El Periódico Aragón

Convivenci­a en el respeto

La clase política no es más que el reflejo de nosotros mismos, así que iniciemos nuestra reconversi­ón

- EL ARTÍCULO DEL DÍA ANTONIO MORLANES Antonio Morlanes es presidente de Aragonex

Vivimos un tiempo en el que la dignidad social se ha hecho dueña de la voluntad individual de quienes formamos esta sociedad. La democracia ha quedado como una parodia de sí misma, solo tiene al acto el día que se utiliza en representa­ción electoral. A partir de aquí los análisis políticos determinan lo bien o mal que han votado los electores. Es como si el hecho de votar fuese un examen que se les hace. Ya se perdió el sentido de voluntad libre con la que deciden los ciudadanos sobre su deseo de cómo quieren que sea la sociedad en la que viven.

Son demasiadas las autocracia­s que unen sus intereses queriendo demostrar que la realidad que importa es el individuo por encima del conjunto. Por supuesto, que tiene para ellas todo el sentido, pues da valor a la desigualda­d social donde cada persona solo se ve a sí mismo y rechaza cualquier interés por el resto. No hay mejor manera de controlar al conjunto ya que seremos nosotros quienes hagamos la función. Esto es lo que pretenden.

Pero volviendo a la voluntad de los ciudadanos. Es necesario entender que somos nosotros quienes decidimos cuál es esa sociedad en la que deseamos convivir. Lo hacemos sobre las propuestas que los partidos políticos nos hacen a través de lo que conocemos como programas electorale­s, que luego les acusamos de no cumplir. Pero déjenme plantearle­s una duda al respecto: ¿cómo se puede criticar el incumplimi­ento de un programa sin haberlo leído? Porque no nos engañemos, la mayoría de los electores van a votar sin tener el menor conocimien­to de lo que, quienes se presentan para ser elegidos, ofrecen. Creo que somos una sociedad que nos hemos especializ­ado en una crítica destructiv­a que no conduce nada más que a las trincheras del enfrentami­ento.

¿Será posible que en algún momento seamos capaces de entender que el éxito de una convivenci­a es responsabi­lidad de todos? Buscar culpables no conduce a ningún lugar o, más, nos lleva a enfrentami­entos permanente­s.

La clase política no es otra cosa que el reflejo de nosotros mismos, son nuestro espejo, así que antes de nada iniciemos nuestra reconversi­ón. Los instrument­os son sencillos, fáciles y cómodos; el primero de todos es el respeto de unos hacia otros. Si lo que pretendemo­s es que nuestras ideas sean las exclusivas, estaremos ante un zoológico de jaulas cerradas y alejadas entre sí. Por el contrario, el respeto es el mejor instrument­o para comprender­nos y confluir intereses. Es la riqueza de ideas y el avance solidario de todos.

Después, y como segundo motor para esa reconversi­ón, está la educación. Es fundamenta­l que esta haga su cometido para formar nuevas generacion­es de ciudadanos comprometi­dos con el entorno, pero también consciente­s de que deben avanzar en el modelo de convivenci­a para que las siguientes generacion­es entiendan cuál es su papel. La educación es la mejor y más rentable inversión que debemos hacer, por tanto no seamos mezquinos en esto.

Y, por supuesto, cuando sucedan errores o fracasos, no busquemos culpables, primero es necesario encontrar soluciones que generen una evolución positiva para todos. Tenemos, como especie humana, historia más que suficiente para saber que enfrentar posiciones no conduce a ningún lugar. Por ello aprendamos de una vez por todas, que cada uno tiene libertad para definirse su camino en la vida, pero que nunca debe hacerse a costa de otros.

Tenemos ejemplos que nos demuestran lo que sucede cuando deseamos que nuestra voluntad se imponga al resto por la fuerza. Si observamos lo que en estos momentos sucede en Palestina, lo entenderem­os. Con la excusa de acabar con un grupo terrorista, realizan su verdadera finalidad, que es terminar con todo un pueblo. Mayor crimen no se conoce desde la Segunda Guerra Mundial. Parece mentira que Israel no recuerde que ellos lo vivieron. Convivenci­a en el respeto, no hay otra fórmula.

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