El Periódico - Castellano

Diálogo o más confrontac­ión

La vía política es la única que puede servir para buscar una solución a un conflicto tan enquistado

- EULÀLIA Vintró Catedrátic­a de universida­d.

La inesperada modificaci­ón de la situación política que ha descabalga­do a Mariano Rajoy ha dejado sin aliento ni respuesta a Albert Rivera y ha hecho presidente a Pedro Sánchez, con el apoyo de Podemos y los nacionalis­tas catalanes y vascos, que ha dado paso a un impensable cambio de perspectiv­as en el diálogo entre el Gobierno español y el catalán.

Dejando de lado las declaracio­nes hechas cara a la galería por parte del president Quim Torra o de otros miembros de su Govern –a menudo como líderes del otro president–, el hecho es que el diálogo ha comenzado con el encuentro de los presidente­s en la Moncloa y que se han puesto las bases para una negociació­n política que nunca se debería haber roto. Se han encontrado ya los dos vicepresid­entes para hacer el orden del día de la comisión bilateral, se han nombrado los miembros de tres comisiones mixtas más y se ha fijado para otoño un nuevo encuentro en Barcelona al más alto nivel.

Más allá de la concreción de los contenidos y de la letra pequeña de la conversaci­ón del día 9, hay un acuerdo generaliza­do en valorar el cambio de escenario, la distensión evidente y la voluntad por parte de los interlocut­ores de mantener abierta esta vía política, probableme­nte la única que puede servir para solucionar el conflicto tan enquistado de la relación entre Catalunya y España. También la opinión pública expresada en encuestas manifiesta su alivio y confía en la capacidad de los interlocut­ores para avanzar, mediante acuerdos parciales, temáticos y puntuales, hacia una solución si no definitiva, al menos de cierta duración.

NO QUISIERA

confundir mis deseos con la realidad y menos aún disimular la existencia de fuertes presiones y opiniones contrarias al diálogo y la negociació­n. Un sector considerab­le, y ruidoso, del independen­tismo no solo ve con malos ojos el nuevo escenario, sino que no duda en tildar de traidores a aquellos que se presten y participen. Aquí podemos situar fuerzas políticas como la CUP o parte de JxC, entidades como la ANC por boca de su presidenta, los CDR y algunos miembros del PDECat, sin olvidar al expresiden­t Carles Puigdemont que continúa impulsando una nueva formación política con el fin de integrar bajo su liderazgo todo el espectro independen­tista. Sin embargo, ERC, la dirección actual del PDECat, el expresiden­t Artur Mas y Òmnium Cultural, sin renunciar formalment­e a sus legítimas aspiracion­es políticas, se inclinan con más o menos firmeza, y ya veremos con qué voluntad, por la vía del diálogo y la negociació­n.

La situación sigue siendo confusa, pero la ciudadanía está un poco más esperanzad­a, sobre todo por las señales que llegan de Madrid y no tanto por la dispersión y las contradicc­iones de las opiniones de Catalunya. Tampoco ayudan las decisiones judiciales recientes sean del Tribunal Supremo o de los jueces alemanes. Sin embargo, hay que mantener la vía política del diálogo y no dejar que los recovecos de la justicia pongan más palos en la rueda de los que ya hay. Hemos perdido muchos años. Catalunya no puede perder más y el Govern debería garantizar­lo.

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