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Hambre de Glòries

El nuevo Mercat justifica ir a comer y beber aunque no se vaya de compras al histórico centro comercial, que estrena ‘look’ y menús

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El orden habitual suele ser: marcarse un maratón de shopping y, cuando el estómago truena, hacer un bocado rápido sin moverse del centro comercial de turno. Pero la reforma integral y consiguien­te renacimien­to del recinto de Glòries ha traído bajo el brazo un coquetón Mercat que muchas veces invierte la historia: uno va a comer y, si se anima, acaba haciendo una compra.

El área gastronómi­ca de Glòries nació hace tres años, aunque la renovación del centro –que a nivel de calle lo ha integrado en el trazado urbano– dejó a medio gas sus cocinas. Ahora, con el reciente reestreno del complejo comer-

cial, su Mercat ha hecho nuevos fichajes y ha cerrado un círculo de sabores que va desde la cocina local a la hiperespec­ialización. Con el reclamo añadido de que sus locales sirven menús de mediodía (de 8 a 15 euros, y algo más en fin de semana) para cuadrar en el hiperactiv­o entorno laboral del distrito 22@.

Queda pendiente un fichaje rutilante, ya que a principios de año abrirá Estigma, bajo la asesoría del chef Jordi Esteve (una estrella Michelin por Nectari) y la promesa de una carta mediterrán­ea ambiciosa para un centro comercial.

Entre las virtudes del espacio –cuya imagen gráfica firma Javier Mariscal– está su doble acceso, directo desde la Diagonal, que le permite cerrar a la 1.00 de la madrugada, aunque las tiendas lleven horas durmiendo. Destaca también el interioris­mo, estiloso y lumino- so, y la alternanci­a de formatos tipo restaurant­e -que no parecen bajo tierra- y quioscos con barras. Otro plus es que en casi todos los espacios se puede comer y/o comprar producto. Pero acaso se les pueda reprochar la estrategia de la mayoría de operadores de exhibir platos ya listos, que al rato parecen disecados.

Los indecisos que acudan con hambre y sin rumbo fijo segurament­e deberán dar varias vueltas al ruedo antes de saber dónde agarrar el tenedor. Les damos, pues, algunas pistas para ir salivando.

TRADICIÓN Y ESPECIALID­ADES

Entre la quincena de opciones del enorme comedor hay unas pocas, tipo jamonería o cafetería, que sí pueden hallarse en otros centros barcelones­es. Quien busca recetas menos frecuentes encontrará joyitas como el hijo pródigo de Can Culleretes (el restaurant­e de 1786 del Gòtic), aquí en forma de quiosco con taburetes y mesas donde se despacha el mismo recetario de la abuela que el original. Producto de la Boqueria y mucho chup-chup para su rabo de buey o su cap-i-pota, aunque su propuesta rápida más popular son los huevos, que igual se casan con ceps que con morcillas. A mediodía se come por 8,50 euros.

Los forofos de la cocina casolana y con fondo suelen recalar periódicam­ente en Casa Palet, también rara avis en recintos comerciale­s. Acaban de renovar carta con algunos hits de la casa madre -en la calle de Laforja-, como su gloriosa tortilla de bacalao. Su aforo de 88 plazas se llega a quedar corto cuando coinciden adictos y turistas (una cuarta parte), con la misma voracidad por sus menús de 13 euros (atención al trinxat) o sus superhambu­rguesas de kilo (para compartir), que por sus tapas imprescind­ibles, como la rusa o las croquetas de jamón, merecedora­s de podio.

El carnívoro puede saciarse también en el Meat Corner, especializ­ado en la materia y con un potente menú de 12 euros a mediodía que abarrota el local. O bien ponerse a cien con la oferta del horno de brasa Josper (de ham-

burguesas a chuletones o pescados) de Lesense. Con tres espacios articulado­s (cafetería-pastelería de Mistral, restaurant­e y bar de vinos) destaca por su cava, con más de 400 referencia­s. Las botellas se pueden comprar o consumir con un descorche añadido de cinco euros, y van que vuelan en horario vespertino, cuando el local ofrece jazz en directo (de jueves a sábado).

El bocado informal versión delicatess­en lo aporta hace pocos días La Garriga, que debuta en este formato vendiendo en su vitrina charcutera lo mismo que uno se puede llevar a la boca in situ, pagando un 20% más. Atención a sus bocadillos gurmet, a sus tastets (el de jamón, con pan y copa de vino, por 6,9 euros) y tapas. A mediodía, menús con sus platos preparados, que en Navidad incluirán canelones, turrones y demás clásicos también por 13,9.

Ir al grano es lo que hace la Mandonguil­leria Yours (de los artífices de la hamburgues­ería del mismo nombre) con su doctorado en albóndigas. Ofrecen combos a partir de dos piezas con arroz, pan o patatas y repertorio: de la Iaia (como en casa), poderosas Barbacoa, Mar i Muntanya (pollo y langosti- nos), Pesto ( veggie), Tòfona (cerdo y parmentier de patata)...

O el ex masterchef Odkhuu, cuyo novísimo negocio es una -valienteap­uesta por los caldos y cocidos tradiciona­les en España (de la escudella al cocido) a los que agrega varios tipos de ramen, en versiones con apenas gluten y pocas grasas. El menú añade un aperitivo y postre, aunque en verano virará la oferta a las sopas y cremas frías.

Si hay hambre de italiano, la respuesta es San Tomassino; de mexicano, el Panchito; de sushi, el más que solvente Be Japo; de ensaladas, Salads Caprice by Jordi Esteve (como asesor)... amén de otros sabores locales.

LA CUINA, ESPACIO PEDAGÓGICO

Al centro Glòries hay que aplaudirle que haya aliñado ese recetario sin fronteras con un Club de Jazz abierto, con barra incluida, que ambienta cada tarde los calóricos 3.000 metros cuadrados, invitando al afterwork y a estirar las veladas tras una cena sin prisas. En ese horario, el recinto exhibe versatilid­ad y cambia muchos menús por cartas.

El afán de desmarcar ese territorio con paladar de los de la competenci­a ha llevado también a sus gestores a implantar La Cuina, espacio pedagógico que brinda talleres, clases de recetas de temporada o con chefs invitados, casi siempre gratuitos. Un universo donde todo pasa por la boca. —

CONVIVEN UNA ‘SUCURSAL’ DE CAN CULLERETES, UN LOCAL DE ALBÓNDIGAS E INCLUSO UN CLUB DE JAZZ

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A la izquierda, interior de Casa Palet. Sobre estas líneas, la singular Mandonguil­leria Yours y, a la derecha, un detalle del producto de La Garriga. Abajo, el chef Odkhuu, con uno de sus caldos con ramen.
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ALBERT BERTRAN
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ALBERT BERTRAN DIVERSIDAD Sobre estas líneas, varios locales. Debajo, Lesense, que combina brasa y un bar de vinos.
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