Soy independentista y defiendo la convivencia
Convivencia es una palabra muy nombrada últimamente en los diferentes medios de comunicación y divulgada como un hecho inexistente en la sociedad catalana. No obstante, vengo a desmentir este hecho que, no solo ha estado siendo repetido por los mismos medios sino también por los respectivos dirigentes de los diferentes partidos. Aunque es innegable que existen casos de disputa entre los catalanes nacionalistas y no nacionalistas, se trata de casos muy aislados.
Me gustaría expresar mi experiencia. Tengo 17 años y resido en Catalunya desde que nací; mis ideas políticas son muy claras: defiendo una hipotética llegada a un estado catalán independiente y, aunque muchas de mis amistades son constitucionalistas y conocedoras de este hecho, nunca hemos tenido ningún tipo de discusión al respecto. Al contrario, siempre hemos aprovechado para realizar debates, con tal de intercambiar nuestras ideas políticas, siempre desde el respeto y la concordia. Por último, veamos cuál es el causante de los ínfimos enfrentamientos entre defensores de distintas ideologías. Para hacerlo, debemos definir el término del radicalismo o la acción extrema de los ciudadanos seguidores de la intransigencia política. Como en todas las ideologías, del simple surgimiento de las mismas en su estado más liberal surge una versión más radical de estas. Por tanto, dichos enfrentamientos surgirían de la radicalización sufrida por un pequeño porcentaje de la población seguidora de ambas ideologías, y no de todos los seguidores de unas u otras, tal y como se ha dado a entender durante mucho tiempo por parte de diferentes divulgadores.
En Catalunya reside una ingente cantidad de población que, al igual que yo, piensa que la empatía y el respeto mutuo deberían ser clave actualmente, con el simple objetivo de no llegar a actuar como los ciudadanos más radicales que, debo remarcar, no nos representan.