«La cultura debería ser un asunto de salud pública»
Actor
no sé si mi personaje es un misántropo. Es alguien que piensa que los demás son complicados.
–¿Qué nos aportan los libros? –La literatura, el cine y el arte son cruciales para el desarrollo del ser humano y el progreso de la civilización. Es verdad que a veces son fuente de movimientos totalitarios o tienen un componente tóxico de patrioterismo. Pero sin ellos, sin la capacidad de respirar a través de ellos, no podríamos vivir.
–La cultura no está entre las prioridades de los gobernantes. –Yo solo puedo hablar por mí país. Y, efectivamente, está considerada por el Gobierno actual y también por el anterior como algo menor. Debería ser un asunto de salud pública.
–Ha trabajado con Isabel Coixet. Dígame una virtud y un defecto. –No le voy a contar ningún defecto. Ha hecho un trabajo impecable. Es una directora muy democrática y muy completa que posee un profundo respecto por los actores. Créame, no es el caso de todos los realizadores.
–No hay muchas ahora mismo. –Ya, todo son grandes corporaciones. Melbourne es la ciudad donde más me he encontrado.
–Comprar libros por internet le debe de parece un horror. –Nunca compro nada on line. No tengo ni ordenador.
–¿Tampoco móvil? –Sí, eso sí. Alguien me dio una vez una tableta, pero se la regalé a mi hija. Están tratando de matar los libros, pero no lo han logrado. Tampoco han podido con el vinilo. En un momento de La librería, el personaje de Mortimer huele el libro. Yo también lo suelo hacer.
–¿Le siguen preguntando mucho por Love actually? –Unas 15 veces al día.
–¿Y qué tal lo lleva? –Bien, bien. Me gusta. Love actually fue una experiencia magnífica e hizo posibles muchas otras cosas. Mucha gente me dice por la calle: «Chavales, no compréis drogas».
–Si la protagonista de La librería hubiera sido un hombre, ¿lo habría tenido más fácil? –Casi seguro. Y es algo que aún sucede en el siglo XXI. Es terrible.