La alimentación en la corte del Rey de Aragón
Luis Ros Mar analiza los oficiales de comida y bebida y la alimentación en la mesa real en 1344, según las Ordinaciones de Pedro IV el Ceremonioso en el número 673 de ‘La Cadiera’.
Enlosúltimosaños,desdequelafrancesa escuela de los Annales, fundada por Lucien Febvre y Marc Bloch en 1929, aconsejó que los historiadores orientáramos nuestra mirada hacia el estudiodelarelacióndelhombreconel medioquelerodea,hanidosurgiendo saberesquenospermitenconocermejorquépasóenelpasadoycómonuestrosantecesoresfueronconstruyendo suvivirdiario.Esteprocesohatraídoa primernivellaimportanciadeestudiar muchos aspectos que nadie atendía, entreloscualesestáesarecuperaciónde laalimentaciónenelpasado.
A este asunto se han ido dedicando importantes trabajos, que no son muchos al limitarnos al viejo reino de Aragón, aunque he de decir que han sido muy importantes: el de María de los Ángeles Pérez sobre la mesa del rey como símbolo de su poder (1996), María Luz Rodrigo sobre el vino (2013), el de Antonio Riera sobre gastronomía y política (2012), Manuel Gómez de Valenzuela sobre los lejanos siglos XI y XII (1979), y las actas del Simposio sobre alimentación bajomedieval que organizó la Academia Aragonesa de Gastronomía (2012) coordinado por García Guatas, Barbacil o Piedrafita.
Elena Piedrafita es el punto de referencia en estos asuntos, sin duda alguna, y hoy se suma una aportación que debe ser recibida con júbilo puesto que nos enseña la vida y la muerte en la corte aragonesa, la comida que les gusta y cómo les gusta, lo que les prohiben los médicos, el miedo a morir que genera un mundo de catadores, la disposición de las bebidas, cómo y cuándo se sirven los platos, los manteles…, en suma: la ceremonia del comer. En esta hermosa y muy útil publicación, se nos presenta a la Casa Real de Aragón construyendo un espacio de concordia y de celebración con el cual, una vez más, va a marcar la estética y la calidad de todo el escenario de su poder. Y el autor
de este extraordinario trabajo es el doctor Luis Ros Mar, que se ha decidido a estudiar todo lo que dispone en estos asuntos el rígido protocolo que escribe el rey Pedro IV, el Ceremonioso, en 1344. Es un trabajo complicado resuelto con maestría, con la precisión
de un buen investigador.
La edición está hecha dentro de las curiosas y necesarias (para entender Aragón) publicaciones de la asociación zaragozana de La Cadiera, que llega con ella al número 673 en febrero de este año de 2024. Y sus casi cien páginas, en las que solo echo en falta un índice que nos hubiera facilitado el movernos por el texto, comienzan explicándonos qué son las extensas ordinaciones reales de Pedro IV y las ordinaciones en otros reinos. Luego entra en los oficiales de mesa y va explicando cómo el monarca planifica los deberes al detalle y dispone los modos que aseguran el buen gobierno de los servidores del palacio.
Los oficiales de la mesa real son nueve, comenzando por el mayordomo, los escuderos que traen los manjares, el especiero o los dos médicos que atienden permanente al rey y al que miran su orina todas las mañanas, en busca de enfermedades. Seis son los oficiales de bebida que incluyen coperos, botilleros o aguadores, y nueve los oficiales de cocina que van desde los panaderos a los cocineros mayores, con sus ayudantes, barrenderos o el lavador de la plata, que hay que tener cuidado con estas piezas. Junto a ellos no podemos olvidar a los despenseros, compradores de alimentos, reposteros mayores, etc., que completan el elenco de los servidores exclusivamente relacionados con la cocina y la comida real. Treinta y una personas, que viven un mundo en el que todo estaba pautado.
Como pueden ver, estamos ante un trabajo que nos abre el conocimiento de la mesa y de la alimentación de nuestros reyes, que nos explica cómo se organizaba un mundo que era muy importante porque de él dependía la salud y la vida del rey de Aragón. Lo van a disfrutar y además aprenderán mucho. Y como la familia real, coman torrijas en la Pascua.
Número 673 de ‘La cadiera’