El fin del cambio de hora se atasca en Europa entre dudas sobre su utilidad real
Los expertos reclaman que la reforma horaria en 2026 se incluya en los programas de las elecciones europeas y, finalmente, se adopte una decisión en la próxima legislatura.
Como cada año, los relojes de la población europea entrarán en el conocido horario de verano el próximo 31 de marzo (madrugada del sábado al domingo). Pese a que ha habido varios intentos de acabar con una costumbre que comenzó en los años 70 –durante la primera crisis del petróleo, cuando algunos países decidieron ahorrar energía aprovechando las horas de luz solar en los meses de verano–, la decisión de acabar con el cambio de hora cada medio año todavía no se ha adoptado. De hecho, continúa entre los asuntos pendientes de las instituciones europeas.
De ahí que el grupo de expertos Time Use Initiative considere que las próximas elecciones al Parlamento Europeo, que se celebrarán el próximo 9 de junio, es una oportunidad de oro para que los partidos políticos se mojen en este aspecto, lo incluyan en sus programas y, finalmente, se adopte la decisión en la próxima legislatura.
Los expertos basan su petición en los estudios que indican que el cambio de hora cada seis meses, para adaptarlo al horario de verano y de invierno, influye negativamente en la salud, dado que provoca una especie de «pequeño jet lag» o «desajuste» por la necesidad de adaptarse, de repente, a un nuevo horario. Asimismo, investigaciones recientes muestran que no sirve para ahorrar energía, el principal argumento usado para obligar a los europeos a cambiar los relojes.
En concreto, la organización sin ánimo de lucro Time Use Initiative, que promueve el derecho al tiempo en todo el mundo, consciente de que la reforma horaria no puede hacerse de la noche a la mañana y que los intentos en el pasado han fracasado, ha lanzado un manifiesto en el que reclama el fin del horario de verano en 2026 «como muy tarde». Los especialistas proponen que se establezcan zonas horarias naturales de forma permanente en la UE. En España, el horario que correspondería en función del mapa de 24 franjas en las que se divide el planeta es una hora menos, es decir, la hora que tiene Canarias o Portugal. Sin embargo, en 1940, Francisco Franco lo cambió para ajustarse a la Europa central y alinearse con el horario de Alemania e Italia y aún no se ha modificado.
«La UE debe reaccionar al impacto negativo de los relojes desalineados presionando para implementar zonas horarias permanentes tan cercanas como sea posible a la hora solar u hora natural en Europa», exige el manifiesto». Los expertos proponen una hoja de ruta que debería comenzar por los sectores que puedan experimentar un impacto mayor, como los servicios de emergencia y transporte, «para que puedan prepararse para el cambio», que a su juicio debería ir acompañado de una campaña de sensibilización.
Efectos en la economía
Por otro lado, también existe la creencia de que eliminar el horario veraniego perjudicaría a la economía, sobre todo a sectores como el turismo o el comercio. Pero, según Time Use Initiative, la configuración actual ya está perjudicando a estos sectores porque provoca falta de sueño y los trabajadores son menos productivos.
Por último, algunas personas tienen miedo de que el cambio de hora pueda afectar a sus hábitos diarios, pero la Alianza Internacional para el Tiempo Natural (IANT) asegura que los hábitos son constantes durante todo el año y pueden continuar siendo los mismos.