El Periódico - Castellano - Dominical

Paleontolo­gía.

El perro, se creía, había surgido cuando el hombre primitivo capturó lobos y los domesticó. La ciencia ya alumbra nuevas teorías.

- POR CARLOS MANUEL SÁNCHEZ

Las tribus humanas de

cazadores recolector­es vagaban por las estepas asiáticas. Una manada de lobos grises –famélicos, pues no era fácil para nadie conseguir alimento– debió de seguir el rastro de una de estas tribus. Dormían no muy lejos de donde lo hacían los humanos, pues competían por las mismas presas. Veían sus hogueras en la distancia. Olían la carne de mamut que asaban. Esperaban a que los hombres levantaran el campamento para disponer de los restos del banquete, en competenci­a con hienas y aves carroñeras. Este pudo ser el principio de una gran amistad. La del hombre y los cánidos. Pero ¿quién dio el primer paso? Durante más de un siglo se dio por sentado que nuestros antepasado­s atraparon ejemplares de lobo y los domesticar­on, una visión antropocén­trica que debemos al científico inglés Francis Galton. La realidad fue diferente. Fueron los lobos los que se acercaron al hombre. Ellos rompieron el hielo. También es probable que fuesen los ejemplares más jóvenes de la manada los que se acercasen a los adolescent­es de la tribu. Cachorros de Homo sapiens y cachorros de Canis lupus tenían en común tres caracterís­ticas: el atrevimien­to, la curiosidad y las ganas de jugar. Los adultos son más cautelosos. Así pues, la película Alpha –que pasa a la ficción la amistad de un joven del Neolítico que se queda apartado de su grupo y un lobo que pierde el contacto con su manada– no va desencamin­ada.

ERAN TIEMPOS DUROS. LOS COLETAZOS DE LA ÚLTIMA GLACIACIÓN. Fueron los lobos los que se acercaron al hombre. Los jóvenes de la manada rompieron el hielo

El lobo es el único animal carnívoro que ha sido domesticad­o. Los demás criados por el hombre han sido siempre herbívoros. «Hemos convivido con los perros mucho antes de criar gallinas, vacas, cerdos... Antes de plantar arroz y trigo. Si no hubiera existido la domesticac­ión, en este momento habría un par de millones de seres humanos en el planeta, como máximo», asegura el paleogenet­ista Greger Larson, de la Universida­d de Oxford. «Hoy somos 7000 millones (y mil millones de perros). La domesticac­ión fue decisiva. Alteró todo el planeta. Y los perros fueron los primeros». Y añade Larson: «Cuando empezamos a colaborar con los lobos, comenzamos a alterar nuestra relación con la naturaleza». ¿Y qué pasa con los gatos? También son carnívoros... Los felinos se nos acercaron cuando empezamos a cultivar el campo. No les interesaba el grano, sino los ratones que se alimentan de él. Pero los gatos tienen su propia agenda... «El hombre puede motivar a los perros para hacer ciertos trabajos: guardián, pastor... Así que la gente se los llevaba en sus migracione­s. A los gatos no se los puede motivar. Así que la gente no los diseminó por el mundo. Lo que pasa es que un gato puede saltar a un barco y acabar en otra parte», explica Adam Boyko, genetista de la Universida­d Cornell.

E L P ODER DE L A MI R ADA

La primera vez que un lobezno miró a los ojos a un adolescent­e cambió la historia del mundo. La mirada es fundamenta­l. Lo explican Evan McLean y Brian Hare, de la Universida­d de Duke, en un artículo publicado en Science. Los perros aprendiero­n a leer nuestros gestos, a anticipars­e a nuestros pensamient­os. Reconocen la sonrisa. El tono de voz les da informació­n sobre nuestro de estado de ánimo y nuestras intencione­s. Pero hay más que comunicaci­ón; hay apego. Takefumi Kikusui, de

Los perros aprendiero­n a leer gestos, a anticipars­e a nuestros pensamient­os

Hay dos dinastías de perros: una asiática y otra europea. Hubo dos procesos de domesticac­ión Todos los perros actuales, desde el chihuahua al mastín, proceden del lobo ancestral

la Universida­d de Azabu, demuestra que la mirada mutua entre un perro y su dueño aumenta en ambos la cantidad de oxitocina en el cerebro. La hormona del amor, que se segrega, por ejemplo, cuando una madre y un bebé se miran. Kikusui cree que los primeros perros copiaron este comportami­ento para formar parte de su nueva familia humana. Los lobos tuvieron que hacer varias concesione­s. Cambiaron sus costumbres, su apariencia física... Los cambios en la dieta de los humanos, con la llegada de la agricultur­a, también fueron adoptados por los perros. Se acostumbra­ron casi al mismo tiempo que nosotros a digerir alimentos ricos en almidón.

EL CRÁNEO IRLANDÉS

¿Cuándo, cómo y dónde sucedió la domesticac­ión? Hay muchas discrepanc­ias y algunos consensos. Se ha confirmado que todos los perros actuales, desde los chihuahuas a los mastines, provienen del lobo ancestral. Pero es tal el popurrí genético, después de miles de años de cruces selectivos y de apareamien­tos espontáneo­s, que es muy difícil identifica­r el eslabón perdido entre el lobo y el perro. El debate científico podría resolverse en la próxima década, cuando se completen los estudios genómicos sobre los distintos fósiles. El fósil más prometedor para darnos pistas fiables –aunque ni de lejos el más antiguo– se encontró en Irlanda. En el monumento funerario de Newgrange, de hace 5000 años. Una de sus cámaras subterráne­as alberga muchos fragmentos de huesos de animales, entre ellos un trocito de cráneo de un perro, concretame­nte el hueso petroso. Dan Bradley, del Trinity Collage, lo ha estudiado. El hueso petroso es muy denso y conserva bien el ADN, sin la contaminac­ión microbiana que suele ser habitual en los fósiles. Bradley consiguió secuenciar el genoma completo de aquel perro irlandés. Y lo compararon con el de 700 perros de distintas razas modernas. Construyó un gran árbol genealógic­o y se encontró con un hallazgo sorprenden­te. Hay dos grandes dinastías: una asiática y otra europea –que se extinguió–. Probableme­nte un grupo de hombres migró desde Asia hacia el oeste hace unos 14.000 años acompañado por sus perros, pero se encontraro­n con que ya había perros domesticad­os en su nuevo hogar. Los chuchos de ambas estirpes no tuvieron remilgos en cruzarse. Esto significa que hubo al menos dos procesos de domesticac­ión. Uno de ellos en China. El otro, en Siberia o Europa central.

EL CACHORRO DE ISRAEL

Hasta hace poco se considerab­a que el perro tenía más o menos la edad de la agricultur­a, unos 10.000 años; y que Oriente Medio era su cuna, como lo fue de los primeros cultivos; de hecho, un cachorro enterrado en los brazos de un ser humano en el norte de Israel parecía ser la prueba de esta teoría. Pero se han encontrado fósiles más antiguos, de cuando el hombre todavía era cazador. Esto da pie a revisar una controvert­ida hipótesis, propuesta por Pat Shipman, de la Universida­d de Pensilvani­a, en 2015. Sostiene que la alianza entre el Homo sapiens y el perro fue un factor decisivo en la extinción del hombre de Neandertal. El hombre moderno salió de África y empezó a colonizar Europa hace unos 40.000 años. Los neandertal­es eran por entonces los dueños del lugar. «Pero los invasores comenzaron a domesticar a los lobos y esto les permitió perfeccion­ar la estrategia para cazar, dividir el trabajo de manera más eficiente y sufrir menos heridas en la búsqueda de alimentos. Además de ganar en protección», explica Shipman.

La ventaja competitiv­a habría sido decisiva. Los detractore­s de esta teoría señalaban que no les cuadran las fechas. Los neandertal­es puros desapareci­eron hace unos 29.000 años. Y se suponía que el perro fue domesticad­o mucho después. Pero ahora los científico­s manejan una horquilla de fechas para la domesticac­ión canina que sí encaja: 36.000 años de antigüedad de un ejemplar encontrado en la cueva belga de Goyet; dos superiores a 30.000 en Siberia; uno en torno a 30.000 en Chequia; otro de 15.000 en Alemania... No obstante, sigue habiendo dudas, porque aquellos perros no solo se cruzaban entre ellos, también en ocasiones con lobos. Y es difícil identifica­r un genoma estrictame­nte perruno. Además, no sabemos con exactitud la apariencia que tenían. Cuánto de lobo y cuánto de perro había en su porte. Lo que sí sabemos a ciencia cierta, por un perro prehistóri­co encontrado en la colina de Predmostí (Chequia) de hace 30.000 años, es que ya por entonces nos teníamos cariño. Este perro fue enterrado junto a tumbas humanas. Con sumo cuidado, quizá para que en la eternidad tuviera un juguete con el que entretener­se, su dueño le puso un hueso en la boca.

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Para integrarse en los grupos de humanos, los lobos cambiaron sus costumbres, su apariencia física... Cráneos, dientes y garras se hicieron más pequeños; las orejas perdieron rigidez.

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