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Chino DARÍN & Sergi LÓPEZ Natalia DE MOLINA
«En `Mano de hierro', la violencia no deja a nadie indemne, es contagiosa»
Natalia de Molina: «En un mundo tan testosterónico, mi personaje es el más cabal, la que amansa a las fieras»
En el negocio de narcotráfico que ha montado el protagonista de la serie de Netflix Mano de hierro (Eduard Fernández) en el puerto de Barcelona ha envuelto a toda su familia, como su hermano (Sergi López) y su hija (Natalia de Molina). El recién llegado es alguien ajeno al clan, pero con un pasado en común (Chino Darín).
El personaje de Chino es el único sin el apellido Manchado.
– – Natalia de Molina (N. M.): Su personaje no tiene que ver con la familia de sangre, sino con la que crea el protagonista para poder seguir ejerciendo su poder y sus abusos. Yo interpreto a Rocío, la hija de Joaquín, que en principio se mantiene más al margen porque no quiere involucrarse, pero trabaja en la torre de control y, al final, es la que deja pasar las cosas. Luego, poco a poco, entenderá que tendrá que formar parte activa, aunque no quiera hacerlo.
– Chino Darín (C. D.): Yo soy Víctor, un gruista que trabaja dentro de la manga de estibadores de Joaquín Manchado, que controlan el cotarro y la gestión de los contenedores y la desestiba. A lo largo de la serie descubrimos que tiene otros motivos para estar ahí, y secretos que se van revelando. Además, comparte un pasado lejano de cierta cercanía con Rocío y su marido, Néstor.
– Sergi López (S. L.): Yo soy el hermano y brazo derecho de Joaquín. Es la idea de familia y organización criminal, todo un clásico. Mi personaje también tiene un lado más tierno, pero al final la violencia no deja a nadie indemne, es contagiosa y forma parte de nuestras vidas.
Natalia, usted es la única fémina en una serie muy masculina. Y, sin embargo, es el único personaje en el que su padre confía.
– – N. M.: Es un mundo muy testosterónico y ella es la más cabal, la que tiene cordura e intenta amansar a las fieras. Yo también me fiaría más de ella, pero ya se verá.
¿Cómo ha sido trabajar en el puerto de Barcelona?
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– N. M.: Ha sido increíble conocer todo eso, porque de otra manera es imposible acceder. Cuando piensas en el puerto de Barcelona, piensas en el lado turístico, y esto es otro mundo, otra cara de la ciudad, un territorio muy hostil porque estás con la naturaleza, con el mar, con la humedad, con el frío, con el hierro...
– C. D.: Con el puerto en funcionamiento pasaban máquinas y contenedores por el aire mientras íbamos de maquillaje al set. Pero cuando te subes a las grúas o a la torre de control, tienes una perspectiva distinta de la ciudad. El puerto es fundamental para Barcelona, pero está medio de espaldas al conocimiento popular, porque el acceso está vedado.
– S. L.: Pero es un espacio muy cinematográfico. Entre grúas, barcos, contenedores y máquinas nosotros nos vemos muy pequeñitos ahí.
Chino Darín: «El puerto es fundamental para BCN, pero está medio de espaldas al conocimiento popular»
– ¿Tuvieron mucho contacto con los trabajadores del puerto de Barcelona durante el rodaje?
– N. M.: Sí, estaban trabajando a la par que nosotros.
– S. L.: En el rodaje también había mucha gente técnica que nos ayudaba. Como para llevar una grúa.
– C. D.: Había que mover la grúa y ahí estaba el gruista. También había imprevistos a los que teníamos que ir acostumbrándonos. Si se rompía el ascensor para subir a la grúa, tenía que venir alguien a arreglarlo.
¿Tienen alguna anécdota?
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– C. D.: Por suerte no me pasó a mí, pero vi cómo se quedó atrapado un ascensor de los que suben a la grúa. Lo curioso es que hay que bajarlo a mano, hay un freno manual y tienes que hacer como una caída libre e ir parándolo. Da mucho respeto. Además, arriba se siente todo: el viento, la lluvia... Y tampoco está hecho para subir a rodar. Subir las cámaras o el equipo por las escaleras era una odisea.
– ¿El personaje de Joaquín Manchado sería como el Padrino del puerto?
– S. L.: Sí, bebe de las historias de familias mafiosas.
– C. D.: El Padrino no deja de ser una saga, pero con películas hechas en distintos momentos. Esto me parece que tiene otro carácter. Durante el transcurso de la serie van a aparecer los mexicanos, los italianos, hay una especie de alianza y a la vez una lucha entre distintas familias y creo que El Padrino está más focalizado en ellos. Pero pon que se parece a El Padrino, que nos vendrá bien (ríe).
– ¿La gente del puerto quedará satisfecha de la imagen que se da?
– S. L.: No lo sé. En el fondo es un mundo tan desconocido... Es una ficción que se basa, seguro, en cosas que pasan.
– C. D.: Yo lo que sé es que estaban entusiasmados con ganas de mostrarnos un poco de qué trata su trabajo. Lo que no sé es si se van a sentir particularmente retratados en algún personaje...
– S. L.: Es una ficción sugerente. La gente que trabaja ahí debe de pensar que está basado en cosas que pasan, pero no nos enteramos ni de la mitad. Es que lo del puerto es alucinante, cuando estás ahí dentro te das cuenta de que es otra Barcelona. Es enorme y hay un montón de intereses, de movimientos y de materiales que entran y salen. Te pierdes, y a saber lo que puede pasar ahí dentro. Yo creo que la Guardia Civil también estuvo repasándose los guiones de la serie.
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– S. L.: Por supuesto. Alguien se lo miró diciendo: a ver hasta qué punto quedamos mal.
Chino, usted ha prescindido de su acento argentino en la serie.
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¿Pasó el filtro de la Guardia Civil?
– C. D.: Hice lo posible para convencer a Lluís [Quílez, el creador] de que el personaje fuera argentino, pero no lo logré (ríe). Lo había hecho otras veces y por eso me sentía más confiado, pero me encontré con la sorpresa de que los tiempos para una película y una serie de ocho capítulos no son los mismos. Así que fue un desafío.