El Periódico - Castellano - Dominical

ROCÍO CRUSSET

La hija de Mariló Montero y Carlos Herrera tiene apellido propio. La modelo, de 23 años, ya ha conquistad­o las pasarelas y comparte agencia con 'tops' como Gisele Bündchen. Con ella descubrimo­s las propuestas de maquillaje más festivas de Dolce & Gabbana

- Por Raquel Peláez / Fotografía Antonio Terrón / Estilismo José Herrera / Maquillaje José Belmonte

"Me cambié el apellido para empezar desde abajo, me los he ganado yo"

LAS P ROPUESTAS PA R A T R ABAJAR como modelo persiguen a Rocío Crusset desde que tiene uso de razón. «Pero mi madre siempre se negó –asegura– y ahora se lo agradezco, porque no tenía edad». De pequeña quería ser abogada, fisioterap­euta, dentista… Y, aunque sus padres son dos de los periodista­s más célebres de nuestro país, jamás barajó la posibilida­d de seguir sus pasos. Tras pasar la adolescenc­ia estudiando fuera, Rocío volvió a España para empezar la carrera de Administra­ción y Dirección de Empresas y Marketing y fue entonces cuando confesó en casa que quería ser modelo. Ahora, con 23 años, la sevillana ha desfilado en todas las pasarelas nacionales, ha protagoniz­ado campañas de publicidad y ha conseguido su sueño: entrar en la agencia que maneja la carrera de supermodel­os internacio­nales como Gisele Bündchen, Kate Moss o Gigi Hadid. XLSemanal. ¿Cómo se tomaron sus padres su aspiración profesiona­l? Rocío Crusset. La primera vez que lo comenté tenía 15 años y me contestaro­n que ya hablaríamo­s del tema cuando aprobara la selectivid­ad. Luego se lo volví a plantear durante el primer año de carrera y ahí fue un poco más complicado. Era un tema de conversaci­ón que teníamos pendiente e imagino que estaban intentando evitarlo porque les daba miedo, pero ahora ya saben que va en serio y que mi carrera tiene futuro. XL. La elección de Crusset como apellido profesiona­l ¿le ha servido para quitarse el sambenito de 'hija de'? R.C. Esa ha sido siempre la intención, pero hay mucha gente que no lo tiene en cuenta. Por supuesto que tengo una cobertura más amplia y que soy más conocida por eso, pero profesiona­lmente ya puedes ser la hija de Obama que, si no vales, nadie te va a dar trabajo. En las publicacio­nes, mi nombre siempre se asocia a 'hija de Carlos Herrera y Mariló Montero', pero no soy yo la que lo utiliza. Me cambié el apellido para empezar desde abajo,

"Claro que tengo más cobertura por mi origen, pero ya puedes ser la hija de Obama que, si no vales, nadie te va a dar trabajo"

así que las portadas de revista que he protagoniz­ado me las he ganado yo. Y las campañas y los desfiles... XL. ¿Y sigue recibiendo críticas por eso? R.C. Pero ya no me molesta, porque yo no le he dado nada de relevancia a este tema. No soy ninguna aprovechad­a. No he llamado a mi padre ni a mi madre para que me consigan portadas. Quiero que mi carrera sea real, que sea algo que me he ganado por mí misma. Y, oye, ¡qué carajo! ¿Por qué no puedo yo hacer algo que realmente me merezco? XL. ¿Y cómo maneja la presión de las redes sociales? R.C. Pues últimament­e me preocupa bastante el tema, porque el número de seguidores influye mucho. En el último año, si he ido a cincuenta castings, en los cincuenta querían saber cuántos followers tengo. Eso me obliga a cuidar todo lo que subo. XL. Aun así, la han atacado varias veces. La llegaron a acusar de extrema delgadez por una foto que subió a Instagram. R.C. Ahí se pasaron mucho. Pero lo digo más por los comentario­s de la gente que por los periodista­s que publicaron la noticia. Yo estoy estupendam­ente. ¡Pero si como como una bestia! [se ríe]. Incluso más que mi novio [el modelo Juan Betancourt], que mide 1,93 metros. Es como un toro y necesita gasolina a tope… ¡y yo le gano! Él tiene siempre más hambre, pero, a la hora de comer, yo no tengo fin. Lo único que me molesta un poco es que esa gente no piensa: ¿y si yo estuviera realmente enferma? Me estarían matando. ¿No es igual de ofensivo meterse con alguien delgado que con un obeso? Las redes sociales son un cuarto donde todo el mundo se clava cuchillos. XL. ¿Cree que en su profesión se ha avanzado ya con el tema de las tallas? R.C. Ha ido por épocas. En los noventa, con modelos como Cindy Crawford, se llevaban más las curvas. Luego vino la época de Kate Moss, que era de extrema delgadez, y ahora estamos entre las dos: te encuentras modelos de todos los estilos. A mí jamás me han pesado ni me han dicho que estoy gorda o que baje de peso. No lo habría aceptado. XL. ¿Y cómo lleva todo el ruido mediático que provoca cada movimiento que realiza? R.C. Me da igual. Incluso te diría que viene bien que hablen de ti. Y digo 'bien', ¡ojo! Porque normalment­e no se meten conmigo ni me insultan. Sí que me gustaría estar más tranquila si me voy un fin de semana con mi chico a Sevilla y, si le quiero dar un beso, poder dárselo. Pero suele ser incómodo, porque tengo tres cámaras detrás. XL. ¿La siguen mucho? R.C. Hay algunos que se te acercan y

"Se pasaron mucho cuando me acusaron de extrema delgadez. ¿Y si yo estuviera realmente enferma? ¿No es igual de ofensivo que meterse con alguien obeso?"

te dicen que solo quieren estar unos minutos, que te hacen dos fotos y se van. A mí eso no me molesta, es su trabajo y yo lo entiendo. El mío es posar delante de una cámara y el suyo, sacarme una foto y venderla. Pero hay otros que se pasan de la raya y se tiran toda la tarde detrás. Y si yo tengo solo cinco horas para estar con mi novio, por favor, ¿puedo estar tranquila y no tener que cohibirme para darle un beso? Que es un coñazo, vamos. Por eso, pasar fuera un fin de semana nos da la vida. XL. ¿Es difícil compaginar su vida en pareja con su profesión? R.C. En absoluto. Incluso, hasta se mantiene más la pasión. No verte todos los días ayuda muchísimo. Con alguna pareja anterior he tenido épocas en las que he llegado a pensar que estaba mal solo porque nos veíamos dos semanas seguidas y dormíamos todos los días juntos. Al final discutimos, yo no estoy feliz así. Prefiero estar dos días sin verle y pensar: «Cuando te vea, te como». XL. ¿Se identifica con el espíritu de mujer fuerte por el que aboga la marca Dolce & Gabbana? R.C. Claro. Eso me lo ha metido mi madre entre ceja y ceja desde que era muy pequeña. Me cuesta aceptar el rol de mujer que se queda en casa. Por supuesto, creo que cuidar niños es mucho más duro que ir a la oficina, pero yo no me voy a quedar en casa porque alguien me lo diga o porque la sociedad me lo imponga. No me gusta depender de nadie. Para eso trabajo, para tener mi dinero. XL. ¿Y es usted de las que vuelven a casa por Navidad? R.C. Claro. Y no intentes saltártelo, porque es un caso perdido [se ríe]. Pero a mí me encanta, porque nos juntamos más de 30 personas en El Rocío. Dormimos todos en la misma casa, cocinamos, cantamos... Son tres días superinten­sos.

"Me gustaría estar más tranquila cuando me voy un fin de semana con mi chico a Sevilla, pero es incómodo porque siempre tenemos tres cámaras detrás"

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VESTIDO, ABRIGO y CORONA, de Dolce & Gabbana; PULSERAS y COLGANTE, de Suárez.
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VESTIDO, de Forever Unique; y PENDIENTES, de Luxenter.
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VESTIDO y PENDIENTES, de Elie Saab; y ANILLOS, de Tous.

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