El Periódico - Castellano

«Sacó la pistola y me disparó»

Un tribunal juzga a un ludópata que intentó asesinar en julio del 2015 a un empleado de una sala de juegos de Santa Coloma de Gramenet

- J. G. ALBALAT

Rigers Hussain entró en la sala de juegos Sport 333 de Santa Coloma de Gramenet. Era cliente habitual, aunque la suerte ya no estaba de su lado. Desde hacía tiempo perdía en las máquinas tragaperra­s: de 3.000 a 7.000 euros por día. Eran las siete de la tarde del 1 de julio del 2015 cuando volvió a intentarlo. Pidió hablar con un empleado. Tras mantener una breve conversaci­ón con él, le disparó a bocajarro en la cara. Cuando estaba en el suelo, intentó rematarle. No lo mató, pero resultó gravemente herido. «Sacó la pistola y me disparó», rememoró ayer la víctima, Pedro, a quien le cuesta hablar a causa de las heridas sufridas. En la Audiencia de Barcelona empezó ayer el juicio contra Hussain, de origen albanés, para quien el fiscal reclama 15 años y seis meses de cárcel y una indemnizac­ión de 184.865 euros para la víctima.

Hussain empezó a perder en las tragaperra­s en febrero del 2015. Antes había ganado premios de hasta 12.000 euros. Al empleado del local que resultó herido le decía en ocasiones que quería hablar con sus jefes para que le devolviera­n el 10% de la cantidad gastada, de 50.000 a 60.000 euros. Incluso, lanzó amenazas de muerte contra los responsabl­es del negocio. Los jefes, sin embargo, hicieron «caso omiso» y no adoptaron ninguna medida de prevención ante un riesgo «evidente», según la fiscalía.

«Era un cliente de la sala. Jugaba mucho a las máquinas. Se pasaba horas. Algunas veces, cuando perdía, venía para que le devolviéra­mos una parte, un 10%. Yo no podía hacer nada, pero él insistía en que quería hablar con el jefe. Amenazaba con pegarle un tiro y dispararse él», recordó Pedro. Nadie prohibió la entrada a Hussein en la sala. «Le recomendé que dejara de jugar, pero él quería recuperar el dinero», detalló la víctima.

Intentos de suicidio

Ese 1 de julio, Hussain conversó con Pedro. «Hablamos unos minutos. No noté que fuera borracho y tampoco estaba agresivo, pero sacó la pistola y me disparó», explicó el empleado. Aúna tiene fragmentos del proyectil en la cabeza. Después, el acusado intentó suicidarse apuntándos­e a la cabeza. El arma no funcionó. Rabioso, lanzó la pistola al suelo, la volvió a coger y apuntó a otro cliente que, asustado, salió corriendo.

A continuaci­ón, el acusado quiso disparar de nuevo a Pedro, que yacía herido en el suelo. Al no lograrlo, dirigió el arma hacia una cajera, aunque no apretó el gatillo. Con desespero, intentó otra vez suicidarse. Tampoco pudo. Al final, huyó. Los Mossos le buscaron durante días. El 8 de julio se entregó en el juzgado. La defensa intenta que se le apliquen atenuantes relacionad­os con su ludopatía.

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RICARD FADRIQUE Rigers Hussein, escoltado por los Mossos en el inicio del juicio en la Audiencia de Barcelona, ayer.

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