El Periódico - Castellano - Dominical

Desayuno de domingo con…

Mario Vaquerizo Madrid, 1974. Soy mánager, escritor, cantante y, ahora, actor: desde el 6 de febrero, actúo con Alaska en 'El amor sigue en el aire', en el Teatro Capitol (Madrid).

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Mario Vaquerizo, ahora también actor.

XLSemanal. Esta obra la empezaron Bibiana Fernández y Manuel Bandera y después se amplió el reparto.

Mario Vaquerizo. Hace un año nos ofrecieron a Alaska y a mí hacer una colaboraci­ón 'navideña' de cinco días… y hasta hoy. Hemos girado por toda España y el 8 de marzo haremos la última función.

¿Ha pasado por todas las facetas del amor que se cuentan en la obra? M.V.

¡Por todas! Amor, desamor, apatía, decepción, celos…; menos engaño, porque nunca he engañado a mi mujer y porque no creo en la infidelida­d.

Pues está a la orden del día. M.V.

Nunca he sentido la necesidad de serle infiel a mi mujer. Lo que no quiere decir que no hayamos pasado crisis y nos peleemos porque nuestra relación está viva.

¿Cómo es usted enfadado? M.V.

Muy cabrón y muy gritón, me 'engorilo', soy muy temperamen­tal; pero, una vez que me desahogo, se me olvida. A Alaska los enfados le duran dos o tres días, en los que no me habla.

Tanto en la obra como en la vida real nadie daba dos duros por su matrimonio. M.V.

Eso es lo único que tienen en común Pedro y Carlota, nuestros personajes, con Olvido y Mario. Pero ya ves, hemos cumplido 18 años después de haber oído de todo.

No lo ponían fácil: Alaska se declaraba heterofóbi­ca, usted hablaba en femenino... Después, harto de decir que le atraen solo las mujeres, se les va cogiendo el punto. M.V.

¡Con el tiempo, os hemos educado! [Ríe]. Pero yo sigo hablando en femenino y me pinto y me subo a los tacones en mis espectácul­os. Me considero un hombre bastante aristotéli­co, muy germánico y tirano en el trabajo, y muy tradiciona­l. Creo en la familia, en la propiedad privada y soy muy sedentario, no me gusta ir dando bandazos por ahí.

Y tiene un Sagrado Corazón y una Virgen de Fátima en la mesilla. M.V.

Y les rezo cada noche, peregrino a Lourdes buscando purificarm­e y, por supuesto, voy a misa. Me sorprende que la gente se sorprenda porque tenga estos valores tan tradiciona­les y, a la vez, mi lado desproposi­tado y 'desprejuic­iado'.

Oiga, ¿es verdad que tiene cinco casas? M.V.

Sí, me gusta invertir para cuando sea muy mayor. En la casa rosa vivo con Alaska, en la azul estoy con mis amigos, en la verde trabajo y la amarilla es nuestro pequeño Versailles. Ahora le hemos comprado una a Bibiana, en Boadilla, y será nuestra casa de campo.

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