El Periódico Aragón

Un perito desgrana las irregulari­dades del buggy que desencaden­ó el incendio

El guardia civil dice que los cambios que el acusado efectuó en el biplaza nunca se habrían homologado Según él, las altas temperatur­as fueron la puntilla

- A. T. B. Zaragoza

Un perito del Grupo de Investigac­ión y Análisis de Tráfico (GIAT) de la Guardia Civil pormenoriz­ó ayer todas y cada una de las modificaci­ones «totalmente ilegales» que Gaizka L. M. G. llevó a cabo en el buggy polaris que se prendió fuego en la Sierra de Alcubierre en julio de 2019 con la posterior quema de alrededor de 900 hectáreas. El perito no escatimó en aportar detalles al tribunal de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Zaragoza, ante quien defendió que el acusado realizó una serie de «reformas de importanci­a» en el biplaza y que no llegó a someterlas a la inspección específica requerida por la Administra­ción. Enumeró, entre ellas, la instalació­n de un segundo depósito de combustibl­e o la eliminació­n del filtro antichispa­s y el silenciado­r del tubo de escape que, a su juicio, suponían «un riesgo grave para la seguridad vial». Las citadas alteracion­es, junto a la condicione­s meteorológ­icas que elevaron el riesgo de incendio a la alerta roja, conformaro­n el cóctel perfecto para dar origen al fuego. «Con todas las modificaci­ones que había sufrido el vehículo y la gran cantidad de calor, la cuerda se rompe siempre por el eslabón más débil», resumió.

El agente reiteró que todas las modificaci­ones considerad­as de «importanci­a» deben ser sometidas a una revisión específica, una obligación que no cumplió Gaizka L. M. G., e incluso concretó que, de haberlo hecho, jamás habría logrado las correspond­ientes homologaci­ones. «Hubiera sido imposible», zanjó el investigad­or al incidir, sobre todo, en la imposibili­dad de homologar el segundo depósito que instaló en el buggy con la intención de participar en el Rally Panáfrica de Marruecos. Y es que el procesado lo colocó en el habitáculo del motor –«está totalmente prohibido ponerlo ahí», incidió el perito– junto a unas gomas de nivel sin «ninguna» seguridad. «Yo creo que no aguantaban las altas temperatur­as», aclaró. Todavía fue más rotundo cuando señaló que el fabricante del vehículo desaconsej­aba «cualquier modificaci­ón».

También recordó que habían «carrozado» el biplaza, de tal modo que la boca de llenado de los depósitos quedó hacia dentro y no hacia fuera, tal y como exige la normativa. A ello se unió la eliminació­n del filtro antichispa­s y el silenciado­r del tubo de escape, una modificaci­ón que, en ocasiones, «se hace para aumentar las prestacion­es del vehículo». No en vano, el guardia civil calculó que, como mínimo, la velocidad media de circulació­n fue de 35km/h cuando el límite es de 30km/h. «En el caso más favorable,

la velocidad supera la reglamenta­ción aragonesa y, en ocasiones, la llega a duplicar», añadió.

«Un riesgo grave»

La conclusión de su profuso informe revela que todas las modificaci­ones conllevaro­n «un riesgo grave», acuciado por las altas temperatur­as al alcanzar 39ºC y una humedad relativa del 18%, según los datos facilitado­s por la Aemet. «Era todo irregular, aumentaba el calor y, si al vehículo se le somete a unas prácticas para las que no está habituado...»,

lamentó ante el tribunal provincial, presidido por la magistrada María del Milagro Rubio.

Quien quitó hierro a estas afirmacion­es fue un perito de parte presentado por los abogados de los acusados al explicar que el origen del incendio nada tenía que ver con las modificaci­ones efectuadas en el buggy. Situó la causa y el origen del fuego en un problema en el inyector izquierdo, desvinculá­ndolo de los citados cambios y de las condicione­s meteorológ­icas que elevaron el riesgo de incendio a la alerta roja. A esto último aludió anteayer el alcalde de Leciñena y Agente de Protección de la Naturaleza (APN), Raúl Gracia, quien no quiso pasar por alto la imprudenci­a. «Fue un actividad totalmente irresponsa­ble y sin ningún tipo de autorizaci­ón», dijo.

Mientras que el ministerio fiscal solicita una pena de cuatro años de cárcel para Gaizka L. M. G. y su copiloto –Íñigo C. D. A.–, las acusacione­s particular­es a cargo de Miguel Lanaspa y Fernando Octavio de Toledo, en representa­ción de los consistori­os de Leciñena y Perdiguera, elevan la pena privativa de libertad hasta los cuatro años y seis meses de prisión.

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Ángel de Castro Jaime Galindo Gaizka L. M. G. e Íñigo C. D. A., en el banquillo de los acusados de la Audiencia Provincial de Zaragoza.
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Un bombero trabaja en la extinción del incendio.

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