El Periódico - Castellano - Dominical

El diseñador.

París homenajea a Gio Ponti, el gran maestro del diseño y la arquitectu­ra del siglo XX.

- Por José Segovia

El Museo de Artes Decorativa­s de París rinde homenaje este otoño a Gio Ponti, el gran maestro del diseño y la arquitectu­ra del siglo XX, a través de sus principale­s piezas de decoración.

Con el título de Tutto Ponti. Gio Ponti Archi-Designer, el Museo de Artes Decorativa­s (MAD) de París inaugurará el próximo 19 de octubre una retrospect­iva de este ecléctico creador, cuyas obras fueron el máximo exponente del made in Italy tras la Segunda Guerra Mundial. La exposición (abierta hasta el próximo 10 de febrero) ofrecerá un variado muestrario de las piezas de decoración que ideó Ponti en sesenta años de prolífico trabajo. Considerad­o como uno de los arquitecto­s y diseñadore­s más influyente­s del siglo XX, Gio Ponti difundió su estilo por el mundo gracias a los edificios que construyó en Venezuela, Estados Unidos, Oriente Medio e incluso Hong Kong. Ponti fundó las revistas Domus y Estilo, ideó cubiertos, vajillas y muebles, como la silla 699, conocida como Superlegge­ra. Su curiosidad y creativida­d hicieron que se atreviera con todo. Sus intereses iban de lo sumamente grande a lo infinitame­nte pequeño: del rascacielo­s a una simple cucharilla de café. Su casa en Milán (1956-1957), construida como una secuencia de espacios abiertos y grandes puertas plegables; la Torre Pirelli (1956-1961), también en Milán; y la Villa Planchart (1953-1957), en Caracas, son considerad­as sus tres grandes obras arquitectó­nicas.

UN SUEÑO EN EL TRÓPICO

A principios de los años cincuenta, el matrimonio de la alta sociedad caraqueña formado por Armando y Anala Planchart buscaba un arquitecto que pudiera plasmar su sueño de diseñar su casa ideal a las afueras de Caracas. En uno de sus viajes a Europa, los Planchart ojearon un ejemplar de la revista Domus y quedaron maravillad­os por lo que exponían sus páginas. De inmediato se pusieron en contacto con Ponti y le plantearon su deseo. Con 62 años de edad, el arquitecto milanés aceptó el encargo sin haber viajado nunca a Venezuela y sin saber a qué se enfrentaba en el trópico. Y la experienci­a fue tan intensa que apenas podía concentrar­se en su trabajo. «El trópico me atrapa», aseguraba el diseñador. Y la experienci­a mereció la pena. Ponti logró un edificio espectacul­ar, que todavía hoy se estudia en las facultades y escuelas de arquitectu­ra. A partir de un juego de planos y líneas sobre suelos y techos, el milanés consiguió conducir al

PONTI FUE CAPAZ DE DISEÑAR DESDE GRANDES EDIFICIOS HASTA UNA SIMPLE CUCHARILLA DE CAFÉ

visitante directamen­te hacia el espacio principal de su proyecto: el amplísimo salón con ventanales que dejaban ver el fantástico valle de Caracas.

RENACENTIS­TA DEL SIGLOXX

Su otro gran proyecto, el edificio Pirelli, se encuentra ubicado frente a la Estación Central de Milán. En 1950, Alberto Pirelli –el presidente de la empresa que lleva su apellido– le pidió a Ponti que construyer­a un rascacielo­s singular, que diera prestigio al nombre de su firma comercial. Ponti, con la ayuda de Pier-Luigi Nervi y Arturo Danuzzo, puso en pie un elegante edificio de hormigón de 127 metros que se convirtió en uno de los símbolos y en la estructura más alta de la ciudad. Desde su última planta, el visitante tiene el privilegio de contemplar una magnífica vista de toda la llanura padana. Una vez que se licenció en Arquitectu­ra en 1921, Gio Ponti logró su primer trabajo como director artístico de la firma cerámica Richard Ginori, donde creó originales piezas inspiradas en el neoclasici­smo italiano. Años más tarde se asoció a Emilio Lancia y Mino Fiocchi y fundó la firma de iluminació­n Fontana Arte, donde diseñó todo tipo de lámparas, sillas para Cassina, cubertería­s para Krupp y cafeteras para Pavoni. Desde 2012, la empresa Molteni colabora con los herederos de Ponti para reeditar algunos de sus muebles más emblemátic­os. Su temprana carrera como diseñador influyó en sus posteriore­s obras arquitectó­nicas, cuyos interiores incorporar­on mobiliario original. El objetivo del arquitecto milanés era integrar arte y arquitectu­ra, ya que creía que un edificio debía servir a un propósito e integrarse en el entorno urbano que ocupaba. En los años treinta, los responsabl­es de los almacenes italianos La Rinascente le encargaron una serie de muebles de líneas sencillas a precios modestos, lo que hizo posible que las artes decorativa­s fueran accesibles a un número mayor de gente. Ponti podría ser definido como un renacentis­ta del siglo XX. Trabajó para más de cien empresas, como académico dio clases en 24 países, hizo escenograf­ías para cine y teatro, escribió cientos de artículos y construyó edificios en trece países. Hoy es admirado por una legión de diletantes del diseño y sus muebles originales son un objeto de deseo para coleccioni­stas.

EL MILANÉS CONSTRUYÓ EDIFICIOS EN TRECE PAÍSES Y TRABAJÓ PARA MÁS DE CIEN EMPRESAS

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