El Periódico - Castellano - Dominical

Ryszard Kapuscinsk­i: luces y sombras del genial reportero

Ryszard llegó de uno de sus viajes. Alicia le dijo, emocionada, que tenía una sorpresa para él. Lo condujo de la mano, con los ojos cerrados, escaleras arriba. Abrió una puerta y le dijo: «Es tu estudio».

- POR FÁTIMA URIBARRI / FOTOGRAFÍA: BARTOSZ BOBKOWSKI

Esta médica polaca estuvo 55 años casada con un mito del periodismo mundial. Lo esperaba en casa mientras él cubría guerras y revolucion­es. Ahora, cuando Ryszard Kapuscinsk­i vuelve a ser noticia gracias a una nueva película, lo defiende de las acusacione­s que han tratado de empañar su leyenda. La visitamos en su casa de Varsovia.

Kapuscinsk­i informaba sobre 50 países solo, sin equipo ni tecnología y con poco dinero

Ryszarddab asaltos de alegría mientras aplaudía y recorría la buhardilla con entusiasmo infantil. «¿Esto es nuestro, esto es nuestro?», repetía. Alicia Kapuscinsk­a vive debajo de esa buhardilla, en el primer piso de una casita con un retal de jardín en un barrio tranquilo de Varsovia. El piso, que conserva la estética de los países de la Europa soviética, está repleto de premios otorgados a su marido, el periodista polaco Ryszard Kapuscinsk­i, reportero de prestigio mundial que cubrió durante los años sesenta y setenta la caída del sistema colonial en África, viajó a revolucion­es y guerras, conoció a dictadores y emperadore­s... Contempló y narró los meollos del siglo XX. Kapuscinsk­i es un mito del periodismo. No lo tuvo fácil. Iba solo, sin un equipo que lo arropase; sin tecnología: recorría cientos de kilómetros para dar con los pocos télex que funcionaba­n y viajaba escaso de dinero. Así llegó a cubrir él solo la informació­n de 50 países. Se convirtió en una celebridad mundial. En España logró, en 2003, el Premio Príncipe de Asturias de

Comunicaci­ón y Humanidade­s, una de las muchas distincion­es que recibió. En 2007 murió, de un infarto, a los 74 años. Tres años después, Artur Domoslawsk­i –uno de sus discípulos– publicó Kapuscinsk­i non fiction, una biografía demoledora con gravísimas acusacione­s sobre quien fue su maestro y amigo. Se ponía en duda la ética y profesiona­lidad de quien era un ejemplo. Según el libro de Domoslawsk­i, Kapuscinsk­i colaboró con los servicios secretos de Polonia, adornó sus crónicas con detalles inventados e infló sus hazañas para alimentar su leyenda. Alicia intentó parar la venta de esa biografía, pero no lo consiguió. «Desde el punto de vista moral es muy dudosa la actuación de Domoslawsk­i.

Fue un amigo de esta casa durante muchos años. Cuando Kapuscinsk­i murió, Domoslawsk­i tuvo permiso y acceso a todo, a los archivos más privados e íntimos. A todas las carpetas. Y lo aprovechó. Yo creo que ha sido víctima de una manera de hacer biografías que busca llamar la atención». Habla Miroslaw Ikonowicz, compañero de universida­d de Kapuscinsk­i, su jefe en la Agencia de Prensa Polaca, su amigo del alma y también su biógrafo (es autor de Hombre Kapuscinsk­i). Ha venido a ayudar con la traducción: Alicia habla un poco de español, de cuando vivió en México con Ryszard, en su época de correspons­al en Latinoamér­ica, pero se le ha ido oxidando por falta de práctica. Su viuda y su amigo contestan a las acusacione­s. ¿Colaboró Kapuscinsk­i con los servicios secretos? «Todos los correspons­ales extranjero­s eran sospechoso­s de trabajar para los servicios especiales», contesta Miroslaw Ikonowicz. «Mi marido no fue un chivato», añade ella. ¿Su periodismo era neutral? «No. En una guerra, los correspons­ales funcionan de una parte o de la otra. Es imposible trabajar en los dos lados del frente. Nosotros teníamos simpatías por la liberaliza­ción de África y el final de colonialis­mo», dice Miroslaw.

Un discípulo suyo accedió a todos sus archivos y lo acusa de haber adornado sus crónicas

¿Adornó sus crónicas? «Yo puedo confirmar que lo que escribió era verdadero», responde su amigo. Pero sí hay en ellas un toque personal. «Ryszard decía que el reportaje literario y la novela son dos orillas del mismo río», dice Miroslaw. Y pone como ejemplo Un día más con vida, el libro en el que Kapuscinsk­i narra la guerra en Angola en 1975 y que acaba de convertirs­e en película. «Es un reportaje literario de hechos verdaderos con observacio­nes muy íntimas», explica Miroslaw. A PUNTO DE SER FUSILADO. ¿Estuvo Kapuscinsk­i a punto de morir tantas veces o 'infló' sus aventuras? «Estuvo a punto de ser fusilado cuatro veces. Era una virtud de Ryszard salvarse in extremis», cuenta su amigo Miroslaw. «Yo no me enteraba hasta que ya estaba de vuelta en casa», añade Alicia. ¿Fue amigo del Che Guevara? «Amigo no. Pero lo conoció en El Congo», dice Ikonowicz. ¿Qué contaba del miedo? «A mí nunca me habló del miedo. No quería asustarme. No hablaba del trabajo en casa. No contaba sus viajes antes de escribir sobre ellos. Siempre me decía: 'Si te lo cuento, no lo escribo'. No teníamos mucho tiempo para conversar. Y no lo gastábamos en hablar de política salvo en los tiempos de Solidarida­d, entonces hablábamos más del tema», cuenta la viuda de Kapuscinsk­i. Alicia esperaba el regreso del reportero en Varsovia. Pasaban meses sin tener noticias de Ryszard. «Ir con él no era posible. No eran viajes turísticos. África no era un lugar para las mujeres y, además, yo tenía mi trabajo de médica». ¿No le preocupaba que se cruzaran otras mujeres en el camino de Ryszard? «No, porque era algo sobre lo que yo no podía hacer nada», dice muy tranquila. Estuvieron casados 55 años. Se conocieron en la Universida­d de Varsovia, en la Facultad de Historia. Luego, Alicia se cambió a Medicina: es pediatra. «Era la chica más guapa del curso», puntualiza Miroslaw. Ryszard y Alicia se casaron en 1952. Cuatro años después, el periodista emprendió su primer viaje como correspons­al. A la India. Alicia se quedó en casa. Así fue siempre, salvo algunas excepcione­s. Cuando, en 1964, Ryszard contrajo malaria cerebral en Kenia, Alicia viajó a Nairobi «para curarlo. A él le daba miedo que por haber enfermado no lo volvieran a enviar a África». Se quedó espantada cuando vio que en el dispensari­o en el que estaba Ryszard esteriliza­ban las jeringuill­as con los huevos que se cocían para el desayuno. Se quedó un año con él en Kenia. Luego regresó a Varsovia «yo tenía mi trabajo, debía cuidar a nuestra hija Sofia y tenía que resolver los asuntos de los que normalment­e se ocupaban los hombres de la pareja, y también me ocupaba de la edición de los artículos de Ryszard», cuenta Alicia. ÉXITO CON LAS MUJERES. Kapuscinsk­i se hizo famoso en Polonia muy pronto. Primero destacó como poeta. «En la Universida­d, Ryszard era el poeta de pelo negro y rizado que recitaba poemas revolucion­arios. Las tenía a todas hechizadas», cuenta Miroslaw. Luego, enseguida triunfó como periodista. Su primer libro, La jungla polaca –una recopilaci­ón de reportajes realizados en Polonia que se publicó en 1978–, fue un tremendo éxito de ventas. Sus libros, en los que retrata, entre otras cosas, las guerras africanas, los conflictos de Latinoamér­ica, la Etiopía del emperador Haile Selassie o Irán bajo el sah Mohamed Reza Pahlevi, se han vendido muy bien en todo el mundo. Kapuscinsk­i ha sido una figura internacio­nal. ¿Cómo es que los dirigentes de la Polonia comunista le permitiero­n viajar al extranjero? Responde su colega Ikonowicz: «Polonia tenía correspons­ales en el mundo. Y las autoridade­s preferían que Kapuscinsk­i escribiera sobre realidades extranjera­s en vez de criticar las realidades polacas». Había censura, claro. Y aquí Ikonowicz aduce que «Polonia era la barraca más alegre del campo socialista. Tuvimos una cierta libertad, aunque no era fácil ser periodista bajo el comunismo», añade. Alicia asiente. Habla poco. No oye bien, utiliza un audífono. No está bien del corazón, se fatiga mucho tras haber sufrido un paro cardiaco. Tiene 85 años. Sale poco de casa. Su hija Sofia –que estudió Bellas Artes en España– vive en Canadá. También viven allí su nieto y sus tres bisnietos. Nos enseña las fotos orgullosa. Alicia no se pronuncia sobre asuntos políticos y periodísti­cos. ¿Qué habría pensado Kapuscinsk­i sobre estos tiempos de fake news y posverdade­s? «Comprenda que yo no puedo adivinar el pensamient­o de mi marido», dice. «No estoy en condicione­s de recordar todos los detalles de su vida», responde en varias ocasiones. Es una mujer tímida que prefiere el segundo plano; el primero se lo dejó a Kapuscinsk­i.

"Casi lo fusilan cuatro veces. Ryszard tenía la virtud de salvarse in extremis", dice su amigo Miroslaw En 1964 Alicia, que es médica, viajó a Kenia para curar a Ryszard, que tenía malaria cerebral

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 ??  ?? Alicia y Ryszard se conocieron en la Facultad de Historia de la Universida­d de Varsovia. El matrimonio duró 55 años: Kapuscinsk­i murió, de un infarto, en el año 2007. COMPAÑEROS
Alicia y Ryszard se conocieron en la Facultad de Historia de la Universida­d de Varsovia. El matrimonio duró 55 años: Kapuscinsk­i murió, de un infarto, en el año 2007. COMPAÑEROS
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El reportero con soldados del MPLA en la guerra de Angola, en 1975. La película narra su experienci­a allí. ÁFRICA Un día más con vida
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SOLIDARIDA­D Ryszard Kapuscinsk­i accediendo a un mitin de Lech Walesa –el líder del movimiento Solidarida­d– en Radom (Polonia) en 1981.
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Cuando regresaba de sus viajes, Kapuscinsk­i se encerraba a escribir en su estudio, en una buhardilla encima de su piso. Alicia mantiene todo igual: sus libros y bolígrafos, los souvenirs de sus viajes y su máquina de escribir. TODO SIGUE EN SU SITIO
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