Ataque terrorista contra Rusia
El mortífero atentado terrorista del fin de semana en Moscú, reivindicado por el Estado islámico, se produjo sólo horas después de que el Gobierno ruso anunciase, ya sin eufemismos ni rodeos, que el país está en guerra. Hasta ahora, el Kremlin había calificado la invasión militar y ocupación de territorio ucraniano de «operación especial», expresión de uso obligado para todos sus medios de comunicación. Sin embargo, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, cambió inesperadamente de registro y dijo que ya no se trataba sólo de Ucrania, sino que Rusia está en guerra con Occidente. «Nos encontramos en estado de guerra. El Occidente colectivo se ha convertido en participante (en el conflicto) al tomar partido por Ucrania», explicó Peskov.
El portavoz del Kremlin empleó su lenguaje más duro hasta ahora al afirmar que Rusia no podía tolerar la existencia de un Estado que no oculta su intención de recuperar por todos los medios las regiones de población étnicamente rusa como Crimea, el Donbás, Zaporiyia y Jersón. Rusia no puede «coexistir» con un Gobierno como el de Kiev que persigue tal objetivo, dijo Peskov en lo que sólo cabe interpretar como un plan de «cambio de régimen» en Ucrania.
Hasta ahora, sólo el expresidente ruso y actual vicepresidente de su Consejo de Seguridad, Dmitri Medvédev había pronunciado amenazas tan claras contra el Gobierno de Volodímir Zelenski. Lo cual no puede significar otra cosa que el propio Vladímir Putin ha endurecido su posición para alinearse con los más duros e intransigentes de su Gobierno.
En los últimos días y en clara represalia por los ataques ucranianos dentro de Rusia, Moscú ha intensificado el lanzamiento de drones y misiles contra infraestructuras en Ucrania. Uno de los peores ataques fue el llevado a cabo contra una gran central hidroeléctrica en el Dniéper, que dejó momentáneamente sin electricidad a varias ciudades además de cortar el suministro a la central nuclear de Zaporiyia. Mientras tanto, los gobiernos de la OTAN animan a Kiev a no dudar más y declarar una movilización general a partir de los 25 años como única forma de evitar la desaparición del Estado ucraniano.
Uno de los políticos más beligerantes es el senador republicano estadounidense por Carolina del Sur Lindsay Graham, que estuvo recientemente en Kiev, donde instó al Parlamento a aprobar con urgencia esa ley. Actualmente, los ucranianos pueden alistarse como voluntarios a partir de los dieciocho años, pero desde esa edad y hasta los sesenta, todos los varones tienen prohibido salir del país.
El conocido politólogo y profesor de la Universidad de Chicago John Mearsheimer, que hace tiempo considera perdida la guerra de Ucrania, no sólo criticó por cínico el llamamiento del senador Graham sino que añadió que ni «los ucranianos ni nadie debe ya fiarse de EEUU».