El Periódico - Castellano - On Barcelona

Ourpark: un gimnasio para aprender parkour.

Aquí hay andamios desde los que no se ha soltado ni un piropo. En Ourpark dan clases de ‘parkour’. Te enseñan a saltar como si te acabara de picar una araña radioactiv­a

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Es un gimnasio, aunque ahí en medio haya un andamio y vallas que antes servían pa- ra aparcar carritos de la compra. Debe de ser el único andamio de Barcelona desde el que no se ha soltado ni un piropo. Este se utiliza solo para saltar. Alrededor hay barras, plintons, muros de varias altu- ras. Uno se encuentra más obstáculos que el Real Madrid de Lopetegui.

Ourpark (Segre, 71). Aquí te enseñan a saltar como si te acabara de picar una ara- ña radioactiv­a a lo Spiderman. Es un gimnasio de parkour, que es eso que la gente por la calle llama «mira esos que van a lo loco». «Si lo hiciéramos a lo loco –replica Josep–, no quedaría ni uno».

Josep Olivella, 26 años, hace dos que dirige Ourpark. Desde los 15 es traceur (así se llama a los que practican parkour). Eso quiere decir que salta más de cuatro me- tros de muro a muro. «Hay gimnasios de 6.000 metros cuadrados en Canadá –dice–. En Inglaterra, Alemania y EEUU es un deporte normal, con su INEF».

¿Qué es parkour? «Es un deporte en el que intentamos superar obstáculos de nuestro entorno utilizando solo nuestro cuerpo», define Josep. No, no son acróba- tas urbanos. «La acrobacia busca la estéti- ca –apunta–. Nosotros, en teoría, no. El de- porte en sí es superar obstáculos, no hacer cabriolas. Aunque también las hacemos».

Objetivo: «La autosupera­ción». Josep habla de salvar obstáculos con tono de coach. «Si te pones delante de un obstáculo que te da miedo, ¿qué haces? –pregunta–. Lo miras, te aseguras de que esté todo bien, compruebas la distancia, si llegas. Tienes miedo. ¿Qué haces? Respiras, te relajas, te concentras, y al final lo haces. Este proceso, esta capacidad de superar los miedos, es lo que aprendes con el parkour. Y te sirve para todo».

MODA ADOLESCENT­E

Lo entiendes en cuanto te colocan delante de un plinton por primera vez desde que ibas a EGB. Parece fácil hasta que intentas superarlo de un salto. Entonces lo miras como si fuera Mordor, compruebas que no llegas, te da miedo tropezarte. Y al final lo haces.

«Te aseguro que te afecta en la vida», promete Antonio. Él es el alumno más mayor de Ourpark: 42 años. Lleva cuatro

saltando. Es quien dirige hoy el calentamie­nto. No te fíes: tiene una simpatía directamen­te proporcion­al a las agujetas que deja. Diez minutos sudando con él y le sacarás parecidos con el sargento de Oficial y caballero.

Como te descuides, te entrará la edad del pavo. La mayoría de alumnos son adolescent­es. «Hay una cierta moda –dice Josep– entre los 10 y los 14 años». ¿Que por qué les gusta? «Es diferente», dice Dani (14 años). «Me ha ayudado a tener paciencia y constancia», añade Alexandre (17). «Es una forma de canalizar las ansiedades», apunta Santiago (14). «Me siento libre», insisten todos. «Notas que trabajas partes del cuerpo que no sabías que existían», asegura Marc. Hoy es su primera clase, a los 34.

Lo primero que te enseñan es a caerte. «Siempre hay que caer con las puntas», advierte Josep. «Si caes plano, el impacto te puede comprimir las vértebras».

«Haced un gato», pide el traceur a los alumnos veteranos. Entiendes lo de «gato» cuando los ves saltar con la misma confianza que si tuvieran siete vidas. Tú pruebas, pero te sale más bien un Garfield. No te imaginas que acabarás la clase en la calle saltando muros de verdad.

Los transeúnte­s miran al grupo con la misma incredulid­ad que si vieran un mitin de Vox. Inaudito. Parece que vuelan. «De riesgo es, porque riesgo hay –dice Josep–. Pero el objetivo no es la adrenalina. Es un deporte que se practica desde la serenidad. Buscas el mínimo riesgo. Si alguien se mata, no se ha matado haciendo parkour, sino haciendo el idiota».

Empezaron las clases porque se lo pedían los padres de los niños. Hay traceurs hasta de 5 años. «Tienen poca noción del riesgo, es bueno que tengan un profesor», dice Josep. Ahora tienen 50 alumnos.

Hacen clases, talleres, exhibicion­es, incluso hay quien viene a celebrar su cumpleaños. «Pronto» montarán un parkour park «en una población cercana a Barcelona», es lo máximo que desvela Josep. «En Madrid hay cuatro. Y en Catalunya ninguno». Por ahora. —

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POR LOS AIRES Josep (boca abajo, el director de Ourpark) hace ‘parkour’ con Raidberg en el gimnasio de Sant Andreu.
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MAITE CRUZ

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