El Periódico - Castellano

Los amigos de Hockney

El artista captura la humanidad de sus modelos en ‘82 retratos y 1 bodegón’

- ANNA ABELLA BILBAO

E ntrar en la gran sala del Museo Guggenheim de Bilbao que acoge la exposición 82 retratos y 1 bodegón es como colarse en una fiesta cuyos 82 invitados conforman el mundo y la sociedad que rodea a su autor, David Hockney. Todos ellos son amigos, conocidos y familiares del artista británico que parecen a punto de bajarse de los respectivo­s lienzos para escenifica­r una «celebració­n de la humanidad», por las «complejida­des» individual­es y «la intensidad psicológic­a» que transmiten, como apunta la comisaria Edith Devaney, o, como le gusta definirla al propio pintor, una «comedia humana».

Es una «instalació­n concebida como un conjunto de obras» en la que se suceden cronológic­amente 82 retratos verticales, todos del mismo formato y tamaño, con un intenso fondo azul y verde, con los modelos sentados en la misma silla. Un veterano Hockney (1937), hoy de 80 años, empezó a realizarlo­s en el 2013 en Los Ángeles. Allí había regresado, desde su Yorkshire natal, después de haber sufrido un leve ictus y hundido tras la muerte de un joven trabajador de su estudio en Inglaterra. Una tragedia que también afectó mucho a uno de sus íntimos colaborado­res, Jean-Pierre Gonçalves de Lima, protagonis­ta del primer retrato de la muestra y quien le ayudó en la planificac­ión de su anterior y celebrada exposición, de paisajes, que el Guggenheim alojó en el 2012.

EL PRIMERO A Gonçalves de Lima (que luego reaparece mirando al artista en uno de los últimos retratos) no se le ve el rostro porque se coge la cabeza con las manos y apoya los codos en las rodillas, hundido, desconsola­do, desesperad­o. «Refleja las propias sensacione­s de Hockney entonces. Tiene mucha intensidad emocional. Ver sus sentimient­os desencaden­ó ese proceso de plasmar su propio problema emocional. Lo vio casi como un autorretra­to –señala Devaney–. Él siempre me suele enviar fotos al móvil. Es fantástico despertars­e por la mañana con una imagen suya. Y llevaba cinco meses sin mandarme ninguna hasta que recibí la de ese retrato». Había vuelto a coger los pinceles con la energía «de un joven de 30 años». Aquel lienzo fue el primero de 90; luego concentró 82 en la muestra, que coorganiza la Royal Academy of Arts de Londres y se podrá ver hasta el 25 de febrero.

Ninguno de los retratos es de encargo. Fue Hockney quien invitó a que posaran para él durante tres días, sin que ninguno se negara, a amigos, familiares (como su hermana Margaret y su hermano John con su esposa), su expareja Gregory Evans y gente de su entorno, desde su dentista, su masajista o el que cada semana iba a lavarle el coche. Algunos de los retratados son famosos, como el filántropo Jacob Rothschild (tan ocupado que solo le pudo conceder dos días de posado), el extravagan­te cómico Barry Humphries («con su brillo en los ojos» y pantalones de color rosa), el artista John Baldessari, el arquitecto del Guggenheim, Frank Gehry, o los galeristas Larry Gagosian y Dagny Corcoran.

Y, a sus entonces más de 70 años, trabajó con cada uno «durante siete horas al día, con una concentrac­ión extraordin­aria, de pie, moviéndose mucho», añade la comisaria. Comía con ellos y hablaba con ellos en las pausas. Y mientras pintaba, de vuelta al acrílico, se basaba en «la observació­n pura para mostrar el carácter y la personalid­ad de cada uno, su psicología, viendo por ejemplo, cómo colocaban los pies». «Él dice que pinta lo que ve», añade Devaney.

EL ORIGEN DEL BODEGÓN Entre los retratos sorprende un bodegón. La modelo no pudo ir aquel día porque había muerto su madre. Él, ansioso por pintar, recurrió a lo que tenía a mano, unas frutas y hortalizas. A su lado, la modelo ausente, su amiga Ayn Grinstein. La de su hermana Margaret es una de las poses más relajadas. «Ella está cómoda. Se nota el afecto entre hermanos». A su lado, su acompañant­e, Pauline Ling, «menos cómoda»: no le mira a los ojos, que es lo que él quería para conectar con ella.

Varios jóvenes figuran entre sus retratados. Uno, el hijo de su amiga artista Tacita Dean, Rufus Hale, de 11 años, cuya ropa a la antigua usanza le recuerda a sí mismo de niño y que al terminar se quejó porque no había dibujado la gomita en la punta del lápiz que sujetaba.

Hockney, a punto de inaugurar una retrospect­iva en el Metropolit­an de Nueva York, sigue trabajando. Ahora con lienzos rectangula­res recortados por debajo y revisitand­o temas como el Gran Cañón.

Entre los retratados hay famosos como Jacob Rothschild, pero también su dentista y su masajista

 ?? EFE / LUIS TEJIDO ?? Cuatro de los 82 retratos realizados por el británico David Hockney, que se exponen en el Guggenheim de Bilbao.
EFE / LUIS TEJIDO Cuatro de los 82 retratos realizados por el británico David Hockney, que se exponen en el Guggenheim de Bilbao.

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