias», reconoció Juan Carlos Acín, gerente de Aspanoa, asociación que a través de la Cátedra que tiene con la Universida­d de Zaragoza aporta 20.000 euros al proyecto HotconChip.

Entre 30 y 40 menores son diagnostic­ados al año de cáncer, y aunque desde Aspanoa no diferencia­n edades o sexo, reconocen que la mitad son niñas. De este programa se beneficiar­án solo las que todavía no han tenido su primera regla (hasta los 9, 10, 11 o 12 años, según la niña), ya que una vez que tienen la menstruaci­ón se pueden congelar óvulos, que es un modelo «más asequible», aseguró Ochoa. La técnica que ahora se propone es la «única alternativ­a en el caso de que no se haya tenido

una primera regla».

El proyecto tiene como objetivo «desarrolla­r un sistema que nos permita preservar la fertilidad de las niñas con cáncer que se someten a tratamient­os que complican

su futura vida reproducti­va», explicó Clara Malo. Actualment­e el que se lleva a cabo es la congelació­n del tejido ovárico para «su posterior trasplante», pero esto tiene hoy «muchas limitacion­es».

En primer lugar se trata de mejorar el sistema de congelació­n, estudiando factores básicos como el porcentaje de suero utilizado para bajar las temperatur­as, aunque lo más particular del sistema propuesto por el I3A es «intentar automatiza­r ese proceso con el uso de un sistema microfluíd­rico».

La técnica, que ya se utiliza en algunos hospitales de España, es «artesanal», por lo que se pierden el 50% de los folículos o unidades reproducti­vas por el proceso de congelació­n o durante el trasplante; y depende en gran medida de la habilidad de los técnicos a la hora de extraer ese tejido ovárico. El objetivo es, según Ochoa, «automatiza­r y estandariz­ar ese proceso para que tenga éxito independie­ntemente de la experienci­a de quien lo lleve a cabo». La tasa de éxito actual es «media» pero desde Aragón «queremos mejorar esa tasa».

Esos dispositiv­os microfluíd­ricos o «chips», según los llamaron los investigad­ores, les permitirá localizar ese tejido en el dispositiv­o y «no tener que volver a tocarlo», con lo que se evita la manipulaci­ón excesiva y la contamina

ción. Además, reconoció Iñaki Ochoa, se podrán «ir cambiando los distintos componente­s o enzimas necesarias para preservar el sistema, de tal manera que no se tocará desde que el cirujano lo extraiga hasta que lo reimplante».

Ese proceso inverso no solo tiene como objetivo ser madre si no, tal y como explicó Clara Malo, mejorará el «desarrollo de la niña de cara a la pubertad». Si el ovario no funciona para producir óvulos, tampoco lo hará con hormonas y esto «evita un desarrollo normal» y puede implicar riesgos como hipertensi­ón, problemas de asimilació­n de calcio o menopausia precoz, todo ello asociado a esa falta de desarrollo reproducti­vo.

Esta mejora del sistema de congelació­n se inició en el I3A en el año 2022 y ya han realizado los primeros ensayos con ovejas, cuyo tejido es similar al humano. Gracias a esta financiaci­ón comenzarán las «extrapolac­iones a tejido ovárico adulto» y una vez que tengan los primeros resultados, esperan llevarlo a cabo con

Ahora comenzará la extrapolac­ión al tejido adulto y en 2 o 3 años al prepúber, que es «un tesoro»

Con la técnica actual se pierde el 50% de las unidades reproducti­vas en la congelació­n

tejido ovárico prepúber. «Será en dos o tres años», aseveró Ochoa, quien dijo «ser prudente» en el tiempo. Esto se debe a que el tejido prepúber «no es un desecho sino un tesoro».

Los investigad­ores agradecier­on el apoyo de Aspanoa, del I3A, del IIS Aragón, de la universida­d, también de hospitales como Viamed y QuironSalu­d y de empresas tecnológic­as como Beonchip. Y reconocier­on que este es el primer paso de proyectos «más ambiciosos» como probar si es posible desarrolla­r óvulos maduros en el propio laboratori­o haciendo crecer artificial­mente los folículos del tejido ovárico extraído a la niña, lo que permitiría fecundar el óvulo «en el exterior» y transferir­le directamen­te el embrión a la madre sin necesidad de tener que «hacerle una segunda intervenci­ón para trasplanta­rle el tejido ovárico». Pero esa será otra investigac­ión.

 ?? Laura Trives ?? Clara Malo, en el laboratori­o donde se guardan los tejidos.
Laura Trives Clara Malo, en el laboratori­o donde se guardan los tejidos.
 ?? Laura Trives ?? Malo e Iñaki Ochoa miran un ordenador donde recogen los datos del estudio.
Laura Trives Malo e Iñaki Ochoa miran un ordenador donde recogen los datos del estudio.

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