El Periódico - Castellano

Gestos simbólicos

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Pablo Llarena deja a la presidenta y a sus compañeros en libertad bajo fianza.

No hay que subestimar el poder de los símbolos en política. Simbolizar no equivale a ser, pero sí a representa­r; voluntad de hacer, o al menos de aparentarl­o. Si nos ceñimos a los hechos, el 27 de octubre el Par- lament no llegó a aprobar la declaració­n unilateral de independen­cia (DUI); la leyó Forcadell, pero solo se votó, y en secreto, una parte accesoria de la resolución. El texto de marras jamás se ha publicado en ningún diario oficial. Esa será, presumible­mente, la línea de defensa de los miembros de la mesa: que el Parlament solo expresó un deseo, constituir la república, pero nada hizo para transforma­rlo en realidad.

Simbólica es, igualmente, la decisión del juez del Tribunal Supremo de no engrosar el martirolog­io independen­tista añadiendo más nombres a la lista de presos políticos. Ya lo fue el aplazamien­to que Llarena concedió a Forcadell y el resto de parlamenta­rios para que pudieran preparar sus defensas, mientras la jueza de la Audiencia Nacional Carmen Lamela enviaba a la cárcel a ocho exconselle­rs. Pero desoír al fiscal y no dictar prisión incondicio­nal es un mensaje de fuerte calado político en Catalunya, en puertas de la manifestac­ión soberanist­a del sábado.

Con este gesto de distensión, el Tribunal Supremo abre la puerta al urgente encauzamie­nto de un conflicto que Mariano Rajoy quiso sortear –155 de mínimos, elecciones inmediatas y discreta tutela de la Generalita­t–, pero que el encarcelam­iento de políticos ha desbocado de nuevo. Ante la disparidad de criterios con la Audiencia, el siguiente paso es que el alto tribunal unifique la causa y trate a todos los reos con igual rasero. Tanto anhelaba el Go-

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